miércoles, 19 de agosto de 2009

UNA ACEPTACION SOCIAL INQUIETANTE

Odalys Padrón, concejala que fuera del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, en representación de una formación política denominada Ciudadanos por Santa Cruz, ha dicho algo con respecto a la corrupción que no deja de estremecer: la aceptación social de la misma. Eso se convierte en un problema real y peligroso.
El repaso de algunos hechos en la historia más reciente de Canarias concluye que nos hemos acostumbrado a convivir con la corrupción. Es el estado de la impunidad. No pasa nada: todo lo más, un par de días con titulares más o menos llamativos en los periódicos o con tertulias audiovisuales donde las afirmaciones y los juicios de valor se van diluyendo y hasta que las denuncias se pierden en la noche de los tiempos o se agotan en vía judicial. ¿Dónde habrá ido a parar el periodismo de investigación?
Tiene razón Odalys cuando señala que lo que más duele y lo que más daño hace es compobar cómo en la calle muchísima gente disculpa y condesciende con decisiones arbitrarias, presuntas comisiones delictivas y numerosas revelaciones de favoritismo o vulneración de normativas y principios éticos. Luego vienen las modulaciones: se perdona a unos más que otros: a los partidos progresistas o de izquierda, nada; a la derecha y al conservadurismo, bastante más. ¡Oh! qué vamos a hacer.
El asunto ya es inatajable. A ver quién encuentra las correcciones y cómo las opera. La credibilidad de buena parte de la clase política está muy mermada por todas estas cosas. Es verdad que se valora a la generalidad de forma injusta, por lo que es importante precisar y poner en valor las excepciones.
Pero que el pulso social sea el de la resignación, malo. En el fondo, va dañando la salud democrática. Esa impunidad termina amparando otras conductas y otros manejos de reglamentos y procedimientos que menoscaban el funcionamiento normal de las instituciones.
Canarias, a lo largo de los últimos años, ha sido escenario de unos cuantos casos de irregularidades, infracciones y corrupción al amparo del sector público. Después se quejan algunos de excesivos controles o de exagerado celo policial.
Son encomiables los esfuerzos de los responsables que luchan contra ese mal extendido que se resume en una idea muy negativa: se está en política para aprovecharse. Y como son dignos de reconocimiento los comportamientos de servidores públicos que se resisten a participar en operaciones y decisiones que guarden alguna irregularidad.
El caso es romper la tendencia de resignación y de aceptación social de un serio mal de nuestro tiempo.

1 comentario:

Juan Daniel González dijo...

Pues como casi siempre querido amigo, de acuerdo con lo que dices, o en este caso, escribes. Y con Odalys Padrón también, al menos en lo que a este asunto se refiere.
Pero me temo, que a lo que a regeneración democrática o limpieza en la vida pública se refiere, no sólo debemos exigírsela a nuestros políticos, que lo deben llevar implícito en el cargo, o en último caso solicitar de jueces, fiscales o policía que velen por que la actividad pública sea lo más cristalina posible. Creo que debemos empezar por nosotros mismos y, pienso, que es aquí donde radica el problema o al menos, parte de él.
¿Estamos todos en disposición de lanzar la primera piedra?
Corren tiempos en los que cada vez hay más ciudadanos con la cabeza metida en el “pesebre”, cada día hay más ciudadanos formando parte de lo que a mí me da gusto llamar “ejército de estómagos agradecidos”, cada vez hay más ciudadanos que aspiran a formar parte de este ejército y para eso ya sabemos que uno de los requisitos indispensables es tener la boca cerradita o solo abrirla cuando el de “turno” dice lo que hay que decir y cuando y donde hay que decirlo. Cada vez hay más ciudadanos que “pasan” de todo, producto de una sociedad cada vez más egoísta e individualista, aquellos que suelen tener por máxima eso de que mientras a mi me vaya bien, a los demás… que les den.
Nos encontramos también con una juventud con importantes dosis de anestesia en sus comportamientos, cuando lo que debe imperar en esas edades es la inconformidad, la rebeldía, y sobre todo la actividad social. No quiero decir con esto que todos los jóvenes se comporten de la misma manera, afortunadamente no es así, pero sí que hay importantes digamos “bolsas” con comportamientos un tanto extraños para esas edades.
Y si hablamos de los políticos (de cualquier signo) en este caso de la oposición, que se supone deben velar entre otras cosas, por la transparencia absoluta en la actividad pública, tanto suya como de los gobiernos a los que se oponen…, bueno de esto mejor no hablar.
Todo esto que relato, son para mí algunas de las razones para que Odalys Padrón piense y diga lo que escribes, pero lo fundamental para dejar atrás esta infección, creo, sigue estando en nosotros mismos.
¿Estamos en disposición de lanzar la primera piedra?
Con la respuesta a esta pregunta probablemente encontremos el diagnóstico que nos permita hallar la medicina que cure la infección que desde hace muchos años ya, padecemos.
Salud.
Juan Daniel González.