Se le echó de menos este año, en la octava edición de Periplo, el festival internacional de Literatura de Viajes y Aventuras que tiene como marco el Puerto de la Cruz. Una lástima: le hubiera agradado, seguro, hablar y contar sus experiencias allí, en El Penitente, junto a la brisa y las olas atlánticas, escenario obligado por las circunstancias, ya se sabe. Fueron muchos los que preguntamos por él, pocos sabían de la gravedad de su estado. Y nadie sospechaba el fatal desenlace. Es más, con algún responsable de la convocatoria hablamos de tenerle nuevamente el año próximo entre nosotros para un homenaje, para lo que fuese, con tal de volver a contar con su palabra, con su testimonio.
Su corazón de periodista y escritor dejó de latir el pasado sábado: Javier Reverte. El escritor tinerfeño, Agustín Gajate, a las pocas horas de conocerse el fallecimiento, evocó un episodio personal. Su amigo, de medio, de tantas escrituras, de tantas evocaciones, el maestro Juan Cruz Ruiz, lo habrá lamentado hasta los tuétanos. A Eduardo García Rojas, un alma mater de Periplo, siempre atento en las entretelas del certamen, le hubiera encantado entrevistarle, mejor dicho, dialogar sin límite en ese tono cercano que invita al personaje a sincerarse, a contar todo lo que ha ido concatenando experiencialmente y plasmando en páginas y páginas que siempre interesaron, mucho más cuando le descubrieron y lo tuvieron frente a frente.
Pero Reverte ya no está entre nosotros. Adiós al viajero literario, adiós a uno de los grandes animadores de este convocatoria que singulariza el otoño portuense. Quedan sus libros, sus relatos, su amor por África, su inquietud aventurera, sus desafíos y sus tensiones.
El género, desde luego, tiene en Reverte una referencia privilegiada. Componente fundador de la Sociedad Geográfica Española y Miembro de Honor de la misma. Sus horizontes literarios estaban más allá del continente africano: El tiempo de los héroes, título de una de sus novelas. Su producción respondía a la personalidad de un inconformista, de un seductor, de alguien que lo intentaba una y otra vez, que incursionó sin desmayo donde otros desistieron.
En la historia de Periplo también hizo de explorador. Por eso no le importó hablar de su proyección y del significante de la iniciativa. Lo hizo con categoría y originalidad. Con la solvencia de alguien que sabía de lo que hablaba. Y que seducía con su escritura.
1 comentario:
Descanse en paz. Mi más sentido pésame a su familia y amigos.
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