Es uno de los portuenses insignes, de los que ha entrado en la Historia por derecho propio, por su condición de sabio, por su inmensa contribución a la ciencia y porque su obra trascendió nuestras propias fronteras.
Desde hace unas pocas fechas, un tren de alta velocidad de la serie “Smena”, que une las ciudades de Moscú y San Petersburgo, lleva el nombre de ese hijo del Puerto de la Cruz que tanto enorgullece a la ciudad, Agustín de Betancourt.
Así lo decidió la dirección de la compañía “Ferrocarriles Oktiabrski”, en el marco de los actos conmemorativos del 200 aniversario de la apertura de la Universidad de Ingeniería de Ferrocarriles de San Petersburgo. Betancourt fue su primer rector y su fundador, en diciembre de 1809, durante el reinado del emperador Alejandro I.
Agustín de Betancourt (Puerto de la Cruz, 1758-San Petersburgo, 1824) fue también el mentor principal de las escuelas ingenieros de caminos y canales de España y de la Rusia zarista, donde vivió y trabajó durante dieciséis años. En su legado al Imperio ruso, hay que incluir el Picadero de Moscú, el proyecto y la construcción del Nizhni Nóvgorod del principal recinto comercial del siglo XIX, el diseño y la construcción de la fábrica de papel moneda y la modernización de la factoría de armas de Tula.
Es natural que los rusos (en ocasión del 250 aniversario del nacimiento editaron un sello postal dedicado al ilustre ingeniero) estén agradecidos y tengan a Betancourt como algo suyo. Lo palpamos en primera persona en dos ocasiones: en nuestra primera etapa en el Ayuntamiento portuense (1983-97), el diputado por Santa Cruz de Tenerife, Luis Fajardo Spínola, hizo gestiones ante autoridades soviéticas para trasladar los restos mortales desde San Petersburgo hasta la ciudad natal. Aquéllas se opusieron rotundamente.
En el ejercicio de la alcaldía (1999-2003), lo volvimos a intentar pues habían llegado informaciones sobre el mal estado de conservación del mausoleo del cementerio de la ciudad rusa. No sólo cosechamos, vía diplomática, una tan gentil como razonable negativa sino que el Ayuntamiento fue invitado a participar en las tareas de remodelación del panteón. Cumplimos con una aportación económica.
Ahora, uno de los trenes que une Moscú con San Petersburgo lleva el nombre de Agustín de Betancourt. Es otra forma de perpetuarlo. Es otro tributo que se rinde a este insigne ingeniero e inventor portuense, por fortuna cada vez menos desconocido.
Desde hace unas pocas fechas, un tren de alta velocidad de la serie “Smena”, que une las ciudades de Moscú y San Petersburgo, lleva el nombre de ese hijo del Puerto de la Cruz que tanto enorgullece a la ciudad, Agustín de Betancourt.
Así lo decidió la dirección de la compañía “Ferrocarriles Oktiabrski”, en el marco de los actos conmemorativos del 200 aniversario de la apertura de la Universidad de Ingeniería de Ferrocarriles de San Petersburgo. Betancourt fue su primer rector y su fundador, en diciembre de 1809, durante el reinado del emperador Alejandro I.
Agustín de Betancourt (Puerto de la Cruz, 1758-San Petersburgo, 1824) fue también el mentor principal de las escuelas ingenieros de caminos y canales de España y de la Rusia zarista, donde vivió y trabajó durante dieciséis años. En su legado al Imperio ruso, hay que incluir el Picadero de Moscú, el proyecto y la construcción del Nizhni Nóvgorod del principal recinto comercial del siglo XIX, el diseño y la construcción de la fábrica de papel moneda y la modernización de la factoría de armas de Tula.
Es natural que los rusos (en ocasión del 250 aniversario del nacimiento editaron un sello postal dedicado al ilustre ingeniero) estén agradecidos y tengan a Betancourt como algo suyo. Lo palpamos en primera persona en dos ocasiones: en nuestra primera etapa en el Ayuntamiento portuense (1983-97), el diputado por Santa Cruz de Tenerife, Luis Fajardo Spínola, hizo gestiones ante autoridades soviéticas para trasladar los restos mortales desde San Petersburgo hasta la ciudad natal. Aquéllas se opusieron rotundamente.
En el ejercicio de la alcaldía (1999-2003), lo volvimos a intentar pues habían llegado informaciones sobre el mal estado de conservación del mausoleo del cementerio de la ciudad rusa. No sólo cosechamos, vía diplomática, una tan gentil como razonable negativa sino que el Ayuntamiento fue invitado a participar en las tareas de remodelación del panteón. Cumplimos con una aportación económica.
Ahora, uno de los trenes que une Moscú con San Petersburgo lleva el nombre de Agustín de Betancourt. Es otra forma de perpetuarlo. Es otro tributo que se rinde a este insigne ingeniero e inventor portuense, por fortuna cada vez menos desconocido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario