martes, 2 de septiembre de 2014

LA CRUDA FORJA DE UN LIDERAZGO

El más difícil de los retos que tiene ante sí Pedro Sánchez, el nuevo secretario general del PSOE, es persuadir, convencer a fieles y a críticos de que su discurso es consecuente y de que las decisiones que va adoptando como primer responsable del socialismo español responden a las circunstancias que concurrieron en su elección y a las que, en un marco general de crisis política, aún hoy condicionan muchísimo la recuperación de espacios políticos y respaldos electorales.
         A estas alturas, Sánchez debe ser consciente de que diga lo que diga, haga lo que haga, habrá incrédulos, militantes descontentos y sectores ciudadanos desencantados. Van a enjuiciarle por todos lados, no solo desde la hostilidad mediática que seguirá entretenida con ‘Podemos’, consciente de la rentabilidad electoral que eso le reporta al Partido Popular (PP). Hace mucho tiempo, por errores propios y porque propinar leña al socialismo no hace daño y hasta da caché, que las determinaciones de los dirigentes socialistas son juzgadas implacablemente, casi sin misericordia, como si estuvieran gobernando.
         Por eso, sus primeros pasos han sido seguidos con interés. Hasta sus gestos. Y sus poses. En algunos de ellos no ha podido rebasar el listón que los radicales y los más críticos colocaron apenas una semana después de su victoria. El período vacacional le venía bien, debía aprovechar el relajamiento derivado para ir abriéndose paso y colocar algunos mensajes. Hasta para dar sensación, vaya, de que no tomaba vacaciones. O que si andaba en medio de éstas, oye, pues nada, reuniones con dirigentes territoriales, sectoriales e institucionales, declaraciones sobre la actualidad del día y visitas a localizaciones más o menos potentes, especialmente en el ámbito de los centros de servicios sociales.
         Y en ese aspecto, ha cumplido. Se ha desenvuelto con pasos respetables y estimables, sobre todo a la hora de tomar la iniciativa, de ponerse por delante del partido gubernamental. Para el aludido y primordial objetivo de la recuperación, el secretario general de los socialistas españoles tenía que ser lo más pragmático posible en el sentido de ofrecer propuestas creíbles y aplicar medidas de la forma más concreta posible. La creación de un subsidio de cuatrocientos veintiséis euros para desempleados sin prestaciones y con cargas familiares, por ejemplo, fue una de las demandas que trasladó al presidente Rajoy antes de que, como Proposición No de Ley, iniciara su tramitación en las Cortes. No se trata de una concesión a la galería pues, de prosperar, la medida afectaría a un millón de personas aproximadamente en tanto que su financiación podría hacerse con cargo al ahorro de unos seis mil millones de euros que habrá a final del presente ejercicio presupuestario que el propio Gobierno ha presupuestado en concepto de protección por desempleo.
         Pedro Sánchez, además, ha sido contundente en su oposición a la pretensión de Mariano Rajoy de elegir a los alcaldes en la próxima convocatoria de mayo según un nuevo criterio, el de la lista más votada.
         Que cumpliera con lo dicho en la pasada campaña electoral europea de no votar a Juncker como presidente de la Comisión Europea (CE); y se siga mostrando crítico con la reforma fiscal del PP, al tiempo que ofrece una alternativa basada en que debe pagar más quien más tiene y en una lucha seria y claramente comprometida contra el fraude fiscal, han ido configurando un liderazgo político al que aún queda la determinación de varios asuntos orgánicos y atravesar el Rubicón de los debates parlamentarios.

         Claro que persuadir, convencer a fieles y a críticos hasta robustecerse políticamente no resultará un chiste fácil. Pero ahí estriba la cruda forja de un liderazgo.

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