Paisajes de plenitud titula el pintor egipcio Osman su cita con el Liceo Taoro en vísperas del Corpus orotavense, cuando ya se habla el lenguaje de los pétalos, que diría Juan del Castillo.
Ahora son los paisajes de Osman lo que dicen, los que sugieren, los que llena, efectivamente, porque nada falta en las estampas polícromas que culmina con el esmero de los grandes artistas. Los ojos del pintor transmiten a sus pinceles las órdenes precisas, las sensaciones más creativas para plasmar calles, fachadas, balcones, ventanales, vegetación, techumbres y cúpulas y cualesquiera otros elementos que dan vida a cuadros que reflejan la sensibilidad de un artista que se enamoró de los encantos de nuestra naturaleza, de nuestra gente y de nuestros pueblos.
Así, el paisaje pictórico de Osman es exquisito, tanto como para recrearse en la visualización de cualquiera de sus obras. El autor sabe que apenas hay distancia entre el mar y la cumbre. Por eso busca el lado amable del paisaje, el lado de la contemplación sosegada.
Lo escribe Francisco Galante, catedrático de Historia del Arte de la Universidad de La Laguna, en el formidable tríptico que anuncia la exposición: “Pero el artista interpreta el paisaje a su manera: genio y creatividad; capacidad de ver, sentir y expresar”. Habla Galante, en su visión del paisajismo de Osman, de “atmósferas inquietantes y envolventes, de contrastes y matices reveladores”. De ese modo logra, siempre en palabras del profesor Galante, “paisajes ilimitados por la plenitud de la luz”.
El pintor, en efecto, ve, siente y expresa. Capta y plasma sobre el lienzo el universo de un rincón urbano o de un ambiente rural en el que sobresalen las peculiaridades morfológicas que aparecen integradas como nunca antes lo habíamos percibido.
Es la sutil madurez del artista, algunas de cuyas entregas anteriores tuvimos oportunidad de introducir. Paisajes de plenitud es una rapsodia de la obra más completa de Osman, cantada con dominio, con un manejo lumínico extraordinario, el que les confiere un sabor singular, digno de ser apreciado para redescubrir sus excelencias y para producir una inagotable sensación de armonía.
Ahora son los paisajes de Osman lo que dicen, los que sugieren, los que llena, efectivamente, porque nada falta en las estampas polícromas que culmina con el esmero de los grandes artistas. Los ojos del pintor transmiten a sus pinceles las órdenes precisas, las sensaciones más creativas para plasmar calles, fachadas, balcones, ventanales, vegetación, techumbres y cúpulas y cualesquiera otros elementos que dan vida a cuadros que reflejan la sensibilidad de un artista que se enamoró de los encantos de nuestra naturaleza, de nuestra gente y de nuestros pueblos.
Así, el paisaje pictórico de Osman es exquisito, tanto como para recrearse en la visualización de cualquiera de sus obras. El autor sabe que apenas hay distancia entre el mar y la cumbre. Por eso busca el lado amable del paisaje, el lado de la contemplación sosegada.
Lo escribe Francisco Galante, catedrático de Historia del Arte de la Universidad de La Laguna, en el formidable tríptico que anuncia la exposición: “Pero el artista interpreta el paisaje a su manera: genio y creatividad; capacidad de ver, sentir y expresar”. Habla Galante, en su visión del paisajismo de Osman, de “atmósferas inquietantes y envolventes, de contrastes y matices reveladores”. De ese modo logra, siempre en palabras del profesor Galante, “paisajes ilimitados por la plenitud de la luz”.
El pintor, en efecto, ve, siente y expresa. Capta y plasma sobre el lienzo el universo de un rincón urbano o de un ambiente rural en el que sobresalen las peculiaridades morfológicas que aparecen integradas como nunca antes lo habíamos percibido.
Es la sutil madurez del artista, algunas de cuyas entregas anteriores tuvimos oportunidad de introducir. Paisajes de plenitud es una rapsodia de la obra más completa de Osman, cantada con dominio, con un manejo lumínico extraordinario, el que les confiere un sabor singular, digno de ser apreciado para redescubrir sus excelencias y para producir una inagotable sensación de armonía.
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