A buen seguro que alcaldes y concejales delegados de economía y hacienda estarán desayunando hoy con un cierto alivio. Hasta es probable que los mejor informados se hayan echado un vasito de vino ayer tarde, cuando se conoció la inormación, a la salud del Gobierno de Canarias.
Y es que el ejecutivo, en efecto, aprobó en su reunión celebrada en medio de los fastos palmeros la actualización del Fondo Canario de Financiación Municipal, creado por Jerónimo Saavedra en su segunda presidencia autonómica, cuando los municipalistas se plantaron en San Bernardo, la antigua sede de aquélla en la capital grancanaria.
Traducida en euros, la actualización desde 2006 significa 22,6 millones de euros, de tal modo que el importe total, distribuido entre todas las corporaciomnes, con arreglo a los criterios establecidos en la legilación vigente, supera los 188 millones de euros. Población, insularidad periférica, municipios menores de diez mil habiantes, extensión, unidades escolares y plazas turísticas son, entre otros que recordemos, los factores en los que se basa la distribución porcentual del Fondo actualizado.
No es la panacea, desde luego, pero dadas las penurias de las haciendas locales, superadas por la vorágine de la depresión, esa mínima inyección puede, cuando menos, aliviar tensiones de tesorería, ahora que se acumulan los pagos y aumenta la impaciencia de los proveedores. Los problemas seguirán y en el segundo semestre, no lo olvidemos, habrá que presupuestar para un año electoral. Las circunstancias que concurren, con la convocatoria de comicios locales, hacen que esos cálculos sean más difíciles todavía.
Los munícipes canarios deben ser conscientes de lo difícil que está la cosa. Y que no hay milagros. Pendientes de la aprobación de un nuevo sistema de financiación -parece claro que habrá que esperar hasta después de las elecciones-, cada vez se está haciendo más complicado siquiera cumplir con las prestaciones de los servicios básicos. Y que éstos no pierdan calidad. Invertir con recursos propios es una quimera. Equilibrar -y atender- el capítulo 2 de los presupuestos (gastos corrientes, mantnimiento...) es tarea de funambulistas, ciertamente. Y agobiados como están prácticamente todos con las obligaciones del 1 (personal), báileme ese trompo en la uña, que dirían en Venezuela.
Pero bueno, ahí ha aparecido el Gobierno de Canarias intentando achicar la presión pues recordemos que los ayuntamientos (FECAM) también se han sumado (sin gran alarde reivindicativo, es verdad) al contencioso que los cabildos han promovido a cuenta de los ingresos pendientes del REF. Es como si la medida sirviera para intentar llegar a fin de año. Los municipalistas tienen la palabra.
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