En alguna estación del Reino Unido, han establecido un área restringida para los besos de despedida. O sea, como los fumadores. A su espacio. A decirse adiós, besos y abrazos de hasta siempre, hasta mañana o hasta la próxima, en la zona acotada. Vivir para ver.
La razón es que hay que aligerar tal acto. Debía ser que se prolongaba y que interrumpía el paso normal o hacía las colas larguísimas. No es que a los británicos les haya dado otro subidón de moralina para evitar escenas de picos, tornillos, cortesía, cumplidos, franceses y lengüetazos en recintos donde no hay que enjtretenerse demasiado. Y que se sepa, tampoco se ha esgrimido la seguridad como causa de esta súbita restricción cuyo rechazo, por ahora, es desconocido y cuya homologación para otros países sigue pendiente. Las informaciones que llegan tampoco apuntan a la crisis como factor determinante de la medida.
Pero lo cierto es que hay que llegar, bueno y adiós. A un clic. La vida rápida, el ritmo terpidante. Menos pérdida de tiempo. Despachado. Y si quieres un beso, venga, al área correspondiente.
Esto se va poniendo cada vez más complicado, ¿verdad?
1 comentario:
Mi buén amigo Salva como a mi me gusta llamarte. Me ha gustado mucho tu artículo, me he reido con él.(pienso que eso es sano)
Creo que al paso que va este norte de la Isla, al menos yo no tendré el gusto de experimentar si llegase el día, esta manera de despedirse.
jejeje, un saludo.
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