miércoles, 14 de octubre de 2009

DIFERENCIA FOTOGRAFICA

"...Es bien sabido que estamos en mitad de una crisis. Nuestro país está en guerra contra una red de violencia y odio a la que es difícil llegar...".
Son palabras extraídas del discurso de toma de posesión del presidente de los Estados Unidos de América, Barack Obama. Dicen que aquel día empezó una nueva era para el mundo.
"...Nuestra economía está muy debilitada, consecuencia de la avaricia y la irresponsabilidad de algunos, pero también la población ha fallado al tomar malas decisiones a la hora de preparar al país para una nueva era. Se han perdido hogares, destruido empleos, se han cerrado negocios...".
Obama, evidentemente, no era Superman y quienes creyeron que los males iban a desaparecer como por ensalmo están comprobando que ha de pasar mucho tiempo y que hay que adoptar muchas e importantes decisiones para que cambien las cosas. No ha transcurrido el suficiente, desde luego: la gran nación norteamericana sigue inmersa en serios problemas de fondo y el mundo mueve la cabeza a diestro y siniestro intentando encontrar una salida o ver una luz en medio de la crisis económico-financiera.
Obama ha sido distinguido con el Nóbel de la Paz, para sorpresa general, para rechifla de algunos, para difícil explicación de todos.
Pero el presidente estadounidense es firme en sus convicciones. En su discurso de investidura dijo también: "En este día nos reunimos porque hemos escogido la esperanza sobre el miedo, la unidad de propósitos sobre el conflicto y la discordia. En este día, venimos a prcolamar el fin de las quejas y las falsas promesas, las recriminaciones y los dogmas gastados que poir mucho tiempo han ahogado a nuestros políticos".
Ayer se reunió con el presidente español, Rodríguez Zapatero. Es un encuentro histórico, el arranque de un nuevo marco de relaciones entre los dos países. Dirán lo que quieran los críticos y los que han hecho mofa de la foto pero la diferencia es notable: hubo una, la de Azores hace unos años, que significaba el comienzo de una guerra absurda. Allí estaban los presidentes de Estados Unidos y de España.
Ahora hay otra, la de Washington, la del despacho oval, donde dos estadistas sellan amistad y planteamientos positivos para el futuro de sus pueblos. Satisface escuchar al mismísimo presidente norteamericano las excelencias españolas en transporte ferroviario y aprovechamiento energético. Enorgullece.
Y esa, duela a quien duela, es la diferencia.
"...Lo que requerimos ahora es una nueva era de responsabilidad, un reconocimiento, de parte de cada estadounidense, de que tenemos deberes hacia nosotros mismos, a nuestro país y al mundo, deberes que no aceptamos a regañadientes sino más bien con alegría, firmes en el convencimiento de que no hay nada más satisfactorio para el espíritu, tan definidor de nuestra personalidad, que dar todo lo que podamos ante una tarea difícil..."

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