viernes, 12 de agosto de 2016

PENSIONES PENDIENTES

A vueltas con las pensiones. Será que la jubilación se echa encima o que las informaciones van revelando la fragilidad del sistema, sustrato de la inestabilidad, razones para volver a ocuparse de ellas.  O que va calando el mensaje intimidador como única alternativa: un plan de pensiones o de previsiones asegurado… y privado. Nada que oponer a quienes -si pueden y quieren- ya lo han asumido, independientemente de que estén garantizados los resultados. Pero hay que perseverar en la defensa y en la viabilidad de un sistema de pensiones públicas digno y sostenible. Después de tantos años de trabajo, después de haber cotizado y contribuido al mantenimiento de la Seguridad Social, los ciudadanos deben ser conscientes y luchar para que las pensiones no se reduzcan, no vean disminuidas sus cuantías hasta términos lastimeros. Contra la voracidad financiera previsiblemente desatada, una pensión digna. Sencillamente. Por encima de ideologías o posiciones partidistas, las pensiones, en medio de un proceso ocupacional y vitalista, son un derecho ciudadano. El derecho a una vejez digna.
         Ya sabemos que el capitalismo o el liberalismo no entienden de estas cosas. Pero eso no significa que hay que resignarse. Fíjense que ni siquiera se arrugó con el Pacto de Toledo. Cierto que el factor demográfico incide directamente en la estructura del sistema y que las empresas aportan alrededor de un 23% para estas cotizaciones y los trabajadores, un 5% de su salario. Pero no es menos cierto que el envejecimiento de la población -España, junto a Eslovenia y Japón, es la sociedad que encabeza esa clasificación- repercute en una notable reducción  de personas trabajadoras que han de aportar lo que les corresponde a la cotización mediante la cual será sufragada la pensión de los jubilados.
         En medio de toda esa incertidumbre, ha surgido el denominado ‘factor de sostenibilidad’, una medida concebida para timonear la difícil situación que consiste en ponderar el cómputo de años que se cobrará la pensión y fijar un cociente con la proyección de la esperanza de vida para poder estimar a cuánto asciende lo que se percibirá en total de jubilación. Curiosamente, a medida que se conoce la rentabilidad de los fondos de pensiones privados de los últimos quince años, un 1,58%, comisiones y gastos de mantenimiento aparte, se descubre que el negocio es floreciente, tal es así que alguna investigación señala que las entidades bancarias tienen unos noventa mil millones de euros de fondos cautivos.

         Claro, se dirá que contra ese gigante (que no duda en solicitar subvenciones estatales o reducir gastos sociales, para ir equilibrando, ya saben) no hay quien pueda. Pero está en juego la pensión, luego hay que luchar.

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