martes, 24 de octubre de 2017

ECHEN CRISIS A LA RADIO

El debate prosigue pero cada vez son más quienes dan por liquidado al papel, al periódico convencional. El modelo de negocio ha cambiado o sigue cambiando, en tanto que la inmediatez, los avances tecnológicos y los mismos hábitos sociales -en este caso, el acceso a canales o soportes de información- se encargan de acercar los nuevos horizontes.
¿Y la radio? ¿Qué será de la radio? ¿Qué pasará con el medio que sigue gozando de una amplia confiabilidad? Ahora, a diferencia de otras coyunturas -cuando apareció la tele, cuando se impuso Internet- no se habla tanto en términos de crisis. Quizá por eso mismo, por haber ganado con valentía, imaginación y profesionalidad las batallas anteriores, en las que estaba en juego su supervivencia. La radio sigue conservando esa mala salud de hierro, convertida en tópico, después de haber sido la frase en múltiples ocasiones. Las emisoras, por reducidas que parezcan, siguen aportando luces y voces. Cierto que algunos de sus destacados profesionales terminan dando un salto para integrarse en otros proyectos audiovisuales o editoriales, pero ahí deben aportar la experiencia única que significa la continuidad en el dial y la fidelidad de los oyentes captados programa a programa, transmisión a transmisión.
Cierto que hay debilidades, que la descentralización no termina de cuajar y que la saturación de un mismo género -léase tertulia- está restando audiencias; pero aún así el medio radiofónico continúa siendo de los primeros consultados cuando hay algún acontecimiento o suceso relevante y registra unos índices de crecimiento publicitarios muy estimables.
La radio es permeable y dispone de una gran capacidad para adaptarse a escenarios donde hay que competir. De hecho, la transformación digital era todo un reto y está claro que lo ha superado con creces. Aquella participación de otrora, unas pocas llamadas en antena o preguntas transcritas con ánimo ahorrativo e identificadas al límite, se ha convertrido en un espacio fijo de integración de redes sociales: se leen correos electrónicos, hasta se emiten audios de voz de los oyentes y cada vez son más frecuentes las incursiones con los 'podcast' (archivos de audio o emisión multimedia, apta para ser consumida por suscriptores) hasta constituir un reclamo comercial.
La radio sigue conservando encantos por su propio consumo: se sigue oyendo mientras se hace otra tarea a la vez. Otros medios compiten ferozmente por el tiempo que los ciudadadanos dedican a leer titulares, cartas de noticias, chats en dispositivos móviles, comentar fotos y hasta exprimir juegos innovadores. Pero la radio “navega” por otros mares: prefiere esforzarse en los valores de la cercanía y la credibilidad. Eso le permite, por un lado, mantener la vitola de valor refugio para los anunciantes; y por otro, transmitir la idea de pertenencia a una comunidad, la de los oyentes, que se ganan con constancia, con originalidad, rigor informativo y con contenidos apropiados para los eternos principios: formar, informar y entretener. Se podrá decir que en la radio ya está todo inventado pero no es del todo exacto cuando es posible seguir programas con reclamos o secciones novedosas, bien llevadas y combinadas, cuando se cultiva un estilo con precisión y elegancia, cuando se nota en las voces y en los énfasis ese espíritu de superación que anula los rasgos rutinarios y los sonsonetes monocordes,
Que le echen crisis a la radio: ahí sabrá remontarlas.

1 comentario:

beregigon dijo...

Buenos días
No estoy de acuerdo con su afirmación: "la transformación digital era todo un reto y está claro que lo ha superado con creces."
Éso ocurrirá cuando se legisle y permita la transición desde la FM (radio analógica) al DAB+ (radio digital) o a cualquier otro estandar que vaya saliendo. En España, por ahora, sólo se ha legislado sobre el DAB (obsoleto) y se ha reducido su cobertura a parte de las ciudades de Madrid y Barcelona. Actualmente, y en dichas ciudades, sólo Radio María emite en DAB+. Mientras, en nuestra Europa, Noruega está apagando la FM (totalmente al final de año)