lunes, 28 de septiembre de 2015

SEGURA

José Segura Clavell ha dicho adiós a la actividad parlamentaria rindiendo cuentas. Viniendo de él, no podía esperarse otra cosa. “¡Método!”, solía exclamar en las reuniones que dirigía cuando le acompañamos durante una larga temporada en la Delegación del Gobierno en Canarias. Con esa palabra, daba a entender que le gustaban las cosas, los documentos, los informes y los debates bien ordenados y fluidos. Y con esa máxima, que en realidad es una forma activa de corresponder a la confianza de quienes le respaldaron, ha querido poner punto final a su larga trayectoria en las Cortes, a las que accedió, por cierto, después de siete procesos electorales, dos al Senado y cinco al Congreso. Completó once, ya que estamos: tres al Cabildo Insular y uno al Ayuntamiento de San Cristóbal de La Laguna. Porque Segura ha sido todo eso: diputado, senador, presidente de Cabildo, consejero, alcalde y concejal. Incluyendo aquella designación como Delegado del Gobierno en Canarias en 2004, desde la que afrontó, con estimable capacidad y destreza, el drama de la masiva llegada de ciudadanos africanos y asiáticos a las islas. En una de sus visitas, el presidente José Luis Rodríguez Zapatero le presentó como “el delegado de Canarias en el Gobierno”.
         En una decisión que no abunda en el seno de la organización, por medio de una comunicación personal dirigida a los integrantes de los órganos de la misma, Segura se marcha cumpliendo con su norma y con su estilo metódico: exponiendo el fruto de su trabajo en toda una legislatura. La célebre memoria de gestión del diputado Segura. Ya había dejado entrever entre sus más cercanos y entre sus familiares la voluntad de no continuar. Conociéndole, le habrá costado tomar la decisión definitiva porque seguro que, física e intelectualmente, se seguirá sintiendo útil y con ganas de hacer cosas, que para eso dispone de tesón, rigor, experiencia y conocimientos. Aunque parezca una formalidad, podrá todo eso a disposición del partido para lo que sea menester.
         Segura se despide sin otras alharacas que las del trabajo acreditado que es una privilegiada herencia para quienes van a ser sus sucesores, los nuevos valores a los que alude afectuosamente en su declaración final y a los que anima para los cometidos que les aguardan. Su amplia y prolija hoja de servicios es, en cierta medida, la historia misma de una organización a la que sirvió con eficacia y brillantez. Como su compromiso con la sociedad canaria y con la tinerfeña en particular: el ejecutivo que defendió sin reservas sus aspiraciones, el legislador que se volcó en leyes y enmiendas para plasmarlas, el hombre público enamorado de su tierra, el gestor predispuesto para un trámite o una negociación sin que importara el color político de los interesados. Esposo y padre ejemplar, por si algo quedaba.      

         Rindiendo cuentas: así se marcha. Como los grandes. Hay razones, desde luego, para agradecer su entrega.

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