Ahora que ya hay confirmaciones periodísticas de que no va a continuar y antes de que la vorágine de la campaña nos envuelva, glosemos la contribución del lanzaroteño Manuel Medina Ortega a la política canaria, hecha en el primero de los foros políticos: el Parlamento Europeo.
De éste se despide después de haber accedido a un escaño en 1986, cuando se completaba, de alguna manera, la plena incorporación de España a la entonces denominada Comunidad Económica Europea. Medina tenía el perfil idóneo: había ejercido como catedrático de derecho Internacional en la universidad de La Laguna, de la que fue vicerrector, y después anduvo enseñando en la Complutense desde la cátedra de Relaciones Internacionales.
Con dotes de diplomático, Felipe González entendió muy bien que los asuntos de Canarias que habrían de negociarse y debatirse en el Parlamento Europeo (PE) iban a tener en Medina Ortega un adalid de primer nivel. Serio, caballeroso, riguroso, realista, respetado… el profesor Medina tenía el suficiente predicamento y gozaba de la necesaria confianza política como para afrontar la interlocución ante las autoridades comunitarias.
A medida que crecía su prestigio en la eurocámara, se desenvolvía en las entretelas de los debates y de las negociaciones con permanente motivación y con clara voluntad de aportar resultados prácticos. Desde aquella modalidad de integración de Canarias en las estructuras comunitarias de la primera legislatura autonómica, desde aquel célebre Protocolo II hasta nuestros días, con la actual configuración de la Unión Europea (UE) y el tratamiento específico de la ultraperificidad en los tratados y acuerdos suscritos, Manuel Medina ha sido un valedor esencial de los intereses canarios en Bruselas y Estrasburgo.
Medina trabajó con denuedo a favor del sector primario canario, de la salvaguardia de la comercialización de plátanos y tomates producidos en las islas, del proteccionismo de nuestra flota pesquera… Y también del sector servicios, consciente de lo representa el turismo en nuestro producto interior.
Con Medina Ortega -y con otros eurodiputados canarios, desde luego- fue posible familiarizarse con siglas como PAC, REGIS, INTERREG y POSEI. Siempre estuvo presto para explicar una asignatura que parecía -y de hecho lo es- complicada: la estructura y el funcionamiento de la Unión Europea (UE). Por eso, siempre se prestó a un ejemplar papel de anfitrión en los viajes que desde su grupo parlamentario se organizaban para conocer in situ las instituciones comunitarias.
Durante más de veintitrés años, Manuel Medina se ha granjeado el aprecio y la consideración de cuantos han contrastado su capacidad. Enemigo de los espectáculos circenses, profesoral más que mitinero, dialogante y transigente, firme en sus convicciones… Fue el presidente y el portavoz de los eurodiputados socialistas. Lo hizo bien. Y Canarias tiene motivos para reconocerle esa aportación, plasmada también en ponencias, monografías y artículos periodísticos, además del blog del que aún sigue siendo titular.
En cierta ocasión, compartimos tribuna en el parque San Francisco con él y con Fernando Morán. Años más tarde, anticiparía los contenidos del programa REGIS en un programa radiofónico que resultó premiado. Siempre atendió cualquier consulta que se le hizo ya desde un menester periodístico ya desde cualquier desempeño político.
Medina Ortega dice adiós desde su escaño europeo. Lo hace conforme a su personalidad, sin alharacas. Para Canarias, ha sido un privilegio. Para quienes le conocemos, sabemos que se ha comportado como un caballero de la política y que ha prestado unos servicios extraordinarios. El tiempo hará justicia a su contribución sin la cual no se entendería, por supuesto, el papel y la evolución de Canarias en el ámbito comunitario.
Loli agradecerá esta retirada. Por fin le tiene en casa.
De éste se despide después de haber accedido a un escaño en 1986, cuando se completaba, de alguna manera, la plena incorporación de España a la entonces denominada Comunidad Económica Europea. Medina tenía el perfil idóneo: había ejercido como catedrático de derecho Internacional en la universidad de La Laguna, de la que fue vicerrector, y después anduvo enseñando en la Complutense desde la cátedra de Relaciones Internacionales.
Con dotes de diplomático, Felipe González entendió muy bien que los asuntos de Canarias que habrían de negociarse y debatirse en el Parlamento Europeo (PE) iban a tener en Medina Ortega un adalid de primer nivel. Serio, caballeroso, riguroso, realista, respetado… el profesor Medina tenía el suficiente predicamento y gozaba de la necesaria confianza política como para afrontar la interlocución ante las autoridades comunitarias.
A medida que crecía su prestigio en la eurocámara, se desenvolvía en las entretelas de los debates y de las negociaciones con permanente motivación y con clara voluntad de aportar resultados prácticos. Desde aquella modalidad de integración de Canarias en las estructuras comunitarias de la primera legislatura autonómica, desde aquel célebre Protocolo II hasta nuestros días, con la actual configuración de la Unión Europea (UE) y el tratamiento específico de la ultraperificidad en los tratados y acuerdos suscritos, Manuel Medina ha sido un valedor esencial de los intereses canarios en Bruselas y Estrasburgo.
Medina trabajó con denuedo a favor del sector primario canario, de la salvaguardia de la comercialización de plátanos y tomates producidos en las islas, del proteccionismo de nuestra flota pesquera… Y también del sector servicios, consciente de lo representa el turismo en nuestro producto interior.
Con Medina Ortega -y con otros eurodiputados canarios, desde luego- fue posible familiarizarse con siglas como PAC, REGIS, INTERREG y POSEI. Siempre estuvo presto para explicar una asignatura que parecía -y de hecho lo es- complicada: la estructura y el funcionamiento de la Unión Europea (UE). Por eso, siempre se prestó a un ejemplar papel de anfitrión en los viajes que desde su grupo parlamentario se organizaban para conocer in situ las instituciones comunitarias.
Durante más de veintitrés años, Manuel Medina se ha granjeado el aprecio y la consideración de cuantos han contrastado su capacidad. Enemigo de los espectáculos circenses, profesoral más que mitinero, dialogante y transigente, firme en sus convicciones… Fue el presidente y el portavoz de los eurodiputados socialistas. Lo hizo bien. Y Canarias tiene motivos para reconocerle esa aportación, plasmada también en ponencias, monografías y artículos periodísticos, además del blog del que aún sigue siendo titular.
En cierta ocasión, compartimos tribuna en el parque San Francisco con él y con Fernando Morán. Años más tarde, anticiparía los contenidos del programa REGIS en un programa radiofónico que resultó premiado. Siempre atendió cualquier consulta que se le hizo ya desde un menester periodístico ya desde cualquier desempeño político.
Medina Ortega dice adiós desde su escaño europeo. Lo hace conforme a su personalidad, sin alharacas. Para Canarias, ha sido un privilegio. Para quienes le conocemos, sabemos que se ha comportado como un caballero de la política y que ha prestado unos servicios extraordinarios. El tiempo hará justicia a su contribución sin la cual no se entendería, por supuesto, el papel y la evolución de Canarias en el ámbito comunitario.
Loli agradecerá esta retirada. Por fin le tiene en casa.
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