Sin novedad. Esa es la conclusión de la lectura de la encuesta publicada este fin de semana en dos periódicos canarios. Los resultados son los previsibles. Y algunos titulares, también.
El sondeo, hecho a medida de quien lo ha encargado, cocinado hasta donde ha convenido para que el reflejo sea el que más conviene, viene a plasmar que, al cabo de treinta años de autonomía, las tendencias sociológicas de esta tierra siguen siendo las mismas. ¿Para qué harán encuestas entonces?
Si en una legislatura como la presente, donde los casos de corrupción afloran como hongos y donde los problemas que afectan a la ciudadanía siguen sin estar resueltos, donde la actuación del gobierno no contenta ni a sus propios componentes, que una de las interpretaciones sea que los partidos de la alianza gubernamental se recuperan, no tiene que extrañar ni al que asó la manteca. Da igual que que prosiga el desfile de cargos públicos en los juzgados, que un vicepresidente sea condenado en los tribunales tras una acción frustrada contra periodistas, que el desempleo siga creciendo, que haya menor afluencia de turistas, que el malestar de los docentes no decaiga, que no mejoran los indicadores de atención sanitaria, que no se sepa mucho de cómo evoluciona el sector primario, que las censuras en las instituciones estén motivadas por ambiciones ilimitadas de poder... da igual. Pese a eso, y a muchas cosas más, se recuperan CC y PP. ¡Faltaría más! Cuanto peor, mejor.
Es lo mismo: diputado arriba, escaño abajo. En cada isla, lo de siempre. Ni cambiando algunos rostros se rompen las tendencias. Y mientras el sistema electoral sea el que es, pues las urnas consagrarán lo que las entregas demoscópicas, con su margen de error, anticipan. Canarias, comunidad irredenta.
Hubiera sido interesante que preguntaran a los encuestados -más de tres mil, no es broma- si tienen ganas abstencionistas. Porque ese es un lugar común en cualquier conversación: la próxima vez, me quedo en casa; la próxima vez, no va ni Dios a votar; la próxima vez, gana la abstención seguro.
Porque eso es lo que se percibe: decepción, cansancio, hartazgo, indolencia, indiferencia, desmotivación... La política, con todos sus vaivenes, interesa poco a la ciudadanía. Y aquélla que es preguntada pues responde con la vena de conservadurismo que se hizo patente cuando el tardofranquismo y la Unión de Centro Democrático (UCD), ahora trufada de nacionalinsularismo sin sustrato ideológico.
En Canarias, ni siquiera es cambiar algo para que todo siga igual.
Es más de lo mismo. ¿Para qué hacen encuestas?
1 comentario:
Estimado Salvador, creo que los males de la democracia española tienen su origen en los principios, más en su sentido político que temporal; la fórmula de la monarquía parlamentaria impuesta, frustró muchos proyectos e ideales en todo el país. Digo esto, cuando recientemente se ha censurado un libro que vinculaba los acontecimientos del famoso 23 F con la Casa Real.
Es muy difícil cambiar la mentalidad de la gente, y no porque tengamos memoria de pez, más bien es por el miedo que se nos inyecta diariamente desde medios de marcado carácter conservador: desmembración de España, nacionalismos insolidarios o como en nuestro caso, independentismo de pandereta y editoriales casposos es lo que corre por las venas canarias.
Bueno, si no me contengo, me pierdo. Quiero darte las gracias por tu blog, tu opinión es muy importante para mí. Yo también administro algún que otro blog referente a la política granadillera, si te apetece visitarlos te enviaré los enlaces. garavitotfe@gmail.com.
Un cordial saludo.
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