lunes, 12 de enero de 2015

ERTE EN EL LAGO

Algo ha estado ocurriendo en el complejo turístico ‘Costa Martiánez’ y ha trascendido ahora, a poco más de cien días de las próximas elecciones municipales, cuando los grupos de oposición -en una de sus escasas iniciativas conjuntas que, de haberse prodigado, hubieran hecho menos plácido el mandato al bipartito, al menos desde el ángulo de la fiscalización- han denunciado la aplicación de un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) por parte de la empresa concesionaria de los servicios de bares y restauración. Los datos asustan: el ERTE reduciría al cincuenta por ciento la jornada laboral de 35 de los 48 empleados durante un período de veinte meses en los dos próximos años.
         Sería bueno conocer los actos del procedimiento administrativo seguido para operar los cambios en el modelo de gestión del complejo, sobre todo, qué órganos institucionales los adoptaron, si se partió de un concurso libre para la mejor defensa de los intereses municipales y si, convocado aquél o utilizada alguna otra figura de esas que los técnicos tienen a mano para situaciones que requieren de soluciones de emergencia, las decisiones son  consecuentes, no solo desde el punto de vista jurídico-administrativo sino también desde el ángulo político. Desde luego, hasta donde alcanza la memoria, los mismos grupos de oposición que ahora critican el ERTE no plantearon iniciativas para saber, a ciencia cierta, qué estaba fraguándose en el complejo sobre el que planeaba la alargada y no escondida sombra de la privatización. El gobierno local, mientras tanto, a lo suyo: cuanto menos se sepa, mejor. Si se da idea de normalidad en el funcionamiento, con inserciones publicitarias, estupendo.
         Independientemente de las circunstancias, los hechos dan a entender que estamos ante otra prueba del fracaso de una continuada política de privatizaciones o gestión indirecta de algunos servicios públicos. Otra demostración de que el sector privado ni es la panacea ni gestiona mejor. Lo que ocurre es que el complejo era el último bastión, la joya de la corona, con sus valores sentimentales e identitarios. Y era normal defenderlos de ciertas fiebres con todas las consecuencias. De ahí, nuestra postura de oposición frontal con la que logramos frenar en su día una voluntad política que estaba cantada. Si, como dice la oposición, la empresa concesionaria adeuda unos ochocientos mil euros a la Seguridad Social, hay que preguntar qué negocio ha hecho el Ayuntamiento con esta fórmula que desahoga un ERTE con la natural inestabilidad para los trabajadores. ¿Cuánto ha ingresado la administración local a partir de un supuesto canon o de un acuerdo sucedáneo supuestamente contratado?
         Lo que va de ayer a hoy: los récords y el prestigio de otrora dejan paso a imposibilidad manifiesta de gestionar con garantías los centros de producción. Y eso que se los dan hechos.  

         

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