martes, 3 de octubre de 2017

MATANZA DE UN LOBO SOLITARIO

Lo de Catalunya prima -en realidad, esto no ha hecho más que empezar, decía ayer tarde uno de los tantos desencantados y desmoralizados tras el colosal desbarajuste del domingo- pero no es cuestión de mirar con desdén lejano el impactante suceso de Las Vegas (USA), donde un hombre armado, contable jubilado, produjo la mayor matanza con arma de fuego jamás registrada en la historia del país: 58 muertos y 515 heridos.
Oigan, esto no es cualquier cosa, por muchos episodios crueles vividos con anterioridad, para estupor y conmoción no ya de la ciudadanía norteamericana sino de todo el mundo. Un mundo que va cavando su fin, una sociedad enferma que no tiene explicación. Seguirán vendiendo armas bajo no se sabe muy bien qué principios de autodefensa y continuarán fomentando la violencia, la muerte y la destrucción.
¿Cuántos sucesos como el de Las Vegas tienen que reeditarse para que dejen de expedir armas de fuego a cualquiera?
¿Habrá más lobos solitarios, como fue calificado por el sheriff del condado, del perfil de Stephen Paddock, autor de la terrible matanza?
Los republicanos andan muy entretenidos con los absurdos continuados de Donald Trump -incluido el abandono de Puerto Rico tras la reciente catástrofe- y los demócratas dejan que siga cociéndose en su propia salsa mientras se lamen las heridas. Y si alguien se mueve, ya saldrá alguien de la asociación esa del rifle para que quede retratado y no se le ocurra emprender algo de más envergadura. Y encima hablarán de protección de las libertades. El presiddente Obama intentó algunas limitaciones pero no cosechó votos suficientes.
Informan de que había más de veintidós mil personas en el concierto donde dejaron la vida casi sesenta personas. Nunca la música de los disparos sonó tan mortal. Y eso que en los Estados Unidos mueren al año, por armas de fuego, casi treinta y cuatro mil personas. Una organización yanki, Archive Gun Violence, se dedica a registrar estas cosas: en lo que va de año, ya van cuarenta y seis mil quinientos noventa y cinco incidentes armados en todo el país, en los que han muerto once mil seiscientos cincuenta y dis personas.
Esto no es cualquier cosa. Máxime cuando se han escuchado voces entre los propios legisladores alusivas a la conveniencia de que ellos mismos, diputados y senadores, vayan también armados.
Pues miren lo que puede causar un loco insensato, un enajenado que terminó suicidándose, según versión policial. Le queda el dudoso honor de ser el autor material de la mayor matanza de la historia con arma de fuego en aquel país. Al mundo le queda la sacudida. No somos nadie. Y menos, en USA.

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