viernes, 26 de noviembre de 2010

TEST DE ESTRÉS

Ha sido en el presente mandato cuando más se ha hablado de la situación económico-financiera de los cabildos insulares. La crisis y sus recortes también han afectado a estas instituciones de la Comunidad Autónoma; la merma de ingresos, especialmente los procedentes del Gobierno de Canarias y de los recursos del Régimen Económico Fiscal (REF), ha elevado como no se conocía hasta ahora la preocupación de los presidentes que, agotadas las vías de la negociación y ante la intransigencia del anterior vicepresidente del ejecutivo autonómico, decidieron entablar un contencioso.

Hasta esos hechos, a diferencia de lo que ocurre con otras entidades locales, apenas ha habido debates sobre la salud de las haciendas cabildicias. Hasta los de las islas no capitalinas gozaron de etapas de esplendor económico, de desahogo, lo que les permitió disponer de importantes recursos para afrontar, en el marco de sus competencias, planes provinciales, convenios de cooperación y diversas iniciativas en campos de actuación como el turístico o el sanitario. Ni siquiera los grupos políticos en la oposición, de todo signo, han podido o han sabido elaborar un discurso y un presupuesto alternativos. En fin, no ha habido grandes controversias.

Por eso llama la atención que, con esos antecedentes y en la presente coyuntura, el presidente del Cabildo Insular de Gran Canaria, José Miguel Pérez, haya tomado la valiente decisión de someter a examen de los expertos independientes la situación económico-financiera de la institución. Es un examen que popularmente se conoce ya por test de estrés, con el que se pretende no sólo tener un retrato fiel de la realidad sino disponer de bases sólidas para saber hasta dónde se puede llegar, tal como evoluciona la crisis y cómo ésta condiciona el futuro.

No hay antecedentes similares en el conjunto de las administraciones públicas canarias, luego teniendo en cuenta las circunstancias que concurren, la determinación de Pérez debe servir hasta para valorar de otra manera el papel de los cabildos. Si los resultados del examen aportan luz y sirven de guía para los futuros dirigentes de la institución -esto es, hay que cumplir directrices; si no, se autoengañan- puede que los negros nubarrones del presente se disipen y dejen paso a una confianza recobrada y a una transparencia administrativa absolutamente indispensable en el funcionamiento del edificio institucional de la Comunidad Autónoma.

El test de estrés, según se ha sabido, permitirá analizar a fondo hechos como el nivel de endeudamiento, la estabilidad presupuestaria, el coste financiero de los pasivos, la situación de la tesorería, los flujos financieros y los sistemas de gestión de ingresos, es decir, los pilares del funcionamiento de una institución que sigue siendo muy apreciada por los habitantes de cada isla, posiblemente aún identificados con una idea paternalista de cómo se han desenvuelto los cabildos, en otras palabras, de cómo atendían demandas allí donde la acción del Estado o de otras administraciones no llegaba o no alcanzaba. La población de ahora lo que espera de su cabildo es que tenga capacidad inversora y que realice eficazmente las prestaciones que por norma le corresponde.

La iniciativa del presidente del Cabildo de Gran Canaria, aparte de novedosa, es lo suficientemente atrayente como para significar un antes y un después. Se ha dicho hasta la saciedad: en tiempos de vacas flacas no se puede quedar nadie de brazos cruzados. Y también: en esos tiempos, surgen oportunidades para corregir y recomponer. El test de estrés es una primera experiencia y hecho con rigor, desde la independencia, ha de aportar una visión que contribuya a un funcionamiento más ágil y eficiente de la administración cabildicia. Lo que la ciudadanía quiere.

Atentos pues.





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