Fue un
granado homenaje a los líderes de la Carta Municipal, uno de los
principales logros de los alcaldes y ediles de Hacienda salidos de
las primeras elecciones municipales democráticas en abril de 1979.
Se están cumpliendo, precisamente, cuarenta años de aquel
acontecimiento, un sensible impulso al modelo de convivencia que los
españoles se habían dado un año antes. La democracia, en efecto,
echaba raíces: era una nueva etapa, con tanto por hacer y por
aprender.
Un
municipalismo incipiente. Pronto entendieron los regidores que, ante
el vacío, era indispensable hallar nuevos cauces de financiación. O
se revisaba la Carta (una distribución en la participación de los
ingresos con un evidente desequilibrio a favor de Santa Cruz capital)
o había poco que realizar ante aquella realidad que brotaba desnuda
y plagada de carencias. Se reunían en restaurantes de Tacoronte, a
mitad del trayecto, cuando iban en sus propios vehículos y
almorzando daban forma a las reivindicaciones. En esencia, lo que se
pretendía era un reparto más justo e igualitario de los fondos
públicos disponibles. Estaban sembrando las semillas del Fondo de
Cooperación Municipal Regional, posteriormente creado, así como de
un Fondo Insular de Cooperación. Los nuevos munícipes tenían que
hacer frente a planeamientos, infraestructuras y dotaciones de todo
tipo. Fue una ingente tarea, desde luego, luego tratada más
globalmente, con la creación y puesta en marcha de las federaciones
canarias de municipios, cabildos o islas.
Pues fue
reconocida en un acto promovido por la Asociación Domitila Hernández
por la Igualdad de oportunidades y Sostenibilidad en el Espacio
Cultural de San Juan de la Rambla que presentó con solvencia Pedro
Ángel Gómez Barreto. Allí estaban los supervivientes de aquella
singular generación del alcaldes de 1979, con allegados y
descendientes y regidores actuales, algunos herederos. La alcaldesa,
Fidela Velázquez, dio una emotiva bienvenida institucional. José
Luis Figueroa, director general de la Asociación, puso en valor
todas las iniciativas de la época. Invitaron a intervenir a Pedro
Martín, alcalde Guía de Isora, quien resumió muy bien el salto
cualitativo del municipalismo. El periodista Salvador Pérez acreditó
por qué fue el cronista puntual de la época, cuando no había
móviles y se transmitía la producción informativa por las vías
más insólitas, guaguas y propinas incluidas. El funcionario
nonagenario del Ayuntamiento de Los Realejos, Eleuterio Garrido
Luceño, allí presente, autor de los estudios económicos sobre la
Carta Municipal, recibió un más que merecido tributo, con los
alcaldes puestos en pie. Pepe Grillo, ex alcalde de La Guancha, glosó
su obra y contó sabrosas anécdotas. Gaspar Sierra, en tono
autocrítico y reivindicativo (“tenemos que volver al espíritu del
79”, dijo), se quejó del maltrato que recibía el municipalismo en
el nuevo Estatuto de Autonomía de Canarias, a la hora de reflexionar
sobre la historia, el presente y el futuro del municipalismo. Fidela
Velázquez, antes de clausurar, también invitó a compartir los
afanes y anhelos colectivos, así como a renovar energías para
continuar la obra de aquellos ilustres antecesores y mejorar las
condiciones de vida “de los vecinos”.
Al final,
entregaron unos distintivos conmemorativos a aquellos líderes.
Besos, plácemes y abrazos para rubricar una cita municipalista con
la sencillez de entonces. Eso fue lo mejor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario