jueves, 19 de febrero de 2009

REIVINDICAR LA CONSTANCIA

Es probable que recuerden las imágenes de hace apenas dos años. Fueron los periodistas quienes le dieron la noticia. La esperaban en el exterior de su casa y allí la felicitaban al haber sido distinguida con el Premio Nobel de Literatura. Su cara, su sonrisa reflejaban la modestia y la humildad.
Las referencias hicieron que aumentara el interés por la biografía y por la obra de Doris Lessing, nacida en la antigua Persia y nacionalizada británica. Sabíamos de su compromiso por el feminismo y de "El cuaderno dorado", convertido precisamente en una especie de estandarte de las reivindicaciones. Y leyendo algo más, sobre todo cuando ha sido necesario documentarse sobre la lucha de las mujeres por la igualdad, descubrimos que su obra, desde aquel primer título "Canta la hierba", ha estado caracterizada por los desengaños sociales y políticos.
Hay una frase suya aquí al lado, en EL DESPIECE, que es un pensamiento extraordinario para entender la realidad de nuestros días: "El talento es algo corriente. No escasea la inteligencia sino la constancia". Y es verdad: nadie discute lo de la generación mejor preparada ni los espectaculares avances de la sociedad del conocimiento. Talento, claro que hay talento. Y la inteligencia aflora, se palpa. Pero luego se evaporan. Porque falta la constancia, porque no hay continuidad en muchas acciones, porque predomina la rutina, porque es muy fácil acceder a los bienes de consumo y luego se pierde la motivación.
Con Doris Lessing, reivindiquemos la constancia. La escritora, según registra una enciclopedia, tuvo capacidad para transmitir la épica de la experiencia femenina y narrar la división de la civilización con escepticismo, pasión y fuerza visionaria.
Si unió estos tres factores, es que atesoró constancia.
Que las nuevas generaciones se apliquen. Va con ellas. Bueno, va con todos. Especialmente ahora, en que esa virud resulta primordial para cualquier alternativa a la crisis.

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