viernes, 1 de marzo de 2024

Entretelas que apestan

 

Tiempos convulsos en el país. Polarización galopante. Encono y crispación. Irrespeto. Desconsideración. Atmósfera dialéctica irrespirable.  Concordia, por debajo de los mínimos. Nada de transigir. Recurrente ‘y tu más’. Radicalismo a veces salvaje. Periodismo, salvo excepciones, cada vez más sesgado: el terreno está sembrado con todas las semillas nocivas para que la convivencia sea un imposible. Contribuye el mal uso de las redes sociales. Pobre democracia. Para colmo, la subida al pico de la corrupción está expedito. Conductas que abochornan. Porque el ser humano es así, porque no hay conciencia, porque los escrúpulos han desaparecido como por ensalmo. La política, entre todos, la han convertido en lo que que no se desea, en lo que se practica contra legem,  contra principios elementales. Seguirá siendo el arte de lo posible pero ya no queda nobleza. Y sus entretelas apestan.

Así quedan sin valor y sin utilidad práctica iniciativas teóricamente respetables, qué diantre, así como los esfuerzos, todos, que desde distintos estamentos y a cargo de actores sociales de diferente naturaleza, se vienen llevando a cabo para sanear la vida pública y para restituir la credibilidad maltrecha en la política. Parece no, seguro que se está produciendo un progresivo alejamiento de esto donde ya predomina el descontrol hasta hacer improbable la aparición de un antídoto, o los que fueran menester, con tal de sanear y acabar con esas conductas reprobables y ennegrecedoras del desenvolvimiento político en el que falta nobleza, ya lo dijimos, pero también honestidad, sensatez, en cierto modo, responsabilidad.

Si los presuntos autores de estas fechorías fueran conscientes del significado de todos esos desvíos de la rectitud, de todas esas infracciones, de todos esos impactos negativos que suscitan rechazo y repulsión, queremos pensar que si reflexionaran en las consecuencias para la sociedad en la que conviven, en el daño que directa o indirectamente causan, se comportarían (un suponer) de otra manera. Si la sociedad está enferma, como solemos decir, aquí se ha desatado una metastásis. El único camino posible para proteger los intereses generales es comprometerse con el respeto y con la equidad, con la integridad pública, entendida como la adhesión a valores éticos comunes, principios y normas destinadas a proteger, mantener y priorizar el interés público sobre los intereses privados, sobre las tentaciones de enriquecimiento ilícito, sobre los fraudes y demás comportamientos que solo merecen ser afeados, principalmente cuando se producen en determinadas circunstancias y en escenarios de clara inestabilidad social.

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