Afronta el socialismo canario tras su congreso extraordinario algunas asignaturas pendientes, como por ejemplo su estrategia política en Santa Cruz de Tenerife, plaza que le resulta maldita desde 1979. Desde entonces se han ido sucediendo pobres resultados, decapitación de candidatos, descrédito inducido de posibles aspirantes, carencia de liderazgos, acción política deficiente a tenor de una implantación territorial y de una penetración en el tejido social manifiestamente mejorables... todo ello consecuencia, en buena medida, de históricas pugnas intestinas que las sucesivas direcciones han sido incapaces de superar. Personalismos, enfrentamientos de familias, deserciones, papeles institucional y orgánico confundidos y fiascos sucesivos han ido mermando las posibilidades y el crédito de una opción política sobre la que debe gravitar cualquier intento de mejorar posiciones para acceder al Gobierno de Canarias y al Cabildo Insular. Dicho en otras palabras: si la plaza principal, electoralmente hablando, no responde, difícilmente podrá alcanzar cuotas de poder.
Lo peor para el PSOE capitalino es que, a estas alturas, apenas emerge como alternativa real al evidente desastre de la gestión gubernamental del presente mandato que, sumado a las rémoras y desgaste de los anteriores, así como al agotamiento del proyecto insularista y al entreguismo ilimitado del Partido Popular, propician unas coordenadas muy asequibles para intentar acceder al gobierno municipal.
En ellas hay que situar, por cierto, el creciente descontento de buena parte de la población, recelosa con la revisión del Plan General de Ordenación (PGO) hasta los términos que significaron sus manifestaciones en las calles santacruceras, el malestar multiplicado en foros y tribunas digitales y el claro desbordamiento de los recursos disponibles para contrarrestar aquéllas y sus antecedentes. Algo se movía en Santa Cruz, escribimos. Parecía como si esos sectores ciudadanos hubieran dicho ¡basta ya! y por primera vez en mucho tiempo se advirtiera que, perdidos los miedos y las dependencias, hartos de maniobras especulativas y temerosos de que los 'fuera de ordenación' se convirtieran en otro terreno abonado para negocios turbios, esos sectores ciudadanos proclamaran su cansancio y su sensibilidad.
Cabe preguntarse si el PSOE capitalino está rentabilizando esas circunstancias sociológicas que, en otras ciudades, por cierto, sentaron precedentes de tendencias y resultados electorales que cambiaron colores de gobierno. Es como si le hubiesen servido en bandeja uno de los planteamientos más apetitosos para hacer política cercana de verdad, para explicar a fondo el alcance de los supuestos desaguisados del Plan General de Ordenación y para convencer a muchas personas de que hay alternativa a ese PGO, acaso la plasmación, la prueba palmaria del agotamiento al que hemos hecho referencia. No es para pedir frutos a corto plazo pero es evidente que la ocasión no se puede dejar pasar.
Y no sólo esa bandeja, porque en el controvertido mandato que afronta su última recta anual hay también otras claramente indicadoras de que el ánimo crítico de la ciudadanía gana enteros. Entre los asuntos pendientes de resolución judicial y los de naturaleza política preñados de rupturas y recomposiciones de alianzas, ambivalencias, desaciertos e irregularidades, la oposición -esa oposición a la que parecen condenados los socialistas capitalinos- tiene mucho donde escarbar para cumplir con la tarea de fiscalizar pero también mucho donde forjar una alternativa real, sólida y creíble.
Pero ésta debe ser la resultante de muchas cosas, entre ellas la cohesión de la que carecen y el arropamiento indispensable para embarcarse en un proyecto que empieza por sacar del desencanto y del desapego a mucha gente no sólo de las propias filas sino de los sectores ciudadanos que se resignan y que abonan los porcentajes del absentismo en las urnas. Unos y otros reclaman seriedad, hasta otro estilo de gobernar: se han cansado de personalismos estériles y de oscurantismos que han hecho aumentar la desconfianza de quienes se conformaban, qué vas a hacer si esto es lo que hay.
Esa alternativa, con los considerandos reseñados y con otros que seguro se pueden añadir, no se logra en un breve lapso de tiempo. Al menos eso lo tendrán claro. Porque algo se sigue moviendo en Santa Cruz. Servido en bandeja.
Lo peor para el PSOE capitalino es que, a estas alturas, apenas emerge como alternativa real al evidente desastre de la gestión gubernamental del presente mandato que, sumado a las rémoras y desgaste de los anteriores, así como al agotamiento del proyecto insularista y al entreguismo ilimitado del Partido Popular, propician unas coordenadas muy asequibles para intentar acceder al gobierno municipal.
En ellas hay que situar, por cierto, el creciente descontento de buena parte de la población, recelosa con la revisión del Plan General de Ordenación (PGO) hasta los términos que significaron sus manifestaciones en las calles santacruceras, el malestar multiplicado en foros y tribunas digitales y el claro desbordamiento de los recursos disponibles para contrarrestar aquéllas y sus antecedentes. Algo se movía en Santa Cruz, escribimos. Parecía como si esos sectores ciudadanos hubieran dicho ¡basta ya! y por primera vez en mucho tiempo se advirtiera que, perdidos los miedos y las dependencias, hartos de maniobras especulativas y temerosos de que los 'fuera de ordenación' se convirtieran en otro terreno abonado para negocios turbios, esos sectores ciudadanos proclamaran su cansancio y su sensibilidad.
Cabe preguntarse si el PSOE capitalino está rentabilizando esas circunstancias sociológicas que, en otras ciudades, por cierto, sentaron precedentes de tendencias y resultados electorales que cambiaron colores de gobierno. Es como si le hubiesen servido en bandeja uno de los planteamientos más apetitosos para hacer política cercana de verdad, para explicar a fondo el alcance de los supuestos desaguisados del Plan General de Ordenación y para convencer a muchas personas de que hay alternativa a ese PGO, acaso la plasmación, la prueba palmaria del agotamiento al que hemos hecho referencia. No es para pedir frutos a corto plazo pero es evidente que la ocasión no se puede dejar pasar.
Y no sólo esa bandeja, porque en el controvertido mandato que afronta su última recta anual hay también otras claramente indicadoras de que el ánimo crítico de la ciudadanía gana enteros. Entre los asuntos pendientes de resolución judicial y los de naturaleza política preñados de rupturas y recomposiciones de alianzas, ambivalencias, desaciertos e irregularidades, la oposición -esa oposición a la que parecen condenados los socialistas capitalinos- tiene mucho donde escarbar para cumplir con la tarea de fiscalizar pero también mucho donde forjar una alternativa real, sólida y creíble.
Pero ésta debe ser la resultante de muchas cosas, entre ellas la cohesión de la que carecen y el arropamiento indispensable para embarcarse en un proyecto que empieza por sacar del desencanto y del desapego a mucha gente no sólo de las propias filas sino de los sectores ciudadanos que se resignan y que abonan los porcentajes del absentismo en las urnas. Unos y otros reclaman seriedad, hasta otro estilo de gobernar: se han cansado de personalismos estériles y de oscurantismos que han hecho aumentar la desconfianza de quienes se conformaban, qué vas a hacer si esto es lo que hay.
Esa alternativa, con los considerandos reseñados y con otros que seguro se pueden añadir, no se logra en un breve lapso de tiempo. Al menos eso lo tendrán claro. Porque algo se sigue moviendo en Santa Cruz. Servido en bandeja.
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