Cabe preguntarse por qué ese empeño de sectores o dirigentes del Partido Popular (PP) en censurar. A estas alturas, aquel título de la inolvidable "Codorniz" vuelve a estar vigente: "Tachado por la censura".
El último caso es el de Valencia -otra vez Valencia- donde ordenaron retirar parte de una exposición fotográfica -la que, en el contexto de la colección, estaba dedicada al caso Gürtel que escuece- promovida por la Diputación de Valencia, gobernada por el PP, y la Unió de Periodistes Valencians en el Museu Valenciá de la Ilustració y la Modernitat (MUVIM). Vaya honor, por cierto, le han hecho a la denominación del recinto de la exposición.
El revuelo ha sido considerable: dimisión del director del museo, protesta de las gentes de la cultura, petición de dimisión del presidente de la Diputación, retirada del gremio periodístico valenciano, silencio entre los conservadores... En fin, otro escándalo en la tierra valenciana, la tierra de las flores, de la luz y del amor, como se canta en el pasodoble de José Padilla.
Pero no son flores ni luz ni amor las que se cosechan con este hecho desgraciado, sin duda, un ataque a la libertad de expresión y a la creatividad. Inexplicable empecinamiento el de los conservadores valencianos cuando no hace mucho se ufanaban de que ni siquiera los escándalos de presumible corrupción mermaban las expectativas electorales. No debe ser así cuando el consejero Caturla, a quien se atribuye la decisión de retirar las fotos, se lio la manta a la cabeza y lanzó sus "¡Fotos, fuera!", desde cualquier rincón en el que se encontrase.
Eran diez fotos de temática política. Su retirada -sin explicaciones convincentes, además- es un hecho antidemocrático, otra prueba de la rancia intransigencia y del autoritarismo mayúsculo con que se conducen algunos en las filas conservadoras. Es una decisión contra la cultura, contra el trabajo de un fotógrafo y contra quienes han plasmado una visión de la realidad.
Pareciera un retroceso, ¿verdad?, una vuelta a aquellos tiempos en los que publicar una opinión o exhibir una imágen poco convencional o poco favorable al poder establecido estaba proscrito, era perseguido. El mandamás de turno, alertado por alguien, o motu proprio, actuaban sin reservas: esto no va porque lo digo yo y no hay más explicaciones. Y así, hasta llegaron a arrancar páginas de libros o catálogos, cuando no, a retirar cuadros y posters.
Se creían superados esos tiempos y ya ven, en Valencia, las flores y las luces de la libertad de expresión están marchitas o se han apagado. El amor se desvía hacia prácticas restrictivas y mutiladoras de la realidad.
Censurar, mutilar... En Valencia no son un hecho aislado: lo ocurrido con la exposición del MUVIM es una involución. Hoy, siglo XXI, se quiere una cultura sin censura. Algunos no se han enterado todavía de la sociedad del conocimiento. Es más fácil impedir que propiciar. Los tachones o las tachaduras corresponden a tiempos pretéritos cuyos fantasmas parecen agitarse allí donde quiera que habiten.
1 comentario:
No es censura.... es proteccón del honor de los amigos y PPróximos de PPaco Gürtel.
Si no eres del PePé...¡jódete! No podrás ir a PPescar el Salmón, no PPodrás tener un mega chalet todo gratis y otras PPrevendas.
¿Aclarado?
Si no eres del PePé no tendrás a casi toda las emPPresas de la prensa canaria a los PPies de Soria y asociados.
¿Censura? ¡Qué divertimento!
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