Los resultados -una vez más, controvertidos. de las elecciones legislativas venezolanas dejan un panorama algo distinto. Entra la oposición en el Parlamento, aparentemente con número suficente de escaños como para bloquear facultades residenciados en el presidente que, hasta el próximo enero, mes en que se produce la renovación, gozaba de poder omnímodo.
El hecho entraña la sufiiente carga política como para pensar que muchas cosas van a cambiar en la República Bolivariana. El propio presidente es el primero en encajar el golpe, cuando utiliza una red social para dirigirse al país y no utiliza la convencional comparecencia en televisión. s el primer síntoma del cambio.
En el fondo, no hay que extrañarse de lo sucedido: todos los regímenes totalitarios tienden a desgastarse y a agotarse. Hay una parte del pueblo venezolano que no está con Chávez. Es la segunda vez que ese pueblo se lo dice de frente, ni más ni menos que en una consulta.
Se dirá que es lo que él quería, o sea, gobernar contra alguien, la mejor manera de perpetuarse en el poder, de profundizar en las raíces de la revolución que empieza a palidecer. Se acumula el descontento, se pierde credibilidad, se cansa la gente de tantos abusos, de discursos incendiarios y anacrónicos, de amenazas, se da cuenta de que los métodos excesivamente autoritarios, aunque sea tarde, tienen también sus límites.
Si estuviéramos ante otro tipo de gobernante, se diría que para Chávez es una cura de humildad. Que una parte del pueblo le ha dicho hasta aquí, comandante. Pueblo que ha perdido miedo y que ahora tiene representación en la cámara legislativa para mejorar el funcionamiento del Estado de derecho pero, sobre todo, para cohesionarse, para transmitir que hay alternativa y que existe otro modelo. Gloria al bravo pueblo, como en la primera estrofa del himno venezolano.
Pero cabe dudar de esos efectos bonancibles. Cualquiera sabe cómo se revolverá el régimen cuarenta y ocho horas después de la consulta. Confiemos en que no haya radicalizaciones que sólo acentuarían las diferencias entre chavistas y quienes no lo son.
Lo cierto es que se abre un período de expectativas. Incluso para la propia revolución. Venezuela parece que empieza a ser otra.
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