No
se trata de entonar un réquiem por el Trofeo Teide de fútbol sino de estimular
la iniciativa y el quehacer de sus responsables. Algo tienen que hacer si no
quieren que, próximo a cumplir medio siglo, desaparezca. Pase que esta última
edición estuviera condicionada por el relevo s los responsables públicos en las
insituciones y que fuera un equipo de Segunda 'B' el que directamente disputara
la final con el Tenerife (un partido, una final) pero que, tras ella, jueguen
los equipos tinerfeños de categoría regional sin saber muy bien a qué y sin la
promoción y los alicientes adecuados, ya es preocupante, porque revela una
decadencia que hay que atajar.
Desde
hace unos años, los ayuntamientos de las localidades se implicaron en la
organización con la sana intención de reforzar la dedicación de los clubes que
se alternaban, por decisión propia, en dicho cometido. No nos engañemos: la
principal tarea es lograr la concurrencia de un equipo de campanillas, de la
máxima categoría posible, la mejor manera de garantizar una recaudación que
favorezca el espíritu con el que surgió el torneo: financiar a los equipos
modestos, sobre todo, en los comienzos de campaña. Ya el alcalde de La Orotava,
Francisco Linares, previendo la debacle, anunció que la temporada próxima
traerían a un equipo de Primera división.
Bueno,
pues eso todo parece desvanecerse. Cierto que el estancamiento del fútbol
regional no ayuda pero, sin alicientes, hay poco que hacer. La organización
deben proponerse trabajar con la debida antelación. Luego, revisar el propio
sistema de competición, dando opción a que los equipos locales puedan jugar con
el club invitado (En el pasado, hubo sorpresas en algunos cruces, pese a la
teórica superioridad, y eso encendió el interés de los aficionados hasta
repercutir en las recaudaciones taquilleras). Y un tercer planteamiento es la
búsqueda de patrocinios que llamen la atención en los propios ámbitos deportivos y estimulen la
competición misma.
Así
las cosas, no es de extrañar hasta la tibieza del periodismo deportivo más
cercano, poco crítico y poco exigente, cuando en el pasado hizo un seguimiento
activo e impulsó algunos objetivos. Hasta parece no interesar la información
relativa a las recaudaciones.
En
fin: el año próximo se cumplirá medio siglo del que se ha ganado un puesto de
honor en la historia de las competiciones futbolísticas veraniegas de nuestro
país. Bodas de oro del Trofeo Teide: se supone que tan solo la denominación ya
obliga a un esfuerzo para celebrarlas por todo lo alto. Que se tenga en cuenta
el propósito del alcalde orotavense: no lo dejen para abril-mayo del próximo
año, cuando las finales de competición acaparen todo el interés. Empiecen a
relacionarse y a gestionar desde que puedan, aprovechen cualquier coyuntura
para ir sentando las bases. Sean conscientes de que no es una fecha cualquiera.
Pero mucho más, de que es necesario revitalizar un torneo que languidece y que
si se quiere mantener obliga a reestructurar, a propiciar incentivos y a
dedicarse, en fin, a su desarrollo para seguir siendo uno de los
acontecimientos deportivos del año en la isla.
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