Quédense con el concepto porque se va a
aludir mucho a partir de ahora, al menos
cada vez que se hable de la muerte física y de todo lo que esté relacionado con
ella. Hidrólisis alcalina: funerarias de Estados Unidos y Canadá ya están
ofreciendo el servicio que, frente a la incineración tradicional, constituye
una alternativa que destaca,
supuestamente, el valor ecológico
consistente en disolver en agua e hidróxido de potasio.
¿Qué hace el bloguero escribiendo sobre estas
cosas, de siempre desagradables y cargadas de prejuicios?, se estarán
preguntando los habituales seguidores. Pues eso: estar atentos a las
tendencias, a las opciones de un asunto tan delicado como es la modalidad
post-mortem. Puede que a algunos importe poco o que otros sean tan previsores
que establezcan antes de fenecer las condiciones en que quieran despedirse
definitivamente. Si ahora mismo, en nuestro entorno más cercano, la
controversia está servida y se agrava con el alto incumplimiento de normativas
reguladoras de la materia funeraria y cementerial o de la sanidad mortuoria
como específicamente se aplican en Canarias, es lógico que vislumbremos el
futuro también en este hecho, que el margen de decisión puede ser mayor a
medida que las cosas, por muy ingratas que sean, estén mejor informadas. A fin
de cuentas, si permiten la expresión, la muerte pertenece a cada quien.
Ya lo califican como proceso revolucionario.
Alguna información periodística señala que “a una temperatura de 152 Cº y un pH
de 14, el cadáver queda reducido a huesos e implantes metálicos en tanto solo
noventa minutos. Una vez separados de la solución alcalina y pulverizados, la
familia recibe las ‘cenizas’ en una urna similar a la que se entrega en los
crematorios”. Un folleto explicativo de las bondades de la llamada cremación
verde, apunta que “en una época en la que nos preocupamos por el medio
ambiente, debemos aprovechar toda forma posible de proteger y preservar los
recursos naturales de nuestro planeta”.
Una de las empresas norteamericanas que ya ha
avanzado en la oferta de esta modalidad asegura que la hidrólisis alcalina es
el proceso natural que experimenta un cuerpo tras el entierro, que puede llegar
a durar veinticinco años. La cremación verde consiste en acelerar este proceso
natural.
Claro que ya han surgido los primeros peros o las primeras
objeciones. ¿Cómo deshacerse del líquido resultante el proceso? Es la pregunta
clave. En Estados Unidos, las empresas, según la información periodística
aludida (elconfidencial.com), se limitan a comprobar el nivel de pH y,
después de ajustarlo, lo echan por el
desagüe, un sistema que suscita dudas en torno al tratamiento de aguas
residuales. De hecho, este es uno de los principales obstáculos que impiden su
llegada a países europeos como España, donde
la hidrólisis alcalina es ilegal.
El portavoz de la Asociación Nacional de Servicios
Funerarios, Josep Ventura, después de precisar que ninguno de los asociados ha
mostrado interés en estudiar y madurar esta fórmula, se ha apresurado a
declarar que habría que demostrar que el vertido no es contaminante y eso
comporta un cambio de legislación, hecho que conlleva mucho tiempo.
La controversia, ahora con más elementos, muchos de
ellos por ahora inciertos, sigue servida. Vaya, con la hidrólisis alcalina.
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