sábado, 15 de agosto de 2015

REFLEXIÓN TRAS EL ÉXITO

Si se repiten hasta cuatro sesiones que no estaban inicialmente previstas, es que la cosa ha sido un éxito de crítica y público, que es como se decía en el argot. La puesta en escena de En lenguas del Puerto te veas, en la sala ‘Timanfaya’, ha significado uno de los acontecimientos del año en el pequeño universo local. Ha servido para pulsar la creatividad de portuenses que parieron la idea o se subieron por primera vez a un escenario. Para que algunos conocieran, también por primera vez, el espacio donde se hacía la función. Para que se transmitiera el mensaje autocrítico de una sociedad conformista, muy dada a la nostalgia, como si ésta fuera a devolver el esplendor de otrora. Para interpretar la reivindicación de una profesional del teatro, Mónica Lorenzo, empeñada en que su pueblo no sea un páramo de resignación y de indolencia cultural.
         Ahora que este “relato elocuente del alma portuense” empieza a ser historia, bueno será que reflexionemos sobre el alcance de su significado, comenzando por la necesidad de contar con recursos culturales propios. Cierto que con poco se puede hacer mucho pero no basta para quienes se embarcan en proyectos e iniciativas que se frustran precisamente por no contar con mínimas apoyaturas. La obra cultural es costosa, desde el punto de vista de su emprendeduría. Se requiere, sobre todo, constancia. No desfallecer y sobreponerse a las adversidades y a las limitaciones que se van sucediendo es primordial. Quienes participen activamente de estas ideas han de dedicar, sobre todo, tiempo. Y aceptar que las satisfacciones van a ser pocas y efímeras.

         Es la hora, pues, de evaluar el esfuerzo de quienes hicieron posible En lenguas del Puerto te veas. Para convencerse de que el termómetro cultural del municipio tiene que funcionar y de que los recursos, los pocos que haya, deben ser cultivados. No hay que hacerse demasiadas ilusiones con la administración local: falta, sobre todo, sensibilidad y un compromiso claro por el fomento de la creatividad propia.  Y eso que Mueca, Periplo o el mismo festival sobre Agatha Christie son ejemplos de querer impulsar afanes participativos. En fin, hay que ponderar la iniciativa y la idea de los promotores de este montaje escénico tan exitoso: ojalá haya sido el primer paso, otro primer paso de otras realizaciones artísticas y culturales.  Aunque sigamos viéndonos en lenguas portuenses.

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