Lo ocurrido días pasados con la convocatoria de una rueda de
prensa a cargo de dos consejeros del Cabildo Insular del Partido Popular en la
sede de la cofradía de pescadores del Puerto de la Cruz, avisada por uno de
ellos al presidente vía whatsapp y
replicada por éste en su cuenta de twitter,
pone de relieve las posiciones defendidas por el ex director de El Correo
de Andalucía y profesor universitario, Juan Carlos Blanco, cuando señala que
“vivimos en plena sociedad del espectáculo y el periodismo ha pasado a ser un
entretenimiento que compite, como poco, con depredadores de la atención como
las redes sociales, la televisión, el cine, los videojuegos o las pantallas de
los móviles”.
Se supone que cuando se ofrece una rueda de prensa -alguien
intentó denominarla hace años conferencia informativa, pero parecía muy
rimbombante- es para facilitar una noticia, anunciar algo, dar a conocer una
decisión, presentar algún proyecto. Los periodistas, en general, están cansados
de asistir a convocatorias donde se hace justamente lo contrario. Incluso se
han encontrado con ambientes extraños, casi hostiles. Y no digamos cuando en el
lugar de los hechos hay espectadores, más o menos ajenos, como ocurrió en la
cofradía, donde eran más numerosos que los informadores acreditados.
Libre es cada quien de convocar como y donde se quiera pero
es importante reparar en las determinaciones que se va a trabajar, sobre todo
si se quiere una respuesta periodística rigurosa y adecuada, alejada del
propagandismo y de los intereses grupales o partidistas, concebidos para
agradar al poder de turno o a los amigos. El periodismo podrá ser un producto más
en el hipermercado del ocio, condicionado por múltiples factores entre los que
cabe consignar una cierta adicción a productos simplistas o poco comprometidos
y a las emociones efímeras, pero hay que dignificarlo desde las formas más
elementales.
“En realidad, casi siempre ha sido así -escribe Juan Carlos
Blanco. La gran diferencia es que ahora, esta suerte de amarillismo digital se
ha multiplicado hasta el infinito gracias a las nuevas herramientas y
plataformas sociales. El sensacionalismo lo invade casi todo y se erige como
uno de los nuevos cánones de la información ahora que los “massmedia” se han quedado en dos: la
televisión y las redes sociales”.
Así las cosas, no es de extrañar que se confunda la información con la propaganda y se
propenda a tratamientos tendenciosos y a debates sesgados, en los que terminan
aflorando los intereses espurios y perversos. Es normal que los receptores o destinatarios
de la información, supuestamente ofrecida en la rueda de prensa, se vuelvan
descreídos hasta el punto de no distinguir entre los elementos nutrientes y los
emisores. Cuando se abona el ‘periodismo espectáculo’, se está produciendo un
daño tremendo a la sociedad. Juan Carlos Blanco lo denomina “comida rápida y
grasienta”, pero que engancha.
Ha surgido para quedarse no solo porque prende y cala sino
porque una parte de la sociedad, lastimosamente, así lo demanda y así lo
quiere. Es, en efecto, la sociedad del espectáculo, tan manejable. Lo señaló
hace muchos años el pensador y escritor francés Guy Debord: “Bajo todas sus
formas particulares, información o propaganda, publicidad o consumo directo de
diversiones, el espectáculo constituye el modelo presente de la vida
socialmente dominante”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario