viernes, 31 de marzo de 2017

FRACASO REVOLUCIONARIO

En la primera página de un periódico venezolano de ayer podía leerse que un hospital de Caracas estaba en situación de cierre técnico al quedarse sin antibióticos y sin recativos para exámenes de laboratorio; o que ciento setenta y nueve estaciones telefónicas han sido asaltadas en lo que va de año para ser objeto de hurto y vandalismo que están repercutiendo en la prestación del servicio, principalmente en la red de móviles.
Son dos ejemplos, los más recientes, de hechos noticiosos que ponen de relieve las dificultades de la supervivencia en el país hermano. No parece exagerado decir que está bajo mínimos. Igual otros días hay informaciones de circunstancias o sucesos tan o más graves que, en cualquier caso, la población ha terminado asumiendo y conviviendo en una suerte de prolongación de la pesadilla que dura ya demasiado tiempo sin que se barrunten soluciones en el más que sombrío panorama. A todo hay que acostumbrarse.
Pero los ejemplos surgen en medio de una crisis política, institucional y social -económica, por supuesto- que se agrava por días y por horas hasta extremos inauditos, como es que el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) se haya hecho literalmente con las riendas competenciales parlamentarias al considerar que la Asamblea Legislativa se encuentra en una situación de desacato, un delito que permanece aún en algunos ordenamientos jurídicos. Habrá que hurgar mucho para encontrar los precedentes, en Venezuela y en otros modelos democráticos. Que un órgano del poder judicial sustituya, de hecho y de derecho, al legislativo que encarna la voluntad de la soberanía popular, es ciertamente insólito.
Se habla de la invalidez de las actuaciones del Parlamento, consecuencia de no haber respetado resoluciones judiciales que señalaban la ilegalidad de la toma de posesión de tres diputados y la constitución de la cámara después de la suspensión de los efectos decidida tras el histórico proceso electoral de diciembre de 2015 que culminó con una severa derrota del régimen. Eso sí, en el colmo de las interpretaciones difíciles de aceptar y que traspasan el cinismo, la Sala Constitucional del TSJ, “para velar por el Estado de Derecho”, garantiza que las competencias parlamentarias sean ejercidas por dicha Sala o por el órgano que ella misma disponga. Después de inaudito e insólito, lo siguiente.
Comoquiera que la decisión del Tribunal Supremo de Justicia significa, en la práctica, más poder para el presidente de la República, Nicolás Maduro; y que comporta la revisión de la inmunidad de los parlamentarios -calificados como traidores a la patria por Maduro-, no tardaron las reacciones en traducir lo ocurrido como un golpe de Estado. El presidente de la Asamblea Nacional, Julio Borges, y otros dirigentes políticos coincidieron en esa interpretación que convierte el escenario político en un totum revolutum ingobernable, en un revoltijo de mala pinta y de solución imprevisible. El mismo Borges ha llegado a decir, casi a la desesperada, que las Fuerzas Armadas, a la vista de lo que está sucediendo, no pueden seguir en silencio, de modo que solicita su intervención para restituir el orden constitucional y sumarse a las protestas hasta la convocatoria de nuevas elecciones legislativas.
Venezuela se hunde de crisis en crisis. Aislada en el ámbito internacional, desesperada por los precios del petróleo -otrora el gran sustento-, agobiada por la inflación galopante, con problemas de abastecimiento e inseguridad ciudadana en niveles que asustan, con una población ya harta e incrédula, la realidad del fracaso de la revolución se impone. La fractura social es evidente: un país a la deriva.

jueves, 30 de marzo de 2017

SESENTA Y CUATRO AÑOS DE COMPROMISO CULTURAL

Solo faltaron a la cita -ausencia elegantemente justificada y disculpada por un solvente Eduardo Zalba como presentador- los familiares de Antonio Ruiz Álvarez, primer secretario general del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias (IEHC) que conmemoró el sesenta y cuatro cumpleaños de la inauguración de su sede, en la calle Quintana, en la planta inferior del que fue convento y del actual colegio 'Tomás de Iriarte'. Pero estaban las hijas de Isidoro Luz Carpenter, Magdalena y Constanza, y los hijos de Juan Reyes Bartlet, Ramiro e Isolda, para conceder licencia a la nostalgia de tres grandes valedores de la cultura portuense, de quienes se esmeraron para que el Instituto, contra penurias y estrecheces, enarbolase la bandera intelectual de la ciudad. Estaban los citados, el alcalde, Lope Afonso; el actual presidente de la entidad, José Cruz Torres; sus directivos, socios y otras muchas personas que son fieles a las convocatorias y a sus actos.
Fue una tarde-noche evocadora de más de seis décadas de producción cultural. Los socios, recibiendo las insignias. Los descendientes de los directivos fundadores, con un merecedísimo reconocimiento a títulos póstumo. Con el memorialista Melecio Hernández Pérez, luciendo su bien designada condición de socio de honor. Y con el grupo vocal 'Reyes Bartlet', heredero de los mejores valores de la densa trayectoria de la coral y de la asociación cultural -el gran descubrimiento de la noche, José Híjar Polo al frente-, interpretando tanto antiguas canciones populares como Tres epitafios, de Rodolfo Halffter, con texto de Miguel de Cevantes.
Sesenta y cuatro años dan para mucho. Allí se han concentrado exposiciones pictóricas, manifestaciones artísticas, actuaciones musicales, conferencias, investigaciones, entrevistas, presentaciones de libros y publicaciones, recitales poéticos, la copiosa biblioteca... Es muy meritorio haberse mantenido desafiando las limitaciones físicas, primero; y las económico-financieras, después. Lo ha hecho, aunque sea una frase hecha, contra viento y marea. Sus presidentes, sus directivas, sabían que solo su perseverancia favorecería el desarrollo de ejercicios y tareas con las que mucha gente no sintoniza. Hay que agradecerles ese esfuerzo, esa constancia. Dando mucho y recibiendo a cuentagotas. Pero, sin rendirse, con capacidad para seguir creando y manteniendo encendida la llama cultural. Cuantas promesas incumplidas, cuantas demoras... No importa: ahí sigue el Instituto, con sus secciones, con su decisiva conribución a los museos del municipio, con su foro abierto para defender libertades y pluralismo y para que muchos creadores tuvieran su primera oportunidad.
Allí estaban todos, compartiendo la licencia para la nostalgia y las ganas de seguir abriendo surcos, sembrando la simiente que siempre habrá de germinar. Allí estaban los entusiastas y los silenciosos, los que siempre acuden, los que trabajan intramuros, los herederos y los ilustres de que han forjado una trayectoria que es, en buena medida, la historia de la cutura del Puerto de la Cruz en aquella modesta y tranquila estancia de cuya apertura se han cumplido ya sesenta y cuatro años.
¡Enhorabuena!

martes, 28 de marzo de 2017

ESCEPTICISMO LÚCIDO

Ha sido el filósofo y pedagogo José Antonio Marina quien ha denunciado recientemente la confusión que se percibe entre información, opinión y publicidad en los medios de comunicación, un hecho habitual en el panorama mediático en nuestro país. Por mucho que se insista en la necesidad de diferenciar los conceptos, la propensión a invadir las coordenadas y saltarse la que debería ser una exigencia ética, al menos entre los profesionales, sigue siendo un hecho común: el debate, por tanto, sigue abierto.
Hay malas prácticas: desde “teóricas” informaciones (por lo general, entrevistas o reportajes) remitidas por los gabinetes de las instituciones y organismos que se editan como información, sin un recuardo o una mínima indicación de que es publicidad remitida; a intervenciones de locutores o conductores de programas que cantan las bondades de determinados productos o firmas anunciantes sin advertir que se trata de una emisión publicitaria o patrocinadora, devenida en pura y dura publicidad e inductora no solo de posibles efectos engañosos sino de controvertidas interpretaciones sobre su utilización y conveniencias.
En ese panorama, hay ya una tendencia más o menos consolidada: considerar la información como un consumo. Por tanto, no es de extrañar que la anécdota cobre rango de categoría. No hace falta insistir en que somos vulnerables ante los mediadores que nos transmiten o nos cuentan la realidad. Intereses, afanes, sesgos, tendenciosidad... influyen en el acceso al conocimiento de la información, de la realidad a veces impuesta hasta producir eso que ya se conoce por posverdad. Ante ello, hay que diferenciar, que en eso consiste la defensa la cual debe estar basada en el fortalecimiento de nuestra capacidad crítica.
El profesor Marina advierte de la conjunción de factores como la vertiginosa implementación de las nuevas tecnologías, los avances difícilmente contenibles de las redes sociales y el exceso de información y opinión como hechos a tener en cuenta para hacer ese ejercicio de diferenciación. Marina lamenta que “todo el mundo nos quiera dar su opinión como si fuera verdad (…), existe una glorificación de la opinión de cada uno, porque nos parece que eso es muy democrático”. Ahí estriba la confusión de la que hablamos.
¿Cómo depejarla, cómo combatirla? Claro que no es sencillo pero como consumidores, lectores, radioyentes o telespectadores, hay que intentarlo. Es cuando Marina se muestra tajante al reivindicar que la educación debería convertir la inteligencia en talento. Y habla de tener conocimientos suficientes y capacidad de evaluación ante la multiplicidad de mensajes que reciben. Solo así será posible tomar decisiones de forma autónoma y libre. El adecuado uso de las herramientas tecnológicas será, en ese sentido, primordial.
Ante la confusión, valentía; antes que resignación o dejarnos arrastrar por sus corrientes, para desaprender. El filósofo toledano recomienda adoptar “una actitud de escepticismo lúcido ante la realidad que nos trasladan las múltiples fuentes de información que tenemos a nuestro alcance”. Ese tipo de escepticismo obliga a ser críticos y a educarnos en medios.
Así de claro.

lunes, 27 de marzo de 2017

GROSERÍAS Y ORDINARIECES

No es que se abra vena puritana alguna ni escandalicen a estas alturas las expresiones desde la tribuna de oradores: se habla tan mal en tantos lados, incluidos los medios de comunicación, que los tacos, las locuciones, las soeces y los denuestos han terminado conviviendo hasta en lugares donde se supone que debe guardarse un cierto respeto y hasta una cierta pulcritud en el manejo del lenguaje y de las formas dialécticas.

Uno de esos lugares es el Congreso de los Diputados, donde hemos escuchado días pasados una serie de groserías y ordinarieces que si son un elemento de la nueva política, desde ya hay que decir que es preferible la de siempre, la que, siquiera de vez en cuando, aportó excelentes oradores que no solo honraron la institución sino que la pusieron en el nivel que puede aguardarse y contribuyeron a un ilustrativo conocimiento de los asuntos que nos conciernen.

Ni siquiera el empleo del lenguaje coloquial o de la calle para argumentar en el Parlamento justificaría la utilización de frases que ya forman parte del Diario de sesiones y que quizá algún día se vuelvan en contra de quien las profirió. Ya se verá entonces su capacidad de encaje. Pero ahora, las expresiones del portavoz parlamentario de Podemos, Pablo Iglesias, a propósito de la aplicación de los denominados vetos presupuestarios por parte del Gobierno, han resultado de mal gusto, como demostrativas de que se encuentra desubicado y que confunde la tribuna de la Cámara con la de otros escenarios donde igual pasan inadvertidas o son despachadas entre sonrisas y aplausos. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, replicó con indiferencia no exenta de ironía: es lo que más duele en este tipo de cruces dialécticos. Y miren que para poner en evidencia al presidente, incluso en ese terreno que le gusta tanto, no hace falta tanta destreza dialéctica. Aquí fue el mismo Iglesias quien se puso y así cosechó algunas discrepancias de los suyos.

Aunque parezca una obviedad aplastante: se espera que en la tribuna de las Cortes los intervinientes lo hagan con corrección, sin perjuicio de juegos de palabras, de pleonasmos o de expresiones coloquiales, de morcillas en fin, que se cuelan en una intervención sin que esta pierda enjundia. Se trata de hacerlo en el contexto en que el orador se encuentra. Si para romper el tedio o el aburrimiento, hay que recurrir a la fraseología que se aprende en los ambientes colegiales o en los bares, mejor invertir en otras cosas pues hablando así -repetimos: sin propensión a los puritanismos ni a los escandaletes- también se contribuye a robustecer el descrédito y el rechazo que, lamentablemente, la política inspira de facto.

Puede el señor Iglesias, si quiere, ufanarse de su dialéctica trufada de vulgarismos, pero que sepa que mucha gente estima que se puede esperar otra cosa, algo distinto, algo mejor de quien, sin duda, posee preparación y cultura suficientes para que las diatribas parlamentarias no se vean devaluadas y para hacer que destaquen, de paso, aquellos cuya gestión política de algunas decisiones deja mucho que desear.

sábado, 25 de marzo de 2017

LA PRESTACIÓN DE SERVICIOS, LO PRINCIPAL

La controversia de las cuentas del Ayuntamiento del Puerto de la Cruz lleva caracterizando la vida municipal desde hace unos cuantos años, bien es verdad que parece interesar a poca gente, a unos contados agentes sociales: su complejidad y su interpretación, unidas a múltiples circunstancias de naturaleza política y estructural, hacen una polémica difícil de entender y de la que derivan de vez en cuando ataques y contrataques de los grupos corporativos que se lanzan los trastos contables en una suerte de singular pugilato para hacer ver quién administra o quién gestiona mejor los recursos. Menguantes, por cierto.
Es difícil encontrar en toda la geografía insular -si nos apuran, regional- un contencioso tan intrincado en el que, durante mucho tiempo -más del deseado-, las consecuencias apuntaron un permanente aura de negativismo que propende a dificultades de supervivencia económico-financiera, mientras escaseaban o no aparecían las alternativas, se agigantaba la realidad de una institución anquilosada cuya proyección mediática desprendía muchas sombras y pocas luces en tanto que la ciudadanía asistía, entre escéptica, indolente e indiferente, a un debate poco productivo desde el punto de vista de la aportación de soluciones.
El malogrado Juan José Acosta, economista, quien fue presidente de la comisión de Hacienda del Ayuntamiento, concejal-delegado y gerente de la sociedad pública Pamarsa, que promovió con denuedo y solvencia hasta donde le fue posible, ofreció, hace ahora treinta años, unas plausibles explicaciones a propósito del superávit que registraba la liquidación del Presupuesto General Ordinario del ejercicio de 1986: veinte millones de pesetas, en números redondos. El programa económico municipal de ese ejercicio se elevó a tres mil trescientos sesenta y siete millones de pesetas. Por segundo año consecutivo, las cuentas arrojaban un saldo favorable pues en 1985 la diferencia positiva se elevó a ciento un millones de pesetas.
En una información publicada por el periódico Jornada, Acosta afirmó que “tanto el déficit como el superávit pueden constituir un síntoma de una gestión deficiente, porque lo que importa a un organismo público es la prestación de servicios a la sociedad”. Para bien, ese sigue siendo un elemento primordial de cualquier discurso político, teñido del color que sea. La población no pondrá mucha atención en las cuentas públicas pero sí repara en las prestaciones que recibe a partir de su financiación con las contribuciones en forma de tasas y tributos. Quiere, además, servicios de calidad, que estén a la altura de esas aportaciones periódicas. No son exigencias desmesuradas: en la sociedad de nuestros días, es lo mínimo que se puede esperar.
Lamentablemente, los niveles han descendido, cuantitativa y cualitativamente. Servicios que en su día fueron punteros y avanzados, con una cobertura bastante estimable, han ido mermando, hecho inducido por el problema estructural al que hemos hecho referencia y por la sucesiva acumulación de factores que han tenido maniatada la capacidad del Ayuntamiento, no ya para invertir -que esa parece borrada de los esquemas- sino para el mantenimiento de los servicios y el cumplimiento de las obligaciones.
La clave está pues ahí, en la mejor y más equilibrada prestación. Y cuando son necesarias algunas determinaciones para el manejo presupuestario, el objetivo debe ser evitar el incremento del endeudamiento y los desfases que hipotecan. Lo importante es que los administrados no sufran, no sean los perjudicados. Una visión menos cortoplacista y sustanciada de forma más realista es muy recomendable.

viernes, 24 de marzo de 2017

SIN TIRAR COHETES

Los acontecimientos de la semana han eclipsado una decisión del pleno del Congreso referida a sendas proposiciones de ley presentadas por los grupos parlamentarios socialista y vasco, encaminadas a la supresión de aquellos aspectos considerados como más lesivos en el ámbito de la Ley de Seguridad Ciudadana, popular Ley mordaza.
El pleno de las Cortes aprobó ambas iniciativas, hecho ciertamente importante, dado el rechazo político y social que la norma inspiró desde su aprobación por la mayoría absoluta del Partido Popular (PP), además de haber sido recurrida ante el Tribunal Constitucional y cuestionada por la defensora del Pueblo, Soledad Becerril, exdiputada del partido conservador.
Pero aun entrañando el punto de partida para la modificación que se pretende, tampoco hay que tirar cohetes, al menos por ahora, pues la disparidad de los grupos parlamentarios hace temer por una tramitación compleja y hasta contradictoria. Es verdad que el Gobierno sufrió un nuevo revés parlamentario y evidenció su soledad. Ello le obliga a negociar para intentar salvar el cuerpo de la mordaza, pero todavía tiene margen en el fragor de las transacciones políticas, incluso de materias entremezcladas. El caso es que todo indica que la Ley de Seguridad Ciudadana, tal como fue concebida, formará parte de la historia, con más pena que gloria.
Si su elaboración despertó críticas aceradas, la posterior aplicación enervó a muchos actores sociales y amplios sectores de población. Se llegó a hablar de notables limitaciones a las libertades, si no de derechos judiciales, educativos, sanitarios y laborales cercenados. “La ley convertía automáticamente al ciudadano activo en reo sancionable a fin de pacificarnos a todos a las bravas”, llegó a afirmar el diputado socialista, portavoz de su formación en la comisión de Interior, Antonio Trevín. Por su parte, el diputado popular José Alberto Martín-Toledano negaba esa visión: “Este es un debate manipulado y recurrente porque esta ley no solo no ataca a los derechos fundamentales, sino que los protege”, señaló.
Veamos qué sucede con la tramitación. Dependerá del ánimo de consenso con que se trabaje. Lo lógico es que la ley modificada sea respetuosa con los derechos y las libertades que consigna la vigente Constitución, sencillamente para acreditar que la representación política contribuye a la madurez de la sociedad española. Pero reconozcamos que no es una asignatura sencilla.

jueves, 23 de marzo de 2017

RECONOCIMIENTO A LOS LEONES PORTUENSES



Se han cumplido cincuenta años de la entrada en funcionamiento en el Puerto de la Cruz de una sede del Club de Leones. Recordamos, en efecto, la apertura de la primera guardería infantil de la ciudad, localizada en el polígono San Felipe-El Tejar, en el posteriormente denominado Paseo del Jardinero, cuando las parcelas estaban aún desnudas y en el solar de la estación de guaguas los jóvenes jugábamos al fútbol por las tardes. Debió ser de las primeras dotaciones públicas de un área de servicios que aglutinaría correos, centro de salud, mercado y la propia estación. Edificaciones residenciales y turísticas crecían en los alrededores. En aquellos menesteres andaba el ilustre abogado Manuel López García que también presidió la familia leonística portuense. El fue quien remitió a la revista del club la crónica del acto de inauguración publicada en el desaparecido La Tarde. Era alcalde Felipe Machado González de Chaves. Con la llegada de la democracia,  la guardería -así se llamaba entonces, hoy sería una escuela infantil- cedió su sitio a un Centro de Asistencia Intermedia (CAI), integrado en la Red municipal de servicios sociales y  en el que era posible atender la alimentación de menores abandonados por sus familias e hijos de familias desestructuradas y de limitados recursos. Hoy en día alberga  los afanes de la Asociación “Ya vienen los Reyes”, que tiene a su cargo la cabalgata anual de los Reyes Magos.
La sede del Club de Leones del Puerto de la Cruz quedó establecida, durante muchos años, en un local de la urbanización San Fernando. Desde allí, sus dirigentes fueron irradiando una acción social basada en la atención a problemas de salud y necesidades familiares extremas, así como en la  ayuda humanitaria en casos de emergencias y catástrofes. La presencia de los leones portuenses -por lo general, sin grandes alardes protagónicos- se hizo cotidiana pues a lo largo del año participaron en distintas actividades y colaboraron con distintas iniciativas municipales. Su compromiso y su ayuda siempre estuvieron ahí y cada vez que   era reclamada su colaboración, siempre hubo una respuesta proactiva y altruista.
A principios de los noventa, del pasado siglo, donaron una ambulancia, totalmente equipada, a la asamblea local de la Cruz Roja española con la que cooperó en distintos llamamientos. También lo ha hecho con otras organizaciones locales y comarcales. A lo largo de este medio siglo de historia, las acciones de los leones se han dejado notar en campañas de  reforestación, de actividades escolares o de saneamiento medioambiental. Han promovido también monumentos que, como los erigidos en tributo al donante o a la mujer pescadora, se convirtieron en auténticos íconos. Un concurso de dibujo de ámbito internacional, con la paz como motivo principal, es otro de los grandes logros que enriquecen la historia del club.
Ahora es Miri Rodríguez la presidenta de una directiva que se ha tomado muy en serio la habilitación de un circuito para educación vial en el interior del colegio de educación especial “Inés Fuentes”, en La Vera. Sin duda, un proyecto que pone a prueba la capacidad emprendedora y los efectos beneficiosos en la población escolar y con diversidad funcional.
A los leones portuenses, desde luego, se agradece su esfuerzo y su contribución. Y en este medio siglo de existencia, procede expresar, además de la felicitaciones, un reconocimiento.

miércoles, 22 de marzo de 2017

PRELUDIO DE LA SEMANA SANTA PORTUENSE



Emilio Zamora González, pregonero de la Semana Santa del Puerto de la Cruz 2017, alentó a todos los fieles a apoyar la labor de las hermandades y cofradías locales de forma efectiva integrándose en estas asociaciones de fieles, algunos de cuyos dirigentes, junto a sacerdotes y miembros de la corporación municipal, le arroparon durante su lectura en la iglesia de San Juan Bautista, popular San Francisco.
            Zamora dividió su pieza en tres bloques: la primera, dedicada a enunciar los principales actos que han sido programados en las parroquias del casco (Peña de Francia y La Peñita). En la segunda, se refirió, sin eludir el tono autocrítico, a los cambios vividos en la Semana Santa portuense a partir de 1994, cuando un grupo de jóvenes de entonces se empeñó en revitalizar las celebraciones que se caracterizaban por una cierta monotonía y desidia, hasta el punto de que el párroco de la Peña, padre Benigno, llegó a sugerir la supresión de algunos recorridos procesionales. Destacó, en ese sentido, el espíritu entusiasta y comprometido de la Hermandad del Santísimo así como el que acreditaron las que siguieron su cauce  “sin crear la más mínima situación traumática, demostrando así que en ningún momento albergaron afán de protagonismo alguno y que efectivamente tenían y tienen clara su labor pastoral de evangelizadoras y mantenedoras de la fe”.
            Situó el mantenedor en 1994 el principio del resurgimiento de la Semana Santa de la ciudad turística; y a partir de la aparición de las cofradías de Jesús Nazareno y de la Vera Cruz, en la celebración del año siguiente, con varias incorporaciones se registran novedades que “suscitan las curiosidades de los portuenses y provocan una atracción sorprendente, me temo que, en un principio, motivada más por la curiosidad (…) que por la devoción, pero, finalmente, hemos podido comprobar con el paso del tiempo que esta misión pastoral ha dado su fruto”.
            Aludió también a las innovaciones que desde entonces fueron introduciéndose en la programación y al papel destacado de otros sacerdotes, como el padre Ángel, igualmente párroco de la Peña, quien se esforzó en el Obispado para diligenciar la formalización de las nuevas cofradías que cristalizó en la Junta de Hermandades, ahora denominada del Santo Madero.
            Después de explicar lo concerniente a la que considera “cronología errónea” de la Semana Santa portuense, por entender que el orden de la aparición de dos pasos no se ajusta a la secuencia lógica y conocida de las vísperas de la muerte de Jesús, el pregonero abordó la tercera y última parte de su exposición, dedicada a glosar la figura del hijo de Dios, partiendo de esta afirmación: “Jesús no era solamente un hombre”. Insistió en que nos encontramos “ante un ser con todas aquellas virtudes que deberían ser inherentes al ser humano pero que, por desgracia, parece que vamos perdiendo con el paso del tiempo”.
            Aludió a varios pasajes evangélicos para concluir que “se había hecho hombre para cumplir un cometido y estaba dispuesto a ser sacrificado tal y como se le había pedido. No era solamente un hombre. No pidió ser salvado de aquella situación, a lo máximo que se atrevió, fue a pedir que pasara cuanto antes”.
            Acabó Emilio Zamora con las palabras del centurión romano, al pie de los crucificados en el Gólgota: “Verdaderamente, este hombre era hijo de Dios”.

martes, 21 de marzo de 2017

LEER Y RESPONDER ANTES DE COMENTAR

Para quienes aún no conozcan el significado y el papel de los troles, sepan que se trata de aquellas personas que, sobre todo en Internet, redes sociales, foros de discusión o chats, publican mensajes provocadores con la intención de molestar, distorsionar o producir una respuesta negativa e interesada con distinta finalidad, incluida la de enfrentar a los participantes. Sobra decir que, amparados posiblemente en una identidad falsa, emplean términos ofensivos y expresiones soeces que pueden resultar insultantes, vejatorios o denigrantes (En Wikipedia se recomienda “no alimentar al trol, por favor”, se sugiere que no debe reaccionarse ante un trol, que no deben usarse enfoques parecidos que redunden en discusiones inconducentes e interminables).

Convendría precisar también otro concepto, la posverdad (también identificada como mentira emotiva), palabra del año 2016 para el Diccionario Oxford que la admite como un neologismo cuyo significado “denota circunstancias en que los hechos subjetivos influyen menos en la formación de la opinión pública, que los llamamientos a la emoción y la creencia personal”. Un editorial de la revista The Economist, al relacionar el concepto con el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, señala que la política posverdad es “una confianza en afirmaciones que 'se sienten verdad' pero no se apoyan en la realidad”.

Con estas dos premisas, planteadas simplemente para poner en situación a los lectores, acerquémonos a la iniciativa de un periódico noruego, NKRbeta, que desde hace unas semanas ha introducido una exigencia a sus lectores interesados en comentar alguno de los artículos publicados: antes de hacerlo, habrán de responder a tres sencillas preguntas. El director, Stale Grut, ha explicado: “Teníamos que hacer algo para que todo el mundo estuviese en el mismo lugar antes de comentar y tuviese claro qué es lo que el artículo dice y lo que el artículo no dice”.

La medida es llamativa. Es decir, responder para verificar la lectura y luego opinar. Hay que leer el artículo completo y discernir, disponer de elementos de juicio propios. Es un precedente propenso a convertirse en fórmula metódica que puede frenar a los troles e impedir el crecimiento de la posverdad. Antes de expresarse de forma inapropiada, hay que demostrar, mediante las respuestas requeridas, que se ha leído la información o el texto. Ya se verá hasta dónde llega el planteamiento del medio noruego y si es capaz de resistir las esquivas de los internautas que, seguro, buscarán.

Una primera valoración señala que los comentarios pueden ser tremendamente positivos pues es posible que surjan expertos que enriquezcan las informaciones o lectores que, simplemente, manifiesten dudas sobre algo que no ha quedado claro o expresen su opinión de forma cabal y respetuosa. Se trataría, como valor añadido, de evitar que la sección de comentarios se convierta en un vaivén de insultos y descalificaciones entre troles.
El editor del periódico noruego, Marius Arnesen, señaló que con las tres preguntas, “nos aseguramos que la discusión se inicia con una base de conocimiento común”, una manera de moderar el debate y también de acabar con reacciones incendiarias no deseadas que terminan ahuyentando a los usuarios y visitantes del medio.

Aún es pronto para evaluar la experiencia pero, frente a otros periódicos que ya han decidido suprimir los espacios dedicados a comentarios, otros medios de postín como The New York Times, The Guardian o el ya citado The Economist, están haciendo probaturas para encontrar soportes que tengan una doble utilidad: acabar con los comentarios insolentes e inadecuados y reclamar la atención de lectores capaces de hacer buen uso de su intelecto.

Troles y posverdad, pues, ya lo saben. Se les acota el margen.

lunes, 20 de marzo de 2017

PREVENIR CIBERADICCIONES Y LUDOPATÍAS

Las apuestas son el ¿penútimo? fenómeno en la sociedad española de nuestros días. Los británicos apuestan por todo, decían no hace mucho tiempo. Pues, venga, interpretando al pie de la letra, empiezan a abundar las opciones en medios audiovisuales y redes sociales. Se apuesta, por citar ejemplos, quién marcará primero antes del minuto veinte en determinado encuentro de fútbol; qué número de estatuillas obtendrá cierta película nominada; qué candidata ganará el concurso de belleza y cuál será el color del modelo que lucirá tal artista en la gala de entrega de los premios.
Desde que fue legalizado, allá en los albores de la democracia, el juego fue penetrando en este país. Casinos, bingos, loterías, tragaperras, quinielas, sorteos, rifas... distintas modalidades para probar fortuna y para ingresar por una vía fácil y rápida. Las penurias económicas extendidas y la crisis que no termina de marcharse han sido factores propicios para aumentar el interés, a ver si sale, porque en el bombo está. Ese interés conduce a la adicción, naturalmente. Y con la adicción, germinan las ludopatías. Las innovaciones tecnológicas y las facilidades para acceder al universo digital han hecho que se disparen hasta niveles insospechados.
Tal es así que sus señorías se han esmerado para intentar frenar el fenómeno. Por lo menos, han logrado inicialmente -ya se verá cómo deriva- un acuerdo unánime para solicitar al Gobierno un plan específico de prevención tanto de la ciberadicción como de la ludopatía por el juego on line. En efecto, una proposición no de ley en el Congreso de los Diputados ha significado el primer paso para atajar un problema que precisa un tratamiento eficaz basado en criterios profesionales, sociales, educativos y sanitarios.
El diputado socialista, portavoz en la comisión de Sanidad, licenciado en medicina y cirugía, especialista en salud pública y medicina preventiva, José Martínez Olmos, además de expresar su satisfacción por la unanimidad del acuerdo -teóricamente, eso significa que hay convergencia de sensibilidades y deseos de acometer soluciones eficaces-, ha sido muy revelador a la hora de explicar que uno de los aspectos específicos de las ciberadicciones que afectan a un número de personas cada vez mayor, como es el caso de las ludopatías generadas en las opciones de juego on line, produce unas consecuencias preocupantes para la propia salud de las personas: se reflejan en cuadros de sintomatología propia de las situaciones de dependencia, como la ansiedad, el insomnio, la depresión y la falta de concentración. Martínez Olmos abunda en los perniciosos resultados del ciberacoso o la promoción de conductas autodestructivas como la anorexia y la bulimia ya hasta de episodios que puedan favorecer la pederastia.
Por eso, abunda en la necesidad de que los poderes públicos, las organizaciones profesionales y los actores sociales acometan cuanto antes un estudio minucioso que sirva de diagnóstico para luego desarrollar ese plan específico que consigne estrategias de prevención y asistencia. Naturalmente, hacen falta indicadores y recursos para que la actuación no se agote en una mera declaración de intenciones. Tiene que servir, incluso, la experiencia del Plan Nacional sobre Drogas, puesto en marcha hace ya más de tres décadas.
Lo importante es que hay voluntad política y un punto de partida coincidente en tiempos que no abundan las unanimidades. Esa conciencia es positiva para emprender soluciones a un fenómeno social preocupante que se mueve, además, entre facilidades y cómoda accesibilidad desde los más variados soportes. Esa conciencia tiene que servir para rescatar a una sociedad que no puede hacer depender del azar y de las apuestas sus condiciones de vida y sus avances.


sábado, 18 de marzo de 2017

EL BALCÓN

La ciudad amaneció el pasado fin de semana sin uno de los elementos arquitectónicos distintivos de uno de sus paseos principales y más transitados; pero algunos habitantes no reaccionaron hasta bien entrada la mañana del lunes, cuando el vacío era ostensible y las huellas de la desaparición, traviesas incluidas, quedaban al desnudo. El estupor y la indignación fueron en aumento hasta que, inevitablemente, desembocaron en las redes sociales y posteriormente, cuando el asunto ya era un clamor popular, en algunos periódicos y medios audiovisuales.

Uno de los primeros hoteles de la ciudad, el Marquesa, que data del siglo XVIII, un inmueble catalogado, declarado Bien de Interés Cultural (BIC), había sido despojado de uno de los dos balcones de su llamativa fachada, ya evidentemente mutilada. Un balconicidio pues. Cómo si no hubieran sido suficientes los despropósitos constructivos que ha padecido, el hotel volvía a sufrir un quebranto no se sabe si reparable, por muchos apremios y por muchas recomendaciones de recuperación que se hayan acumulado. A conejo ido...

Prescindamos (por ahora) de las circunstancias personales que concurran en el presunto infractor, de los hechos objetivos (deterioro, peligrosidad, inseguridad...) que pudieran haber sustanciado la retirada y hasta de la inicial inhibición administrativa, solo modificada cuando el daño ya estaba hecho, para detenernos en la necesidad de ser más sensibles y cuidadosos con el patrimonio histórico, arquitectónico y de todo tipo. Difícilmente se encontrará un lugar en la isla, según ha quedado acreditado, de mayor indolencia hacia sus propios valores tangibles, hacia su conjunto patrimonial, hacia su acervo, hacia su personalidad urbanística. Nos gustaría saber qué suerte habrá corrido un acuerdo plenario, adoptado por unanimidad, de no hace mucho tiempo, encaminado a crear un consejo municipal que velase por la protección y promoción del patrimonio e impidiese más agresiones, como esta del balconicidio, cuya justificación es difícilmente argumentable (Un arquitecto especialista en restauración se llevó las manos a la cabeza cuando se enteró del hecho: “¡Hasta el Marquesa! No me lo puedo creer”, exclamó).

Está demostrado que no sirven ni se tienen en cuenta las medidas preventivas, las directrices de planeamiento y las ordenanzas específicas. Se respetan poco o se incumplen. La sensación que se va amasando y que va quedando es que se puede hacer lo que se quiera pues la permisividad es incomensurable, la inspección apenas existe y, por lo general, no pasa nada. No puede ocurrir que una tipología urbanística tan señalada esté amenazada de daños o agresiones.

¿Era ésta la agilidad que se pretendía con la delegación de competencias urbanísticas? Seguro que no, nos apresuramos a contestar. Pero hay que verificar las reacciones, con hechos y con pruebas. ¿Para esto quieren promotores y empresarios menos normas y menos burocracia? Pues habrá que responderles que benditos sean todos los controles posibles con tal de evitar los atentados urbanísticos y los caprichos unipersonales sin el más mínimo respaldo técnico. ¿De qué valen las protecciones y conservaciones de cascos y perímetros? ¿Es así de tolerante la administración competente con situaciones similares o es que hay temor a los descontentos derivados de expedientes de infracción abiertos? Pareciera que a más corsés y más estrictos ajustes, mayor permisividad.

Solo un hecho positivo se desprende de este nuevo desmán: menos mal que las consecuencias y las reacciones habrán servido para frenar otro posible balconicidio: el del artístico elemento central de la fachada del Marquesa, al que ojalá guarde el sentido común. Y el celo, un poquito de celo.

viernes, 17 de marzo de 2017

MEJOR CALLADOS

Ha perdido el presidente de Repsol, Antonio Brufau, una excelente ocasión para enterrar definitivamente, en el basurero de la historia, su frustrada e infeliz pretensión de llevar a cabo prospecciones petrolíferas en aguas de las Islas. En vez de callar, con derecho a regodearse -si era ese su deseo- en el descubrimiento de un aparente copioso yacimiento en Alaska (USA), va y refresca el episodio hablando en inasumibles términos sobre la oposición que encontró en las Islas y en muchas de sus instituciones para llevar a cabo la pretensión de la compañía. Brufau no entendió nada de la reacción de un pueblo, si se quiere pasivo y hasta indolente, pero que se ha cansado de falsas expectativas y, mucho más, del afán de riqueza de unos pocos, por lo general los mismos de siempre. Esta era una cuestión de dignidad que no se liquidaba con inversiones publicitarias. Desde luego, en los tiempos más recientes, ha sido el último leitmotiv que ha unido a los canarios, tan dados al pleitismo fácil y a la rivalidad simplona, pero atentos y firmes a una si vislumbraron que, a la larga, el ansiado -por algunos- petróleo acarrearía más perjuicios y más riesgos que otra cosa, supuestamente positiva.
Igual Brufau escuchó lo de aplatanados, sonrió y dio la razón, probablemente, a quien empleó el vocablo. Pero eso no valida su adjetivación del rechazo encontrado a las prospecciones: ni dolor de muelas ni tercermundista ni retrógrado. Al contrario, sensación de fortaleza e identificación, conciencia y sensibilidad, muy propias de sociedades avanzadas cuando ven peligrar sus activos y su modelo de desarrollo económico. Brufau quizá esté acostumbrado a convivir entre imposiciones y a negociaciones de alto nivel resueltas a base de lo tomas o lo dejas y de creer que la sartén en el mango es un método infalible. Hasta es posible que creyera que la resistencia iba a claudicar a medida que el flanco judicial se tambaleaba. Pero comprobó que las pregonadas bondades no persuadieron y el pueblo canario dijo nones, en la calle, en las instituciones y hasta en las redes sociales.
El presidente de Repsol agita ahora, de forma poco inteligente, el derecho al pataleo. Están teñidas de cierto espíritu colonialista esas afirmaciones suyas. Canarias no quería y no quiere mayor dependencia petrolífera que, de paso, por si hubiera alguna desgracia -a la que estaría expuesta- ahuyentaría a los turistas, esos que vienen a borbotones porque otras coyunturas son favorables pero que lo hacen porque prefieren unos encantos naturales de difícil parangón. Hubiera sido lo procedente pasar página y olvidarse para siempre del episodio, conscientes de que no siempre se gana, por mucho petróleo y derivados que se tengan. Si entonces faltó humildad a Repsol, Brufau y compañía, ahora callados se hubieran ganado menos antipatías. Y es que algunos no escarmientan.

jueves, 16 de marzo de 2017

¿CÓMO Y POR QUÉ FRACASÓ EL 'TIME-SHARING' EN EL PUERTO?

1987, Puerto de la Cruz. Un fenómeno de comercialización de alojamiento turístico lleva varios meses alterando los monótonos y convencionales esquemas del negocio. Tibia respuesta de los empresarios, pese a que sus firmas son las más afectadas. Desbordadas las autoridades que, ante el vacío legal, no saben muy bien por dónde atajar. Y a medida que pasaban las semanas, los métodos de venta de los operadores contratados para los menesteres en plena vía pública o en los exteriores de establecimientos públicos y privados muy frecuentados, se hacían cada vez más agresivos.
El 'time-sharing', traducido como ocio compartido, causaba furor en la ciudad de hace treinta años, todavía en una posición puntera en el mercado. El fenómeno, consistente en compartir durante un tiempo una propiedad, con opciones de hacerlo en otros destinos, se extendía a gran velocidad. Las quejas de turistas acosados menudearon. Los comerciantes de los alrededores de los puntos de venta también expresaron su malestar. Los periódicos, ante lo inusitado de la situación, a verlas venir. Los consumidores elevaron las denuncias mientras las autoridades responsables no sabían bien dónde tramitar. Las compañías del sector, a la vista de la tibia oposición, institucional y social, fueron apretando el acelerador en aquellos rumbos que, aparentemente, dejaban pingües dividendos.
Treinta años se han cumplido de aquella polémica aparición de esta fórmula que procedía de otras latitudes y de otros destinos turísticos. Desde el Puerto de la Cruz se extendió al sur de la isla y a otros núcleos del territorio canario, donde pareció implantarse mejor o con más facilidad. Con sentido de perspectiva histórica -han pasado tres décadas- cabe preguntarse -es que no hay análisis rigurosamente elaborados al respecto- por qué fracasó y quién perdió aquella lucha por penetrar en un mercado a cuya línea de flotación disparaban sin rubor.
Recordamos algunos testimonios de la época: es difícil actuar en plena vía pública contra alguien que no está cometiendo delito (policía); es complicado oponerse a esta modalidad de negocio en un modelo económico de libre mercado (empresariado); hay que legislar para regularizar cuanto antes esta fórmula y saber a qué atenerse (políticos); seguro que no me permitirían tener vendedores callejeros (comerciantes).
Aquel mes de marzo de 1987, la Asociación de Empresarios Hoteleros y Extrahoteleros de Tenerife (ASHOTEL), cuando crecían al malestar y la incertidumbre, convocó en el hotel Botánico una sesión de trabajo cuya conclusión fue tajante: oposición unánime al 'time-sharing'. Así titulaba Jornada, a cuatro columnas, una referencia de la reunión, a la que asistieron el director general de Ordenación e Infraestructura Turística del Gobierno de Canarias, Pedro García Artiles; la directora territorial de Turismo, Rosa María Luengo Barreto; el presidente y el gerente de ASHOTEL, Felipe Machado del Hoyo y Eduardo Solís, respectivamente. Estuvieron presentes, según el testimonio periodístico, numerosos empresarios y hoteleros de la ciudad turística y de otras localidades tinerfeñas.
El 'no' rotundo derivaba de “los enormes perjuicios causados al sector”. La crónica del acto aludía a que, al haberse constatado la influencia y la expansión de la fórmula para compartir la propiedad, ello “ha permitido comprobar sus efectos a corto y largo plazo”. También coincidieron los asistentes en que con el 'time-sharing' “no se repiten las visitas como habitualmente se vienen realizando con el sistema tradicional y normal de contratación hotelera”. La información de Jornada precisa que “el turista que viene por primera vez a Tenerife, en particular; y a Canarias, en general, suele repetir y se duda mucho que con la modalidad anteriormente indicada suceda lo mismo”.
Los representantes gubernamentales convergieron en la voluntad de legislar sobre el asunto, o elevar iniciativas, en tal sentido, a las Cortes Generales. “Por otro lado -añade la reseña- se hizo una valoración de las medidas que se han puesto en marcha en Puerto de la Cruz, para eliminar la práctica de distribución clandestina de material publicitario y ejercer la venta en sus calles”.
Los representantes del sector turístico y de la todavía incipiente Administración autonómica hablaron de la necesidad de concretar el planteamiento urbanístico de las ciudades y la reglamentación de las ofertas de ocio, en los destinos turísticos. Es decir, lo que años más tarde se identificaría como el modelo de ciudad y de desarrollo económico.
Al cabo de tres décadas, no se sabe muy bien el alcance económico de los perjuicios, o lo que es igual, el volumen de las reclamaciones. Tampoco la suerte que corrieron los inmuebles y las edificaciones (al menos, tres antiguos hoteles de distintas categorías fueron reconvertidos) -en algunas de las cuales acometieron obras de reforma y mejora- dedicadas a la explotación de esta fórmula.
¿Cómo y por qué fracasó el 'time-sharing' en el Puerto? Buena pregunta. Desde luego, el oscurantismo que lo envolvía, las posibilidades reales de un fraude gigantesco y el agresivo método de ventas o de captación de clientes sustanciaron su inviabilidad.

miércoles, 15 de marzo de 2017

MUNICIPIOS TURÍSTICOS DEMANDAN OTRA FINANCIACIÓN



Disponer de una financiación suficiente que permita afrontar a las corporaciones locales la facturación de gastos por la prestación de servicios como consecuencia de la actividad turística. El planteamiento está hecho desde hace muchos años, décadas, pero sigue vigente, según se desprende de los contactos mantenidos por el presidente de la comisión de Turismo de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) y alcalde de Palma, José Hila; y el secretario general de la entidad, Juan Ávila, con la secretaria de Estado de Turismo, Matilde Asían, para tratar asuntos relacionados con la promoción y la gestión de esta materia en las localidades turísticas. El municipalismo, en efecto, sigue quejándose de una financiación insuficiente, de recursos escasos para atender obligaciones ante las que se ven desbordados, especialmente en determinadas épocas del año.

         Ha pasado el tiempo y se reproduce la reivindicación, que no es gratuita, como podriamos hablar por propia experiencia. El lamento estriba en que sucesivos gobiernos y varios ministros, de distinto color político, no han podido siquiera acercar una solución mínimamente satisfactoria.

         Las soluciones no son fáciles, desde luego. Pero se nota que hay un estancamiento difícilmente salvable. Comoquiera que el asunto tiene mucho que ver con una reforma tributaria, es como si a las partes asustaran el diálogo y la necesaria negociación con tal de acercar posturas y encarar una solución, siquiera de mínimos. De ahí la importancia de la interlocución, no solo por la perseverancia sino por el necesario entendimiento. Aunque los ayuntamientos españoles presentan una situación más desahogada, o al menos han reducido sus deudas, lo cierto es que continúan demandando inyecciones económico-financieras que les permitan mejorar sus niveles inversores y, sobre todo, prestar servicios de calidad. En la ciudades turísticas, pongamos por caso.

         Un criterio de la lucha histórica del municipalismo en esta materia es el de la población flotante o población asistida, es decir, el número de visitantes que se aloja anualmente en sus establecimientos. Población que precisa de servicios básicos pero también de los relativos a transportes, seguridad, consumo, limpieza y sanidad. Los empresarios no quieren saber nada de más tasas, aunque fuera reducida y tuviera un carácter finalista, aplicable desde la máxima transparencia.

         Así las cosas, alcaldes y ediles de Hacienda tendrán que rebuscar en otras figuras impositivas. De hecho, en esa reunión entre la FEMP y la secretaría de Estado, se habló de un Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI) especial, aplicable a los pisos de alquiler turísticos. “Se trata de disponer de herramientas para que el IBI se pueda adaptar a la actividad económica del municipio y los ayuntamientos no estn abocados a vivir de la construcción”, comentó José Hila.
         De forma colateral, los responsables municipalistas sugirieron que para garantizar uno de los factores anteriormente citados, la seguridad, se permitiese a los ayuntamientos ampliar la plantilla de la policía local, si bien es verdad que esta medida incrementaría el Capítulo I (Personal) de los Presupuestos Generales y el incremento de gasto atenazaría el funcionamiento económico-financiero de muchos ayuntamientos.

         En cualquier caso, los dirigentes de localidades turísticas están en su derecho de reivindicar y de esmerarse en la búsqueda de soluciones para que las obligaciones presupuestarias y la asunción de gastos aumentados por una razón como la señalada, encuentren una vía de salida sostenible. Está en juego, en buena medida, el prestigio y la calidad del propio destino.