viernes, 25 de junio de 2010

PREDILECTO TRISTÁN

Hemos visto a Angel Tristán Pimienta recibir emocionado su título de hijo predilecto de Las Palmas de Gran Canaria. Ya estuvimos presentes hace unos años en otros honores, los que, en forma de medalla, le otorgó José Bono cuando era ministro de Defensa.

Son los reconocimientos a una trayectoria, a una carrera periodística, caracterizada, entre otras cosas, por lo que significa asumir y ejercer -prácticamente a diario- el género más difícil: la opinión.

No basta con decir que Tristán es de los que se ha mojado sino que lo ha hecho con conciencia periodística, con conocimiento de causa, es decir, no es de los que ha escrito alegremente, de forma frívola, con ligereza. Sus juicios de valor, sus apreciaciones han tenido fundamento, han estado basados en el conocimiento de los hechos, en su procesamiento, en el contraste, en el análisis riguroso y minucioso, en la propia experiencia.

¿Y qué dice Tristán? nos hemos preguntado casi todos los del gremio y de la clase política cada vez que se suscitaba alguna controversia o algún conflicto. Entonces, acudíamos a su columna, a sus Apuntes, para entender el por qué de muchas cosas, para explicar claves, para auscultar las razones y sinrazones de materias en las que volcó la experiencia de su oficio y para aventurar, incluso, el rumbo o la resolución de no pocos asuntos. Ha sido la suya, pues, una palabra o una escritura de referencia en el periodismo canario de las últimas décadas.

El bagaje periodístico de Angel Tristán pesa lo suyo. Ha tenido frente a frente a destacados personajes públicos pero también a los anónimos o a los menos relevantes que también entrañaban situaciones o historias dignas de ser plasmadas periodísticamente o, más sencillo, encauzadas desde un punto de vista humano o social. Ahí también estuvo su mano y su sensibilidad.

Vivió no de cerca sino desde dentro el nacimiento de la Comunidad Autónoma de Canarias. Y luego, cuando hubo de optar, entre el periodismo y la política, el primero pudo más, la vocación ganó aquella disyuntiva existencial tan natural como legítima. El periodismo y la literatura de estas islas han visto fluir desde entonces un canal de ideas impresas que hay que reconocer.

Tristán ha sido y sigue siendo un periodista de pensamiento. Defensa, seguridad, energía, justicia, medio ambiente, transportes..., las asignaturas que quieran. Y no digamos las canarias. Del tardofranquismo, la Transición, el autogobierno o de todos los acontecimientos de estos años. O las de la ciudad que le hace hijo predilecto, precisamente por eso, por su constancia, por su dominio, por su capacidad para entender sensibilidades y vislumbrar el porvenir.

Crítico y mordaz, cuando ha sido necesario serlo; riguroso y mesurado, como exigían muchas de las situaciones que comentaba, y consecuente con su propia formación y sus fundamentos ideológicos, Angel recibe con todo merecimiento esta distinción que viene a reconocer una singular trayectoria profesional y humana, otra que pone de relieve su valía intelectual y creativa mediante algo tan difícil en la sociedad de nuestros días como es comprometerse y rubricar con nombre y apellidos.

Ahora, en plena joven madurez, seguirá brillando como observador que escruta de forma incesante al saber que el periodismo, con licencias irónicas incluidas, se demuestra ejerciéndolo como el primer apunte: escribiendo.


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