miércoles, 24 de diciembre de 2025

Barcos sin libros por Navidad

 

Donald Trump, el absolutista monarca gringo, aspiraba al premio Nobel de la Paz que terminó siendo para María Corina Machado. Después vino el premio de consolación -feliz definición de Marcos López (RTVE)- cuando Infantino y el propio Trump se repartían los honores en el sorteo del Campeonato Mundial de Fútbol, una de cuyas sedes será Estados Unidos. Ahora el inquilino de la Casa Blanca ha ordenado la construcción de, en principio, dos navíos acorazados en un plan que circunda las 20-25 unidades, y a los que ha bautizado con su propio nombre: «Clase Trump». La alegoría apunta a que, cuando alguno de ellos martirice a otros buques o posiciones en costa, será el puño del todopoderoso el que golpee.

 

Qué dirán quienes le ríen los chistes. Como si de un regalo navideño se tratara, Trump tendrá bajo su mando una flota de guerra con unidades que llevan su apellido. Son las contradicciones que en el mundo de nuestros días sobresalen sin más. Papá Noel vuelve a casa, esta vez con barcos. Mientras tanto, desde el cielo, con drones o con lo que sea, bombardean las que dicen son narcolanchas. El negocio se tambalea mientras nadie pregunta por el origen de sus trayectos ni por la identidad de sus ocupantes y un reguero de imágenes impactantes se va evaporando en un metaverso persistente e inmersivo. El norte es el que ordena, también en el Caribe.

 

Aquí, mucho más cerca, una biblioteca pública sigue cerrada, a la espera de que las obras de reparación de sus conducciones de desagüe finalicen. Cuando amigos preguntan desde la península por la biblioteca del Puerto de la Cruz, ¿cómo es posible que lleve seis meses cerrada?, las respuestas no son fáciles. El caso es que el dotacional sigue sin funcionar.

 

Paradojas de la vida, salvando las comparaciones: unos con cañones navegando y otros sin libros con los que ilustrarse. Unos con tanto y otros sin lo elemental para instruirse.

 

Feliz Navidad.

 

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