martes, 7 de abril de 2009

INSIGNIA PARA ANSALPE

Lo que es: un gentleman. En la vida. Y del periodismo.
Serio, metódico, pausado, riguroso. Cuesta aceptar que bajo la piel del experto contable o del profesor mercantil, estuviera el amante del pugilismo. Pero allí, en las primeras filas, para no perderse detalle, haciendo abstracción del griterío, gesto adusto, imperturbable, siempre bien abrigado, junto a la fiel Luisa que, de vez en cuando, cerraba los ojos para no compartir el sufrimiento de uno o de los dos contendientes, siempre escudriñaba el combate. Tomaba notas entre asalto y asalto. Algún comentario con algún conocido o algún anónimo. Daba igual que hubiera o no título en juego, los pesos de los pugilistas, la categoría de la pelea. La luz del ring alumbraba siempre su visión y su compromiso.
En Canarias, en su especialidad, el mejor. Sin lugar a dudas. Antonio Salgado Pérez, Ansalpe, el seudónimo que le acompañara en infinidad de colaboraciones periodísticas.
Le conocimos -aunque ya entonces le leíamos- en unos ya muy lejanos Campeonatos de España de Aficionados (años 70), en el parque San Francisco. Es probable que no lo recuerde pero esa noche hicimos pinitos de comentarista con el primer video que llegó a Canarias, propiedad de un empresario alemán. Cuando posteriormente en la casa de éste vimos la reproducción de las imágenes, aún en blanco y negro, todos nos sorprendimos. Y Ansalpe dictó sentencia:
-Desde luego, con este aparato, se podrán evitar muchas decisiones injustas y muchos fraudes. Por fin, veremos los golpes repetidos.
A partir de aquella cita, seguimos aún con más interés su crónica. Y contrastamos telefónicamente, en larguísimas conversaciones, sus juicios sobre cualquier combate televisado. Eran los años del auge boxístico, con el tiempo mermado por aquellas sórdidas entretelas que él se resistía a reconocer y por algún accidente desgraciado que puso en guardia -nunca mejor empleado- a las autoridades y a los políticos.
Antonio cantó las excelencias de Sombrita. Se emocionó con Barrera Corpas. Se rindió a Miguel Velázquez. Y se encandiló con Marichal, el último gran ídolo de la afición tinerfeña que llenaba la plaza de toros, el pabellón de deportes y otros recintos insulares a donde él siempre acudía con solícito afán de plasmar las vivencias del pugilismo. Y aunque la transmisión televisiva de alguno de los grandes duelos fuera a horas intempestivas, ahí se quedaba para contarlo después.
Ansalpe escribe de boxeo como los ángeles. En serio. Sin exagerar. Que se lo pregunten a Fernando Vadillo, a Julio César Iglesias, a Vicente Carreño, los grandes maestros, las plumas más admiradas de esta disciplina. El relato descriptivo de un combate, construido sobre metáforas tan cautivadoras como certeras, fue siempre un ejercicio atrayente que practicó con solvencia. Siempre aguardábamos la entrega siguiente.
Admirador de todo lo británico, es autor de un libro que recoge muy bien las vivencias de los canarios en el Reino Unido. Y si mal no recordamos, hay un opúsculo suyo sobre las primeras experiencias con el fluido eléctrico en la isla. La fábrica de gas -¿te acuerdas, Antonio?- y los años en que el progreso se resistía.
La Asociación de la Prensa Deportiva de Tenerife le acaba de conceder la insignia de oro. Sólo tenemos que congratularnos de este hecho que viene a reconocer una dedicación específica y una calidad como pocas en la escritura deportiva.
Un dorado para un gentleman. Enhorabuena, amigo.
-¡Salud y deporte!, su frase favorita.

2 comentarios:

Carballo JC dijo...

Una fotografía perfecta del amigo Salgado. Me congratulo de la distinción. Muy merecida.

Manuel dijo...

Acertadas opiniones y todos los elogios, por mucho que lo intente Salvador me temo que siempre se quedarían escasos para tanto caudal de sabiduría pugilística pero, sobre todo, de tanta buena predisposición para ofrecer amistad y la mayor parte de las veces dejando muchísimos brotes de sabiduría. No digamos si el tema a tratar era el boxeo. Añado a las inagotables historias relacionadas con él uno de los debates más agradables en los que he participado con Salgado. Muy joven yo, por aquel entonces empezando en el Grupo XDC de Radio Juventud de Canarias, con Mínguez como jefe-padre de deportes, se decidió hacer programas deportivos fuera de la emisora, grabarlos y emitirlos posteriormente. (¡Qué curioso¿ Me acabo de dar cuenta que es casi lo mismo que se hace hoy, 32 años después). Uno de los primeros, si no el primero, fue un debate sobre el boxeo en la sede del Price, y allí Salgado defendió el deporte de los guantes como un arte, con tanta finura como quienes trabajan el cristal de Murano. Genial. Quedé extasiado de cómo se pueden defender unas ideas con tanta belleza y sin la más mínima ofensa o contrariedad para quienes le querían rebatir sus propuestas. Magnífico. Inolvidable. Ansalpe es el prototipo de esa persona a la que debes preguntar cuando necesitas consejo. Siempre ponderado, amable e impecablemente corrrecto. Mas que merecida esa distinción.