Manolo Iglesias, su promotor, puede sentirse satisfecho. Los premios de gastronomía que instituyó Diario de Avisos cumplen hoy veinticinco años. Han sido, en efecto, cinco lustros reconociendo el esmero y el quehacer de profesionales y de establecimientos que han acreditado su espíritu de superación, el afán creativo, la oferta de calidad y la contribución al reconocimiento de una de las divisas de la convivencia tinerfeña.
Aún recordamos las primeras ediciones, cuando incluso intervinimos en los actos de entrega, siempre tan serios y tan formales. Años después, Iglesias consultaba nuestro parecer y pedía información sobre las características de quienes luego iban a ser distinguidos.
Cuando su iniciativa se consolidó, los premios eran aguardados cada año con mucha expectativa y se convirtieron en un singular timbre para quienes los recibían.
Han pasado veinticinco años. En una suerte de carta fundacional de los premios, Iglesias ya señalaba la necesidad de abandonar el pesimismo y animaba a "levantar la ilusión de todo el sector mediante la dignificación de toda la profesión y los reconocimientos a los esfuerzos de todos, plasmados en las distinciones a unos pocos. Y al término, será el público quien otorgue los más válidos galardones".
La satisfacción viene dada no sólo por alcanzar esta vigesimoquinta edición sino porque los objetivos han sido razonablemente alcanzados: el apartado gastronómico es citado como uno de los reclamos de nuestro producto global turístico. La aspiración -más que la sensación- de comer bien, crear una cultura en torno a la buena mesa, saber apreciar los valores de la creación y de la innovación, interesar a las generaciones más jóvenes en el mundo de la cocina, impulsar la inclinación de los emprendedores hacia la restauración y hacer de ésta un ámbito dinámico que se enriquece merced a su propio desarrollo son metas estimulantes para los directamente implicados y para la consumidores en general.
Quienes tienen el premio de gastronomía del periódico tinerfeño en cualquiera de sus modalidades, lo lucen con orgullo. Les sirvió para seguir trabajando con ánimo de superarse y de hacer honor al galardón. En esta oportunidad, tratándose de una edición especial, los premios han recaído en personas y entidades que durante todo este tiempo simbolizan ese amor por la obra bien hecha y la preocupación por lograr niveles estimables a la hora de proyectarlo.
En efecto, Ferrán Adriá, la Real Academia de Gastronomía, el Cabildo Insular de Tenerife, el Colectivo de la Restauración de Canarias y Ashotel reciben hoy los galardones que reflejan los mejores valores de la sensibilidad por el arte culinario. Sus aportaciones han sido meritorias y decisivas.
Lo dicho: tiene razones Iglesias para sentirse contento y satisfecho. Seguro que la respuesta volverá a ser la de siempre: uno de los actos sociales más atrayentes de entre los que se celebran en la isla. Su iniciativa, que es la del periódico, al cabo de veinticinco años, es plausible y enjundiosa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario