Cuando ya se ha iniciado en la práctica totalidad de las formaciones políticas la carrera hacia las elecciones autonómicas y locales del año próximo, es necesario hacer hincapié en la importancia de la participación de la ciudadanía.
Ya circulan informaciones y comentarios sobre candidaturas y sobre pronósticos. Por supuesto, la importancia de las personas. Pero en circunstancias como las que concurren, será interesantísimo comprobar hasta dónde llega la capacidad de las organizaciones políticas para idear y proponer medidas valientes y alternativas. En este sentido, a ver qué dicen y qué hacen con la participación social.
Los responsables y cargos públicos están obligados a impulsar la calidad democrática. Y esto sólo es posible fomentando esa participación. Hay que contar más con la gente. No sólo para conocer sus inquietudes, preocupaciones y demandas sino para acercarla a la política
Fomentar significar propiciar y facilitar nuevos canales y nuevas fórmulas que superen los esquemas que han sustentado hasta ahora la relación entre gobernantes y gobernados.
La calidad democrática permitirá motivar, aproximar y conquistar dos objetivos:
1º Recuperar la credibilidad de la clase política, tan denostada a lo largo de los últimos tiempos por una serie de circunstancias negativas. Entre todos hemos de lograr que la política sea una actividad noble y respetada. Si somos conscientes de que hay unas sólidas bases participativas, estamos en condiciones de alcanzarlo.
2º Transparentar la vida pública en todos los sentidos, hacer que el funcionamiento de la Administración sea más claro y más ágil. El previsible auge de las redes sociales y la aplicación imparable de las nuevas tecnologías han de contribuir a la madurez de la sociedad democrática.
Ese es el fundamento del ‘salto cualitativo’ que hay que dar desde convocatorias serias encaminadas a incentivar el quehacer de responsables políticos en el ámbito de la participación y desde programas que contengan propuestas atrayentes y viables. De todo ello deben salir, seguro, provechosas conclusiones para avanzar en esta materia y en la propia convivencia política del futuro.
Hemos de hacer un esfuerzo, en definitiva, para que las prácticas participativas sean un hecho usual y positivo. La experiencia acumulada debe servir pero es necesario refrescarla e innovarla. Estamos convencidos de que impulsarán otras cualidades como el conocimiento, el respeto y la tolerancia.
Es como de verdad se podrá contrastar la madurez de la sociedad del siglo XXI.
Ya circulan informaciones y comentarios sobre candidaturas y sobre pronósticos. Por supuesto, la importancia de las personas. Pero en circunstancias como las que concurren, será interesantísimo comprobar hasta dónde llega la capacidad de las organizaciones políticas para idear y proponer medidas valientes y alternativas. En este sentido, a ver qué dicen y qué hacen con la participación social.
Los responsables y cargos públicos están obligados a impulsar la calidad democrática. Y esto sólo es posible fomentando esa participación. Hay que contar más con la gente. No sólo para conocer sus inquietudes, preocupaciones y demandas sino para acercarla a la política
Fomentar significar propiciar y facilitar nuevos canales y nuevas fórmulas que superen los esquemas que han sustentado hasta ahora la relación entre gobernantes y gobernados.
La calidad democrática permitirá motivar, aproximar y conquistar dos objetivos:
1º Recuperar la credibilidad de la clase política, tan denostada a lo largo de los últimos tiempos por una serie de circunstancias negativas. Entre todos hemos de lograr que la política sea una actividad noble y respetada. Si somos conscientes de que hay unas sólidas bases participativas, estamos en condiciones de alcanzarlo.
2º Transparentar la vida pública en todos los sentidos, hacer que el funcionamiento de la Administración sea más claro y más ágil. El previsible auge de las redes sociales y la aplicación imparable de las nuevas tecnologías han de contribuir a la madurez de la sociedad democrática.
Ese es el fundamento del ‘salto cualitativo’ que hay que dar desde convocatorias serias encaminadas a incentivar el quehacer de responsables políticos en el ámbito de la participación y desde programas que contengan propuestas atrayentes y viables. De todo ello deben salir, seguro, provechosas conclusiones para avanzar en esta materia y en la propia convivencia política del futuro.
Hemos de hacer un esfuerzo, en definitiva, para que las prácticas participativas sean un hecho usual y positivo. La experiencia acumulada debe servir pero es necesario refrescarla e innovarla. Estamos convencidos de que impulsarán otras cualidades como el conocimiento, el respeto y la tolerancia.
Es como de verdad se podrá contrastar la madurez de la sociedad del siglo XXI.
(Publicado en tribunamunicipal.es 24 noviembre 2010)
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