Diez días –bueno, en las circunstancias que concurren hay que entender la lentitud administrativa- ha tardado el Cabildo Insular de Tenerife en reanudar el servicio que prestaba en la oficina de turismo ubicada en la Antigua Casa de la Real Aduana en el Puerto de la Cruz. No es cuestión, a estas alturas, de apuntarse tantos, pero mucho nos tememos que de no haberse producido la denuncia (véase la entrada del pasado jueves 6 de agosto), no se habría activado la reapertura a la que ya se ha procedido desde el el lunes, con un horario que va de lunes a viernes, de 9 de la mañana a 2 de la tarde, y los sábados de 10 de la mañana a las 13 horas. Domingo y festivos permanecerá cerrada. Al menos se produjo una respuesta medianamente satisfactoria. La oficina fue clausurada desde la declaración en marzo del estado de alarma. Desde entonces –bien es verdad que no había turistas- la ciudad no dispuso de centros donde se prestara información a los visitantes, teniendo en cuenta que el Ayuntamiento no cuenta con una prestación similar y que las limitaciones en la sede del Centro de Iniciativas y Turismo (CIT) en la calle Puerto Viejo son evidentes.
Pero ¿es estable la solución dada, con tres personas y el régimen horario señalado? Habrá que aguardar la respuesta del Cabildo Insular cuya política con respecto a las oficinas emplazadas en los municipios turísticos nos es prácticamente desconocida. Si se considera que las actuales dotaciones son suficientes pues la situación puede continuar. Pero si hay problemas de personal, por ejemplo, o se entiende que ese servicio podría prestarse de otra manera y no dejar pasar la oportunidad de atender las demandas de quienes desean conocer otros atractivos de la isla, habrá que replantearse el funcionamiento para cubrir con solvencia los objetivos principales: facilitar la comunicación, hacerla accesible en cualquier momento y acreditar ante los visitantes no solo la coordinación y unidad de acción de departamentos que están en contacto directo con el público sino contribuir a la seguridad, la movilidad y la versatilidad del destino.
En esto deberá estar muy atento el Ayuntamiento portuense. Desde hace años venimos abogando por la potenciación de su área de Turismo. En ese concepto habría que incluir la disponibilidad de una oficina en la que se ofrezca también información pormenorizada a quienes quieran saber cómo llegar al parque nacional, por poner un ejemplo sencillo. Es decir, supongamos que el Cabildo reestructure su red de oficinas de información y lo haga a la baja, con tendencia a la desaparición. El papel municipal entonces no podrá ser indolente o pasivo. El Puerto de la Cruz no puede quedarse sin un servicio de información digno y solvente. Como se ha puesto de manifiesto, se avecinan tiempos muy inciertos para el turismo, luego hay que adoptar previsiones para no quedar en fuera de juego ni ir a remolque. Las provisionalidades –y mucho creemos que estamos ante una más- no son convenientes. La cooperación interinstitucional se impone y por fortuna puede apoyarse en en figuras como convenios con los que lograr una prestación de servicios eficaz y ponderable. Si convenimos en que el sistema boca/oído es de los más productivos en cuanto a promoción se refiere, es hora de enriquecerlo teniendo en cuenta las innovaciones tecnológicas.
Pero eso requiere lugares apropiados y accesibles. Requiere personal bien formado que acredite desde el primer momento que la amabilidad y la atención son factores consustanciales. Pero también su predisposición, su entrega y su solvencia profesional.
No es cuestión de cruzarse de brazos ni de a verlas venir. Las iniciativas de ahora, aunque estén condicionadas, serán cauces de solución del futuro. En las administraciones deben tenerlo muy claro.
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