Hasta
el final de sus días se mantuvo fiel a su ideario falangista. El corazón de
José Antonio Lubary Curbelo dejó de latir -sus restos recibirán hoy cristiana
sepultura- un caluroso mediodía de agosto pero el término 'camarada' seguirá
sonando coloquialmente afectuoso en cada conversación que sea recordado. Por
algo lo había introducido entre sus amigos y allegados, hasta convertirlo en un
apelativo para identificarle. Fue la expresión de esa fidelidad: de los pocos
-si no el único- que la empleaba para requerir a alguien, saludar o iniciar una
charla sin más.
Lubary resistió los embates de la vida,
de modo que cada revés representó otra prueba para seguir adelante. Respetuoso.
Imperturbable.
Como lo fue su amor, su lucha por todo
lo portuense. El engrandecimiento de su pueblo fue el principal móvil de su
existencia, el compromiso al que dedicó afanes
especialmente en el régimen anterior. Lo prolongó luego en la democracia
pero ya no fue igual, es como si en ella nunca hubiera encontrado su sitio. No
resultó elegido en una candidatura independiente (AIP) en las municipales de
1979 y tampoco obtuvo acta en las de 1999, cuando optó a la alcaldía. Aún así,
cuando se solicitaba su concurrencia para alguna iniciativa, siempre aparecía
predispuesto, dando atrás a la máquina del tiempo para evocar gestiones, viajes
y episodios en los que dejó su sello, aún no queriéndolo.
En la esfera pública, fue concejal
portuense durante el franquismo. Terminó siendo víctima de las intrigas y de
las divergencias entre las familias y prebostes del régimen pero prestó
servicios interesantes cuando el Puerto se abría al turismo y había que tener
las puertas abiertas allí donde se tomaban importantes decisiones. Lubary
estuvo vinculado al Frente de Juventudes y a Falange Española, fue también
Guardia de Franco. Lucía camisa azul y chaquetón blanco en las solemnidades de
entonces. Siempre se refirió a Franco como caudillo. Presumía con razón de
contactos y amistades con ministros franquistas, aunque a veces exagerase en
los apasionados relatos que hacía. Pero se le estimaba igual. Por la forma en
que contaba, le poníamos atención. Llegó a ser jefe provincial del denominado
Movimiento. La nostalgia le hizo promotor de las misas y modestas celebraciones
del 20-N.
El Festival Internacional de la Canción
del Atlántico y el Centro de Iniciativas y Turismo (CIT) conocieron de su celo,
como también los carnavales, las Fiestas de Julio y, ya en democracia, muchos
años después, el Festival Internacional de Aeronáutica 'Ciudad Puerto de la
Cruz' y la Semana Bávara. Durante un tiempo presidió la Asociación Local de
Comerciantes e Industriales (ALCIPC). Fue también promotor y dirigente del Club de Leones.
En el ámbito privado fue un
emprendedor. Tuvo a su cargo negocios tan dispares como un supermercado, una
agencia de coches de alquiler y otra de cambio de divisas. Con su padre, don
Bernardo, en plena transición política, mantuvimos frecuentes conversaciones en
las que las discrepancias siempre fluyeron de forma muy respetable.
Generoso y desprendido, le encantaba un
vaso de vino. Durante años, fue cliente asiduo de Genaro, un comerciante de
Santa Úrsula al que visitaba acompañado de familiares y amigos y que le
reservaba los mejores caldos. Le gustaba organizar comilonas en ocasiones
señaladas, como la apertura de las bodegas, en la víspera de San Andrés. En las
visitas que hacía a casas particulares -las de Justo y Eladio, en La Victoria-
se las ingeniaba para que los asistentes cantaran, sin distinción ideológica,
el 'Cara al Sol' o 'La Internacional'.
Podía presumir de estrecha amistad con
socialistas relevantes como Eligio Hernández (con quien compartió la emoción el
día que le nombraron Legionario de Honor), Julio Pérez y José Segura, que llegó
a destacar su presencia en un mitin electoral en el parque San Francisco.
Pero Lubary, con su inconfundible
veguero, jamás renunció a su identificación militarista y a sus convicciones
falangistas. Un personaje popular, un portuense animoso y entusiasta, tolerante
y enamorado de su pueblo. Será recordado: acaso fue el último 'camarada'.
1 comentario:
Acabo de enterarme hace pocas horas de su fallecimiento. No mantengo un vínculo físico con mi familia portuense, pero sí afectivo, ese que se lleva dentro y no se manifiesta, vínculo de sangre, de aprecio, de cariño añejo, pero no rancio. Lamento su pérdida, pues aunque ideologicamente estábamos enfrentados, quiero decir, opuestos, siempre fue un caballero para conmigo y mi familia. Un hombre que luchó por el Puerto de la Cruz y que se mantuvo firme en sus principios e ideales, premisa esta para ser un HOMBRE, luchar por aquello en lo que se cree, y hacerlo de manera honrada, mirando siempre para el pueblo y su bienestar. Descanse en paz y a su esposa, mi prima Lala, así como a sus hijos y al resto de familiares, mis condolencias.
Julio A. Expósito García.
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