jueves, 26 de enero de 2012

LÁGRIMAS NEGRAS

Primero que nada, el respeto.

Y luego, serenidad y ecuanimidad máximas para valorar una decisión que, en sí misma, invita al dilema: "No culpable" que no es lo mismo que "inocente".

Es lógico que el país ande confundido y desconcertado con la justicia, con algunas de sus decisiones.

Pero ya se sabe: abstracción de sentimientos, la Ley, sus reglas, sus exigencias, sus requisitos... Y también sus interpretaciones.

El caso de Camps y Costa tiene ya un punto de inflexión con la decisión del jurado popular. Un voto -otra vez la historia de un solo voto para decidir- ha servido para que Camps y Costa sean considerados como no culpables. Alguien se ha apresurado a reivindicar su honorabilidad: si es el contenido en las conversaciones grabadas y reveladas, se lo regalo.

Ahora queda conocer la sentencia, a ver qué dice el juez. Pero da igual: aunque se presuma un error judicial descomunal y queden abiertas las puertas para un recurso ante un tribunal profesional, ya nada podrá anular esta impresión que queda, de pruebas evidentes que no lo han sido tanto para unos miembros de un jurado. Casual y cruel paradoja (¿o no tan casual?): otros encausados se declararon culpables por los mismos hechos y han sido condenados.

Se respeta la decisión, vale. Pero permitan también una respetuosa discrepancia, una respetuosa disencia.

A fin de cuentas, la justicia será muy ciega y todo lo que se quiera, pero, con permiso de Miguel Matamoros, también derrama lágrimas negras.

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