Emilio Zamora González, pregonero de la Semana Santa del
Puerto de la Cruz 2017, alentó a todos los fieles a apoyar la labor de las
hermandades y cofradías locales de forma efectiva integrándose en estas
asociaciones de fieles, algunos de cuyos dirigentes, junto a sacerdotes y
miembros de la corporación municipal, le arroparon durante su lectura en la
iglesia de San Juan Bautista, popular San Francisco.
Zamora
dividió su pieza en tres bloques: la primera, dedicada a enunciar los
principales actos que han sido programados en las parroquias del casco (Peña de
Francia y La Peñita). En la segunda, se refirió, sin eludir el tono
autocrítico, a los cambios vividos en la Semana Santa portuense a partir de
1994, cuando un grupo de jóvenes de entonces se empeñó en revitalizar las
celebraciones que se caracterizaban por una cierta monotonía y desidia, hasta
el punto de que el párroco de la Peña, padre Benigno, llegó a sugerir la
supresión de algunos recorridos procesionales. Destacó, en ese sentido, el
espíritu entusiasta y comprometido de la Hermandad del Santísimo así como el
que acreditaron las que siguieron su cauce “sin crear la más mínima situación traumática,
demostrando así que en ningún momento albergaron afán de protagonismo alguno y
que efectivamente tenían y tienen clara su labor pastoral de evangelizadoras y
mantenedoras de la fe”.
Situó el
mantenedor en 1994 el principio del resurgimiento de la Semana Santa de la
ciudad turística; y a partir de la aparición de las cofradías de Jesús Nazareno
y de la Vera Cruz, en la celebración del año siguiente, con varias
incorporaciones se registran novedades que “suscitan las curiosidades de los
portuenses y provocan una atracción sorprendente, me temo que, en un principio,
motivada más por la curiosidad (…) que por la devoción, pero, finalmente, hemos
podido comprobar con el paso del tiempo que esta misión pastoral ha dado su
fruto”.
Aludió
también a las innovaciones que desde entonces fueron introduciéndose en la
programación y al papel destacado de otros sacerdotes, como el padre Ángel,
igualmente párroco de la Peña, quien se esforzó en el Obispado para diligenciar
la formalización de las nuevas cofradías que cristalizó en la Junta de
Hermandades, ahora denominada del Santo Madero.
Después de
explicar lo concerniente a la que considera “cronología errónea” de la Semana
Santa portuense, por entender que el orden de la aparición de dos pasos no se
ajusta a la secuencia lógica y conocida de las vísperas de la muerte de Jesús,
el pregonero abordó la tercera y última parte de su exposición, dedicada a
glosar la figura del hijo de Dios, partiendo de esta afirmación: “Jesús no era
solamente un hombre”. Insistió en que nos encontramos “ante un ser con todas
aquellas virtudes que deberían ser inherentes al ser humano pero que, por
desgracia, parece que vamos perdiendo con el paso del tiempo”.
Aludió a
varios pasajes evangélicos para concluir que “se había hecho hombre para
cumplir un cometido y estaba dispuesto a ser sacrificado tal y como se le había
pedido. No era solamente un hombre. No pidió ser salvado de aquella situación,
a lo máximo que se atrevió, fue a pedir que pasara cuanto antes”.
Acabó Emilio
Zamora con las palabras del centurión romano, al pie de los crucificados en el
Gólgota: “Verdaderamente, este hombre era hijo de Dios”.
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