martes, 27 de enero de 2015

RAZONES PARA EL OPTIMISMO

Miquel Pellicer y Marta Franco nos invitan. Optimismo para periodistas (Editorial UOC), es el título de su libro, en el que contemplan la botella medio llena, como si quisieran estimular los valores de la profesión periodística, ahora agrupados en torno a un nuevo concepto, periodismo emprendedor, esto es, la experimentación y la multiplicidad de opciones para desarrollar iniciativas que cuajen en buenos y nuevos productos que, a su vez, terminen convirtiéndose en vía de realización personal y profesional, en medio de vida, vaya.
         De sus respuestas en una entrevista aparecida en trecebits.com, llama la atención que partan de esta premisa: “El poder ahora no está en la información sino en cómo la compartimos”. Consideran que es una clave para que el periodismo siga siendo el oficio más bonito del mundo. Aquella vieja y tradicional idea, quien tiene la información, tiene el poder, varía sustancialmente: hay que saber administrarla, hay que acertar a la hora de distribuirla y compartirla porque eso significará enriquecerla, además de proporcionar solidez y fiabilidad.
         “Contamos con una audiencia omnipresente interconectada que quiere participar”, afirman Pellicer y Franco que ‘sueñan’ (literalmente) con seguir  explicando “historias cotidianas con ética y compromiso social teniendo a la gente más cerca que nunca”. Y ahí despliegan todo el abanico de la interacción porque es verdad que nunca antes hubo tanta información como ahora, nunca tantos canales abiertos, nunca tanto consumo fácilmente accesible. Y lo que es más: los periodistas, como no lo habían hecho en otro tiempo,  disponen de instrumentos de todo tipo para aprender, para contrastar, para inspirar y formar a los destinatarios de sus productos. Contactar con teórica facilidad con sus fuentes y compartir su contenido completan un ejercicio apasionante: informar y comunicar; hacerlo, además, sabiendo que hay que estar a la altura de las exigencias de nuestro tiempo.
         Por ahí destilan su optimismo, entre otros factores, los autores de este libro que piden olvidarse del muro de las lamentaciones erigido en las redacciones el cual impide “reinventarnos”. Y es que, admiten, Internet ha venido para revolucionar no solo la propia realización de la profesión sino los formatos y los contenidos, en definitiva, la misma relación con las audiencias.

         Hay razones. Cuestión de asimilarlas y de dar un salto. La nueva era lo requiere.

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