“Somos un grupo de vecinos
del Puerto de la Cruz. Queremos concienciar a los vecinos, autoridades y
empresarios del municipio de los daños para la salud que genera la
contaminación acústica en nuestro pueblo”.
Así se presenta la
Asociación Medioambiental La Ñamera, surgida para mejorar las condiciones de
vida de los portuenses a partir de la efectiva regulación de actividades y del
respeto del cumplimiento de las ordenanzas. Dejan claro que “no estamos en contra
de la actividad económica ni de la creación de riqueza pero sí debe controlarse
el impacto medioambiental que producen, evitar molestias innecesarias y
controlar la ocupación de la vía pública”.
Por lo que relatan sus
promotores, pretenden un largo recorrido. Que no ocurra como con otras
asociaciones que nacen y no crecen, que se agotan después de una aparición digamos
que impetuosa. Deben estar muy convencidos, por tanto, de lo que pretenden. Y,
sobre todo, ser conscientes de que están ante una causa noble que merece afanes
y que chocará con algunas incomprensiones y no pocos intereses. En ese sentido,
en efecto, a quienes deben convencer es a agentes sociales: es posible el ocio,
es posible la diversión, pero en unas coordenadas debidamente reguladas y aceptadas
por todos.
Que sepan que el problema no
es sencillo. Desde hace tiempo hay una situación de vacío, de permisividad, de
justificaciones y de soluciones difícilmente satisfactorias. Algunos
intentamos, hace años, aquel ‘pacto por la noche’ que favoreciera el derecho al
trabajo y a la diversión con el derecho al descanso. Se requería voluntad y
disposición para llevar a la práctica las estipulaciones de ese pacto con el
fin de hacerlo sostenible. Bueno, digamos que quedó en el intento.
Ahora, los promotores “La
Ñamera” tratan de sensibilizar y de acabar con una serie de vicios y de
comportamientos inapropiados. Es muy importante que tengan una visión lo más
amplia posible del problema y de los espacios donde quieran operar. Es decir,
que no sea un solo núcleo o sector o distrito. En el Puerto, el ocio
-principalmente, nocturno- ha evolucionado en forma y fondo, pero también se ha
desplazado. Desde Martiánez al centro, por ejemplo. Pero han surgido otros
núcleos, como La Paz o cercanías de Plata Jardín que también requieren de
tratamiento.
Es una cuestión de cultura
cívica. Y de usos sociales. Por eso se recomienda una comunicación permanente y
un contacto con los actores sociales y dirigentes vecinales, por ejemplo. Hasta
con madres y padres de alumnos. Que no olviden una cierta propensión didáctica
o pedagógica. Porque para recoger frutos, hay que pensar en el medio y largo
plazo.
Suerte.
1 comentario:
Recordamos el 'pacto por la noche'
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