Malos tiempos para Miguel Zerolo, alcalde, aunque lo correcto es decir malos tiempos para el Ayuntamiento que preside y para los ciudadanos de Santa Cruz de Tenerife.
El presente mandato pasará a la historia como el más convulso. Extraña que nadie haya dicho que se trata de un mandato perdido, en el que las trifulcas y los bandazos no han propiciado progresos y avances sociales.
Hasta los más tolerantes y comprensivos con las políticas de Coalición Canaria, sucesora de aquella Agrupación Tinerfeña de Independientes que, precisamente, en Santa Cruz, acumuló su capital político y sus réditos electorales, ya hoy fruncen el ceño, prefieren hablar de otra cosa. Algunos tratan todavía de exonerar a Miguel Zerolo pero se hace difícil. Saben que por cualquier resquicio puede darse un salto al vacío.
Y es que, como todo, las cosas no son inmutables. O si se prefiere, la política desgasta y llega un momento en que los proyectos se agotan. Y es cuando faltan ideas, impulsos y capacidad de gestión. Si, para colmo, la renovación no se ha hecho o se ha hecho mal -que en política todo puede suceder-, las tribulaciones van creciendo.
Demasiada agitación en el ayuntamiento capitalino en este ciclo que aparentaba tranquilidad y sosiego desde que CC y PP se olvidaron de aquella sucia campaña electoral de 2007 y se prometieron amor político que se rompió de tanto usarlo. Los intereses partidistas y los personalismos hicieron lo demás. La ruptura de aquella alianza no es más que la exteriorización de los recelos y de la inestabilidad, fortalecida ésta por otros acontecimientos que van desde aquella declaración del estado de emergencia social hasta la derrota plenaria derivada de una moción que había servido en bandeja de plata una resolución judicial a propósito de una -otra más- controvertida actuación urbanística.
La guinda ha sido la anulabilidad de la privatización de Enmasa, también mediante decisión de los tribunales. Aunque sea recurrida y el Ayuntamiento la gane, que es probable, tal determinación, en el momento que llega, desgasta aún más al alcalde Zerolo que ya puede ir midiendo, por cierto, los apoyos de su partido con vistas al futuro.
La ciudadanía, entre tanto, desconcertada, decepcionada y desmotivada. Demasiados hechos negativos. Mucha revoltura política. Qué va. Esto no hay quien lo soporte. Que no se extrañen de movidas ciudadanas alternativas y tal. Y si ya en el pasado el abstencionismo caracterizó los registros de las convocatorias electorales, imaginen cómo será en la próxima. Claro que siempre nos quedarán los carnavales.
¡Ay, Santa Cruz!
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