En una denominada Declaración
en apoyo de una industria turística de calidad, suscrita por cocineros y
reposteros, maîtres y camareros, gobernantas, conserjes de hotel y la
Federación de Servicios de la central sindical Comisiones Obreras, se señala
que entre los principales problemas del sector figura el de la precariedad laboral, “que
presiona a la baja sobre la profesionalidad y la propia competitividad del
sector”. En otras palabras, el empleo turístico de calidad retrocede y la
pérdida de profesionalidad en el sector es palpable.
Hay que
prestar atención a esta circunstancia en plena bonanza. Es bueno que las
conclusiones salgan de los propios operadores a poco que hagan un análisis
autocrítico. Mejor ahora, desde luego, cuando el empresariado debe ser
consecuente: el crecimiento puede y debe hacerse sobre bases sólidas, para
mejorar la oferta en todos los sentidos, por si los mercados varían su rumbo y
se vuelve a experimentar una evolución negativa, que nada es descartable en el
negocio.
La Declaración pone de relieve no solo el
concepto de calidad en el empleo sino el impulso sostenido de formación que hay
que realizar para robustecerlo y hasta para concienciar a quienes directamente
forman parte del hecho turístico. "La calidad en el empleo,
junto con las necesarias infraestructuras físicas e inteligentes, tiene un
papel decisivo para el desarrollo turístico sostenible y de calidad, además de
precisarse un esfuerzo de formación tanto
de los responsables (públicos y privados) como de los trabajadores y
trabajadoras", expone el citado documento.
Los firmantes advierten, además, los
perniciosos efectos que tales debilidades causan para alimentar, de paso, la
economía sumergida que tanto daño está causando en el sector. El intrusismo, la
oferta alegal, el empleo sumergido, precario y casi sin derechos, en su grado
más alto, representan un auténtico lastre para un sector productivo del que
presumen algunos gobernantes con las cifras estadísticas sobre la mesa pero con
pocas medidas o iniciativas correctoras de tales problemas.
La Declaración -positiva
si lo que tiene de compromiso se cumple-, subraya que la citada precariedad laboral "supone una pérdida de
profesionalidad que afecta a la calidad de la oferta turística, además de
suponer una brutal competencia desleal para
aquellas empresas que apuestan por la oferta reglada, empleo de calidad y el
cumplimiento de los convenios colectivos sectoriales tanto en lo económico como
en lo social".
Las organizaciones profesionales que
han suscrito el documento deben incidir en las políticas públicas que se vienen
aplicando, uno de cuyos ejes, la denominada desregulación normativa en materia
de contratos laborales, subcontratas de servicios o convenio colectivo, junto a
la reducción de gasto público que ha afectado a los controles del Estado
(inspección, judicatura…), han generado un proceso poco favorable para el
sector.
Hecha la Declaración -veremos cuál será la respuesta de los poderes
públicos-, se trata ahora de hacer el seguimiento adecuado y producir
alternativas valientes para el desarrollo de una industria turística sostenible
y de calidad. El propio texto lo destaca para la consecución de este objetivo:
“Tanto la calidad de la oferta como la calidad del empleo son el valor añadido
necesario”.
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