Las cifras del turismo revelan que la cosa sigue igual de complicada.
El adelanto hecho ayer por Joan Mesquida, secretario de Estado de Turismo, indicaba que el cierre de 2009 era poco favorable. Por segundo año consecutivo, la llegada de turistas a España volvía a caer. Desde que se elabora y registra la serie histórica, es la peor caída: un descenso del 8,7%, con 52 millones de visitantes extranjeros. Los números nos devolvían a los registros del año 2003. Las razones, las sabidas: Reino Unido y Alemania también andan con problemas de recesión económica y dificultades financieras. La gente se lo piensa dos veces y de donde puede ahorrar -la que está en condiciones de hacerlo- es de ahí, del calorcito de las vacaciones: ya vendrán tiempos mejores.
Sólo un aspecto positivo en las estadísticas aportadas por Mesquida: vinieron menos turistas, es verdad (5,4 millones) pero se ha incrementado su gasto medio, que se sitúa en el 2,1%, un total de 48.000 millones de euros. Ese registro, que siempre debe ser tenido en consideración, a efectos de contrastar la capacidad adquisitiva de los visitantes y las debilidades o fortalezas del producto que se les ofrece, viene a representar una mínima luz en este balance turístico.
Balance que en Canarias es igual de inquietante. Perdieron las islas el año pasado 1,2 millones de turistas extranjeros y 4 millones de viajeros. Es la primera vez que no se alcanza el total de 8 millones de visitas, la peor cifra de la década.
Las mismas causas: bajón en los mercados emisores. Y como remedio, según dicen algunos responsables gubernamentales de la Comunidad Autónoma, reducción de las tasas aeroportuarias. Curioso que sean quienes la piden los mismos que en su momento defendieron su aplicación.
En pleno conflicto con los controladores, a ver cómo se plasma esa disminución que, en cualquier caso, no parece la panacea. El sector, en vísperas de la importante cita de FITUR -otra vez a leer y escuchar la cantinela del lamento-, debe reflexionar sobre la calidad de la oferta, sobre la fortaleza y las debilidades de la misma para intentar recuperar cuotas de mercado: con las más recientes, se demuestra que la productividad se resiente y que la economía a duras penas resiste.
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