martes, 21 de marzo de 2017

LEER Y RESPONDER ANTES DE COMENTAR

Para quienes aún no conozcan el significado y el papel de los troles, sepan que se trata de aquellas personas que, sobre todo en Internet, redes sociales, foros de discusión o chats, publican mensajes provocadores con la intención de molestar, distorsionar o producir una respuesta negativa e interesada con distinta finalidad, incluida la de enfrentar a los participantes. Sobra decir que, amparados posiblemente en una identidad falsa, emplean términos ofensivos y expresiones soeces que pueden resultar insultantes, vejatorios o denigrantes (En Wikipedia se recomienda “no alimentar al trol, por favor”, se sugiere que no debe reaccionarse ante un trol, que no deben usarse enfoques parecidos que redunden en discusiones inconducentes e interminables).

Convendría precisar también otro concepto, la posverdad (también identificada como mentira emotiva), palabra del año 2016 para el Diccionario Oxford que la admite como un neologismo cuyo significado “denota circunstancias en que los hechos subjetivos influyen menos en la formación de la opinión pública, que los llamamientos a la emoción y la creencia personal”. Un editorial de la revista The Economist, al relacionar el concepto con el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, señala que la política posverdad es “una confianza en afirmaciones que 'se sienten verdad' pero no se apoyan en la realidad”.

Con estas dos premisas, planteadas simplemente para poner en situación a los lectores, acerquémonos a la iniciativa de un periódico noruego, NKRbeta, que desde hace unas semanas ha introducido una exigencia a sus lectores interesados en comentar alguno de los artículos publicados: antes de hacerlo, habrán de responder a tres sencillas preguntas. El director, Stale Grut, ha explicado: “Teníamos que hacer algo para que todo el mundo estuviese en el mismo lugar antes de comentar y tuviese claro qué es lo que el artículo dice y lo que el artículo no dice”.

La medida es llamativa. Es decir, responder para verificar la lectura y luego opinar. Hay que leer el artículo completo y discernir, disponer de elementos de juicio propios. Es un precedente propenso a convertirse en fórmula metódica que puede frenar a los troles e impedir el crecimiento de la posverdad. Antes de expresarse de forma inapropiada, hay que demostrar, mediante las respuestas requeridas, que se ha leído la información o el texto. Ya se verá hasta dónde llega el planteamiento del medio noruego y si es capaz de resistir las esquivas de los internautas que, seguro, buscarán.

Una primera valoración señala que los comentarios pueden ser tremendamente positivos pues es posible que surjan expertos que enriquezcan las informaciones o lectores que, simplemente, manifiesten dudas sobre algo que no ha quedado claro o expresen su opinión de forma cabal y respetuosa. Se trataría, como valor añadido, de evitar que la sección de comentarios se convierta en un vaivén de insultos y descalificaciones entre troles.
El editor del periódico noruego, Marius Arnesen, señaló que con las tres preguntas, “nos aseguramos que la discusión se inicia con una base de conocimiento común”, una manera de moderar el debate y también de acabar con reacciones incendiarias no deseadas que terminan ahuyentando a los usuarios y visitantes del medio.

Aún es pronto para evaluar la experiencia pero, frente a otros periódicos que ya han decidido suprimir los espacios dedicados a comentarios, otros medios de postín como The New York Times, The Guardian o el ya citado The Economist, están haciendo probaturas para encontrar soportes que tengan una doble utilidad: acabar con los comentarios insolentes e inadecuados y reclamar la atención de lectores capaces de hacer buen uso de su intelecto.

Troles y posverdad, pues, ya lo saben. Se les acota el margen.

2 comentarios:

Desdeladoscuro dijo...

Muy acertado Salvador

Yolanda Arenas dijo...

A ver, sin llegar superar al inventor de la tortilla de papas, la idea es buena.