miércoles, 15 de abril de 2009

ESTAMPA DE ABANDONO

La estampa produce un efecto desconsolador, la verdad.
Parecen los restos de una etapa de opulencia tecnológica, de la sociedad que se sigue llamando de la información.
Es una estampa para contrastar, una vez más, las desigualdades, los descuidos, la desidia y hasta las inversiones improductivas.
La estampa es esa: terminales de ordenador, pantallas y monitores esparcidos o amontonados, a veces hasta rendidos completamente sobre el suelo. En una dependencia, a menudo en cualquier pasilllo. Más o menos visibles.
Los contrastes: en algunos lugares se aspira o se habla ya de un ordenador por alumno y en otros aparecen como inservibles. En muchos sitios apenas se sabe lo que es la computadora, incluso hasta están prohibidos determinados usos de la misma, y en otros se tira o se abandona. En casi todas partes se necesita, hasta se suspira por ella. Y en otras aguarda unos brazos amigos que se compadezcan y la trasladen a algún espacio con la esperanza de reutilización o de reciclaje.
El desconsuelo de la estampa es mayor cuando de la Administración se trata. Hoy en día, cuando ya es impensable el trabajo burocrático sin estos aparatos, resulta deprimente comprobar que hay recursos desperdiciados, por mucho jugo que le hayan sacado a las máquinas durante su etapa vital. En ayuntamientos o en organismos públicos, donde se registra la realidad del abandono, donde se acumula el polvo, la realidad es más doliente.
Cuánto dinero malgastado, cuántas oportunidades perdidas, cuánta tecnología desaprovechada, cuántas necesidades aún por satisfacer...
A ver si alguien se apiada. A ver si alguien inicia una campaña de recuperación. Lo que sea para acabar con esa estampa.

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