Sabemos que consultar encuestas o estadísticas en estos tiempos es desalentador. Pero no hay otra opción para afrontar con realismo un momento delicado, sin duda el más crítico de los vividos y conocidos desde la Segunda Guerra Mundial. Para analizarlo y para buscar posibles alternativas, hay que disponer de unas mínimas bases científicas. Y estas las aportan los registros de estudios e investigaciones demoscópicas.
Nos hemos fijado, por tanto, en la Encuesta de Coyuntura Turística Hotelera en que el Instituto Nacional de Estadística (INE) ha dado a conocer recientemente, consignando los datos referidos a pernoctaciones hoteleras del pasado mes de julio. Se redujeron en un 73,4 % respecto al mismo mes de 2019, hasta 11,4 millones, con lo que rebajaron su hundimiento por la crisis sanitaria, frente a los meses de abril (100 %), mayo (99,2 %) y junio (95,1 %). El comportamiento del mercado nacional hizo visibles las cifras de mejoría. Los hoteles de cuatro estrellas fueron los más visitados, seguidos de los de tres. Los precios de los establecimientos se redujeron un 8,2 % con respecto a julio de 2019.
El INE recuerda que el 21 de junio finalizó el estado de alarma. Ello propició una mayor movilidad de la población en todo el territorio nacional. Eso hizo que en julio se incrementase el número de establecimientos abiertos respecto al mes anterior, pasando de cinco mil ochocientos noventa y seis a doce mil sesenta y ocho, lo que aún seguía siendo casi un 30 % menos que en julio de 2019. El total de plazas ofertadas superaba el millón veinticinco mil, un 52,7 % del total.
Las cifras globales ofrecidas por el INE ponen de relieve la evolución de este concepto: las noches en establecimientos alojativos alcanzaron los 11,4 millones en julio, una pérdida del 73,4 % respecto a las 43,1 millones del mismo mes de 2019. Al cierre de los siete primeros meses del año en curso, el volumen total de pernoctaciones se elevó a 55,6 millones, lo que significa un descenso del 71,1 % respecto al mismo período del año anterior.
Pese a la progresiva apertura de las fronteras, por tanto, fueron los españoles los que contribuyeron en mayor medida al sostenimiento de la actividad hotelera. Luego llegaron los rebrotes y las restricciones, se extendió de nuevo una capa de temor para ausentarse del domicilio y la incipiente recuperación parece que en agosto se ha desmoronado. Ya veremos las cifras.
Andalucía, Catalunya y Comunidad Valenciana fueron los destinos principales de los residentes en España, aunque sus pernoctaciones en dichas regiones bajaron el 46, 48 y 60,2%, respectivamente.
Entretanto, el principal destino elegido por los viajeros no residentes fue Baleares, con un 33,3% del total de pernoctaciones. En esta comunidad las pernoctaciones de extranjeros cayeron un 86,1% respecto a julio de 2019. Los siguientes destinos de los no residentes fueron Cataluña (con el 18,7% del total de pernoctaciones y un descenso del 87,7%) y Canarias (con el 16,3% del total y un descenso del 87,1%).
En lo que a ocupación respecta, en julio pasado se alcanzó el 35,6% de las plazas ofertadas, con un descenso interanual del 50 %. El grado de ocupación en fin de semana se redujo un 46,8 % para situarse en el 40,5 %.
En términos de rentabilidad económica, los registros del INE indican que la facturación media fue de 195,5 euros para los hoteles de cinco estrellas; de 100,2 euros para los de cuatro y de 78,45 euros para los de tres estrellas.
El ingreso medio diario por habitación disponible, lo que se conoce como índice RevPAR, condicionado por la ocupación registrada en los establecimientos hoteleros, fue de 33,3 euros, un 56,8 % menos que los 77 euros de media registrados en julio de 2019.
Como se puede comprobar, el turismo nacional ha mitigado los daños. Pero no es consuelo: las expectativas eran otras. Y agosto ya se ha acabado.
1 comentario:
Las perspectivas son muy malas. Tenemos que arrimar el hombro pero no sólo depende de nosotros. Tenemos que ir despacio y con paciencia sabiendo que habrán avances y retrocesos.
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