viernes, 11 de abril de 2025

Turismo, aranceles

 

Pareciera que estamos condenados a despertar cada mañana con las noticias que produce el absolutista ‘rey gringo’, Donald Trump, todas ellas relacionadas con nuestras condiciones (socieconómicas) de vida. Las noticias preñadas de un desconcertante vaivén que minimizan las estimaciones de los expertos. Son las consecuencias de la ‘política espectáculo’, de las órdenes ejecutivas bailadas sobre el alambre circense, políticas erráticas que generan los llamados efectos mariposa.

Como estamos condenados (o así lo parece), habrá que irse preparando para las repercusiones de esas medidas en un sector tan importante como el turismo, ahora que en Canarias seguimos pendientes de las negociaciones para decidir si hay huelga o no, en fechas tan señaladas como las de Semana Santa.

En el escenario se superponen factores como los excelentes registros del pasado año a casi todos los niveles, los crecimientos experimentados en el contexto del turismo emisor procedente de Estados Unidos, especialmente en el ámbito de la Unión Europea, la favorable paridad del dólar frente al euro y otras monedas y hasta la entrada en funcionamiento de los nuevos aviones de pasillo único de largo que facilitan los vuelos entre ciudades americanas y europeas de tamaño medio, aunque no con asiáticas y que son mucho más baratos para operar y más fáciles de llenar por sus reducidas dimensiones respecto a los de doble pasillo.

El director de Relaciones Internacionales de la Federación Española de Periodistas y Escritores de Turismo (FEPET), Ignacio Vasallo, aporta uno de los primeros análisis, partiendo de una definición: el turismo es globalista, mientras que el ‘trumpismo’ es localista, como se refleja en el no tan célebre eslógan de campaña: “Make América great again” “Hacer grande América de nuevo”, que algunos interpretaron -e interpretan- al pie de la letra pero que ya están comprobando que los delirios extremos son peligrosos y a la larga, perniciosos.

Los datos de los primeros meses de este año, explica Vasallo, muestran un crecimiento robusto del turismo internacional a España, pero los aranceles impuestos por Trump provocarán inflación en Estados Unidos y una bajada del dólar respecto al euro. “Algunos asesores del presidente creen que un dólar alto impide un comercio internacional equilibrado y son partidarios de un dólar bajo con las previsibles consecuencias para las corrientes turísticas hacia Europa, que se verían reducidas al incrementarse los precios en nuestra moneda”, considera el experto, quien agrega: “La caída de la bolsa tendrá no solo efectos económicos sino también psicológicos sobre una parte importante de la población que invierte en ella y que, de repente, se siente más pobre, reduciendo sus ganas y su capacidad de viajar”.

El razonamiento es sencillo. Ni los billetes aéreos ni el alojamiento ni los paquetes, se ven directamente afectados por los aranceles, pero será más caro construir nuevos hoteles por el encarecimiento de los materiales necesarios, cuyos costes extraordinarios los propietarios repercutirán inmediatamente. Cree Vasallo que la caída de la bolsa tendrá no solo efectos económicos sino también psicológicos sobre una parte importante de la población que invierte en ella y que, de repente, se siente más pobre, reduciendo sus ganas y su capacidad de viajar. Esta clave, desde luego, es determinante para entender lo que se avecina en un tiempo futuro incierto y de mucha inestabilidad, turísticamente hablando.

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