Es una iniciativa plausible, digna de respaldo.
El nombre de Agatha Christie, la escritora británica, va a quedar definitivamente vinculado al Puerto de la Cruz. Ya está en marcha la segunda edición de un festival que es un tributo a su obra y que viene a rememorar la estancia de la novelista en la ciudad, allá por los años veinte del pasado siglo, cuando se alojó en el hotel “Taoro”, cuando practicó natación en Martiánez y cuando tuvo tiempo para escribir parte de uno de sus títulos más célebres, “El hombre del mar”, parte de cuya trama se desarrolla en lo que se conoce por La Paz, entre la casa Cólogan y el paseo “Los cipreses”.
La primera se desarrolló entre curiosidad y expectativa. A muchos, los más jóvenes, a los menos atraídos por la literatura de misterio y policíaca, sirvió para descubrir la identidad de esta Dama del Imperio Británico que había vivido muy desde dentro los horrores de la primera guerra mundial y se sintió atraída por las islas tras el conflicto bélico y su primera ruptura matrimonial.
Allí, en las apacibles vías de la urbanización, al borde del acantilado, en presencia de su único nieto, Mathew Prichard, y del documentalista de su obra, John Curran, la sombra de Agatha alargó el interés por su obra y por su personalidad.
Allí, en aquel ambiente que entonces le pudo sugerir elementos adecuados para una de sus novelas, quedó también un busto en el que algo tuvimos que ver, cuando ocupando la alcaldía, impulsamos, junto a la creativa concejala de Educación y Cultura, Angeles Marrero, su elaboración y su emplazamiento.
Ese debió ser el germen de esta convocatoria que en esta segunda edición tiene la sana ambición de ampliar su dimensión y no agotarse en formalidades protocolarias. El festival, entre el 5 y el 14 de junio próximos, engloba proyecciones de películas, representaciones teatrales, una exposición permanente de objetos y pertenencias, una colección de imágenes, una exhibición de coches de época, actividades para escolares y un “Tea Dance” al más puro estilo británico.
El Centro de Iniciativas y Turismo (CIT) de la localidad se ha volcado y hay que congratularse de que la entidad asuma hechos como éste en orden a cumplir con su papel de proyectar de forma imaginativa y original el destino turístico.
En ese sentido, lo esencial es que la gente haga suyo, se identifique con el festival. Lo quiera desde el principio, lo cultive, se integre y termine, cuando se consolide, enorgulleciéndose de él. Ahí está ya el ejemplo de La Pandilla”, un grupo de amigos portuenses que desde el año 2004 anda paseando sus remembranzas y sus dotes artísticas, buena parte de las cuales, por cierto, no pudieron desarrollar cuando andaban en plena juventud. Ahora viven esta segunda etapa con entusiástica madurez, como lo acreditan con su contribución a este festival, y de eso hay que congratularse.
Una sugerencia, antes de expresar el deseo de éxito para los promotores y para cuantos intervengan: a ver si es posible cambiar el nombre de la convocatoria. No es que ‘festival’ sea un término rechazable o inapropiado pero, tratándose de la universalidad de la escritora y de su propia condición literaria, como que conviene encontrar otro sustantivo.
¿Qué tal “Memorial Agatha Christie”?
Ahí queda.
El nombre de Agatha Christie, la escritora británica, va a quedar definitivamente vinculado al Puerto de la Cruz. Ya está en marcha la segunda edición de un festival que es un tributo a su obra y que viene a rememorar la estancia de la novelista en la ciudad, allá por los años veinte del pasado siglo, cuando se alojó en el hotel “Taoro”, cuando practicó natación en Martiánez y cuando tuvo tiempo para escribir parte de uno de sus títulos más célebres, “El hombre del mar”, parte de cuya trama se desarrolla en lo que se conoce por La Paz, entre la casa Cólogan y el paseo “Los cipreses”.
La primera se desarrolló entre curiosidad y expectativa. A muchos, los más jóvenes, a los menos atraídos por la literatura de misterio y policíaca, sirvió para descubrir la identidad de esta Dama del Imperio Británico que había vivido muy desde dentro los horrores de la primera guerra mundial y se sintió atraída por las islas tras el conflicto bélico y su primera ruptura matrimonial.
Allí, en las apacibles vías de la urbanización, al borde del acantilado, en presencia de su único nieto, Mathew Prichard, y del documentalista de su obra, John Curran, la sombra de Agatha alargó el interés por su obra y por su personalidad.
Allí, en aquel ambiente que entonces le pudo sugerir elementos adecuados para una de sus novelas, quedó también un busto en el que algo tuvimos que ver, cuando ocupando la alcaldía, impulsamos, junto a la creativa concejala de Educación y Cultura, Angeles Marrero, su elaboración y su emplazamiento.
Ese debió ser el germen de esta convocatoria que en esta segunda edición tiene la sana ambición de ampliar su dimensión y no agotarse en formalidades protocolarias. El festival, entre el 5 y el 14 de junio próximos, engloba proyecciones de películas, representaciones teatrales, una exposición permanente de objetos y pertenencias, una colección de imágenes, una exhibición de coches de época, actividades para escolares y un “Tea Dance” al más puro estilo británico.
El Centro de Iniciativas y Turismo (CIT) de la localidad se ha volcado y hay que congratularse de que la entidad asuma hechos como éste en orden a cumplir con su papel de proyectar de forma imaginativa y original el destino turístico.
En ese sentido, lo esencial es que la gente haga suyo, se identifique con el festival. Lo quiera desde el principio, lo cultive, se integre y termine, cuando se consolide, enorgulleciéndose de él. Ahí está ya el ejemplo de La Pandilla”, un grupo de amigos portuenses que desde el año 2004 anda paseando sus remembranzas y sus dotes artísticas, buena parte de las cuales, por cierto, no pudieron desarrollar cuando andaban en plena juventud. Ahora viven esta segunda etapa con entusiástica madurez, como lo acreditan con su contribución a este festival, y de eso hay que congratularse.
Una sugerencia, antes de expresar el deseo de éxito para los promotores y para cuantos intervengan: a ver si es posible cambiar el nombre de la convocatoria. No es que ‘festival’ sea un término rechazable o inapropiado pero, tratándose de la universalidad de la escritora y de su propia condición literaria, como que conviene encontrar otro sustantivo.
¿Qué tal “Memorial Agatha Christie”?
Ahí queda.
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