Pues parece que va en serio (con toda la relatividad de este concepto en la política canaria) lo de la reforma del sistema electoral. La impulsa el Grupo parlamentario socialista canario, con una proposición de ley que fija en un 5% el tope insular de acceso al Parlamento y suprime la denominada barrera regional, dicho de forma muy resumida.
Va en serio si se suman el debate anunciado en la cámara para la próxima semana, la voluntad del Gobierno de Canarias de estacionar el proceso de revisión del estatuto de Autonomía y la reciente declaración televisiva del presidente del Parlamento, Antonio Castro, en el sentido de que luchará en el seno de su organización para modificar las barreras que le parecen altas.
De lo que se trata, con esta reforma, es que la desproporción actual desaparezca y con ella, los injustos desequilibrios derivados del recuento final de votos. Es una desproporción que mina el pluralismo político. Es evidente que si se quiere una cámara legislativa regional más plural, que refleje mejor la voluntad popular canaria cuando es consultada en las urnas, la reforma es indispensable.
Cierto que el momento político parece el menos adecuado pero asignaturas mayores como ésta bien merecen el máximo esfuerzo de diálogo y entendimiento por parte de quienes tienen en sus manos una decisión trascendental para interpretar mejor la soberanía del pueblo y hacer que gane en calidad el sistema democrático.
Va en serio. O eso parece. Con los considerandos expuestos, después de tanto dimes y diretes, es una oportunidad que no pueden dejar pasar. Si quieren que la vida política en Canarias no siga igual.
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