martes, 9 de noviembre de 2010

ENMIENDA TRASCENDENTE

Vamos a jugar con los presupuestos, vamos a entretenernos ahora que se avecinan pugnas de todo tipo y se trata de llegar a Navidad y carnavales lo más enteros posibles, se han dicho (un suponer) los responsables de los Presupuestos Generales de la Comunidad Autónoma el año próximo.

El espectáculo ha sido tragicómico. Como si los canarios no tuvieran suficiente con todas sus tribulaciones y con las añadidas que tengan relación con la política, han asistido atónitos -¿o no tanto?- a la controversia del primer trámite aprobatorio de las cuentas públicas, las cuasi póstumas de José Manuel Soria quien, en una pirueta compartida con Paulino Rivero para demostrar que el más difícil todavía es posible en la pista política canaria, materializó su abandono del ejecutivo con la aprobación de previsiones de ingresos y gastos en el último consejo de gobierno.

Claro que la polémica suscitada sobre si los Presupuestos fueron modificados al alza después del preceptivo acuerdo inicial del ejecutivo, con esa pléyade de paradojas y manifestaciones contradictorias, va a terminar engrosando el vasto anecdotario del surrealismo que envuelve la política canaria y al que no escapan, con su frialdad, los números y la contabilidad, teóricamente, lo más serio que corresponde hacer a quienes detentan el poder. Quienes acusaron de adulteración presupuestaria no han aportado una prueba ni han presentado públicas disculpas por lo que pudo haber sido un error de cálculo ¿intencionado?

Lo grave, a medida que se van conociendo contenidos y los primeros análisis de las cuentas, es que se trata de unos presupuestos durísimos, estrechos, asfixiados. El Gobierno no encuentra más fuentes de ingresos, entre otras causas, porque decidió no subir los impuestos. El ajuste afecta al capítulo de gastos en 857 millones de euros. Los recortes correspondientes se registrarán en sanidad, educación y servicios sociales, lo que, por mucho que se empeñen en negarlo, afectará al funcionamiento de servicios públicos determinados.

Este es el fondo de la cuestión. Y ahí es donde habrá que ver cuál es el margen de maniobra de las partes, hasta dónde llega la cintura política de quienes tienen la responsabilidad de contar con una herramienta básica para que la Administración funcione.

Quede claro: estos son los Presupuestos del pacto CC+PP, una “familia” hasta hace pocas fechas, plato amargo añadido después de la fractura para satisfacer a Mariano Rajoy, que ya te rondará en junio del año próximo. Pero se las arreglarán para colocar la pelota en el tejado de la oposición socialista: ya saben, los acuerdos alcanzados en Madrid para aprobar las cuentas del Estado. Ello puede condicionar su posición pero no hasta el punto de la enmienda a la totalidad que cabe augurar teniendo en cuenta los antecedentes de ejercicios anteriores, cuando no existían las “ataduras” que comentamos. Ahora tendrá, desde luego, mucho más valor.

Esa enmienda no sólo debe tener un efecto liberatorio sino que ha de representar una prueba de responsabilidad política y la alternativa sólida y creíble que los ciudadanos canarios aguardan de una representación de su voluntad, siquiera para comprobar que con los dineros de todos no se juega ni se especula.

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