El director general de Turespaña, Miguel Sanz, ha dicho en Sevilla, escenario de la cumbre Tourism Innovation Summit (TIS), que la marca España “debe escuchar más a los visitantes para detectar los cambios que se produzcan en la percepción de la marca, y mejorar la comunicación para reforzar el mensaje de que atendemos sus actuales necesidades, siendo más transparentes”.
Estima Sanz que, entre las enseñanzas y las consecuencias de la pandemia, hay que aprovechar las oportunidades que van surgiendo, aunque tarden en madurar. Si considera que la demanda va a favorecer, por ejemplo, los destinos de interior, donde también late la marca España, cabe colegir que hay que acentuar los destinos diferenciados. Y para eso es indispensable cualificar la competitividad a base de ofrecer respuestas eficaces y atractivas que los clientes sabrán valorar. Así ocurre, por ejemplo, con el descubrimiento de las ciudades de mediano tamaño y los destinos rurales. En los territorios insulares se trata de volver a disfrutar o redescubrir sus encantos, eso sí, ofertándolos con imaginación y con reclamos sugerentes.
Posiblemente, Canarias, si se preserva la seguridad y se afronta con valentía un ciclo que, como indicamos ayer, requiere de innovación, de identificación a rajatabla con la sostenibilidad y de afrontar sin reservas la digitalización en el sector, tiene ante sí la gran ocasión de dar un salto en su oferta y de prestar unos servicios que incrementen el interés y las ganas de los posibles viajeros.
Hay quien piensa en los precios, como el balear Abel Matutes que, en esta cumbre de la capital andaluza, no ha dudado en promocionar su isla, Ibiza, destino diferenciado “que no tendrá que bajar tanto los precios ya que su perfil de cliente está ‘desesperado’ por disfrutar de su oferta de ocio”.
Atentos también a lo que vaticina el presidente del Grupo Hotusa, Amancio López, quien cree que la oportunidad se da también “para transformar destinos maduros en lugares más eficientes, aunque para ello se necesiten planes y recursos tanto públicos como privados”.
Se supone que tras la pandemia habrá un nuevo perfil de cliente. Hay que irlo cuidándolo y mimándolo porque es seguro que la competencia en los mercados será feroz. El esfuerzo de los empresarios y de las instituciones públicas ha de orientarse en ganar credibilidad a base de pruebas y hechos fehacientes. No bastará el voluntarismo pues se adivinan otras exigencias. Las políticas de precios, el reposicionamiento de marcas y la calidad de los servicios que se presten será factores sobre los que pivote el funcionamiento futuro del sector.
Y la credibilidad se gana con hechos. No olvidemos, por cierto, que en esos engranajes que se avecinan hay que incluir el segmento del turismo local, adaptándolo a tales exigencias. Es determinante la proximidad y el interés por descubrir destinos vacacionales que están a su alcance. Ese segmento que se ha movido y ha sido cliente de salvación durante este período de zozobra ha resuelto, al menos parcialmente, la papeleta de pequeñas y medianas empresas de alojamiento y comerciales. Si en su día escribimos que no había que menospreciar, primero al turista joven o estudiantil, y luego a los mayores que, con ayudas o incentivos, por fin podrían sentirse turistas de verdad, ahora, cuando hay que empezar a andar un nuevo trayecto o redescubrir algunas sendas, habrá que tener en cuenta a ese ‘turista local’ capaz de moverse entre islas.
¿Recuerdan Canario conoce tu tierra? Pues eso.
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