lunes, 4 de mayo de 2009

ESCOMBROS EN LOS CONTENEDORES

Un operario del servicio de limpieza y recogida domiciliaria de basuras de la ciudad está atento, mediodía del festivo, a la aparición del sospechoso. Revela:
"Hace unas fechas, alguien depósitó en los contenedores bolsas de escombros. Al volcarlos sobre el camión, el tambor interior que ha de triturar los residuos se bloqueó. La avería fue grve. El camión quedó inutilizado doce días, hasta que trajeron unas piezas y lo pudieron arreglar".
Sospechan de alguien. Pero ese alguien no aparece. Quizá se ha percatado de la presencia del operario. Y entonces no saca más bolsas de escombros. O quizá conozca el alcance de su acto irresponsable.
Porque es una irresponsabilidad, no digan ustedes. Ni siquiera para algo tan elemental como es la separación de los residuos, cada uno en su contenedor, que para eso stán de distintos colores,se respeta. O, simplemente, se sigue la información, las recomendaciones que vienen teniendo vigencia desde una directiva de la Unión Europea. Si así se comportan algunos, qué puede esperarse. Y todavía cuestionan acudir a las urnas el próximo 7 de junio, cuando se abran las urnas europeas. Si así ha madurado la democracia, si así es el civismo de nuestros tiempos, si así es el comportamiento después de las campañas de comunicación y de sensibilización, si así siguen negando Educación para la Ciudadanía, mejor no pensar en las consecuencias de otros asuntos de más enjundia.
Dicen, y dicen bien, que el grado de madurez y de limpieza de un pueblo se mide por su comportamiento en la calle, en los espacios públicos. Porque -aunque el razonamiento sea discutible- se supone que ahí, en o que es de todos, se conducirá como lo hace en su casa. Y aquí querrá lo mejor. Pues parece que no. Se puede entender que nadie quiere basura ni desperdicios en sus propios lares y que cuanto antes los saques, mejor. Menos moletia, menos bultos, menos olores... Pero eso no empece para hacerlo de la forma más consecuente, cumpliendo las reglas que, por otro lado, tampoco son muy exigentes.
Hace años, en Madrid, en ocasión de recoger una distinción para el municipio que reconocía la eficacia de los servicios y las respuestas de la ciudadanía -sorprendentemente, algunos llegaron a insinuar que el premio había sido pagado en tanto que otros se manifestaban poco menos que molestos e incrédulos-, el alcalde de Vitoria, que habló en nombre de los ayuntamientos galardonados, se preguntaba de qué servía disponer de mil contenedores en la ciudad si luego, cuando aparecían dos con las bolsas por fuera, eso era lo que la gente iba a criticar y lo que el periodismo iba a criticar.
Y hay que entender precisamente que un caso aislado puede causar un daño inmenso. Y es injusto juzgar a la generalidad por ese singular e inapropiado comportamiento.
Lo peor es comprobar que cuando creemos que se han producido avances poco menos que irreversibles, todavía quedan negligentes, incívicos e irresponsables que echan a perder una tarea y dan pie a rechazos más que merecidos.
Por cierto: el operario, conste, no pretendía represalias ni anticipar infracciones. Simplemente, conocerle, darle un folleto con las indicaciones elementales y recordarle lo que supuso y costó su "hazaña": depositar escombros en los contenedores que fueron directamente a los camiones.
Igual aún no lo sabe. Lástima.

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